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De Michelettis, Zelayas y otras paradojas

La palabra mediadora en el conflicto hondureño.Relacionado con el principio semiótico de la representatividad democrática, el acontecimiento de negociación en el conflicto hondureño revelan un vivo ejemplo de las  estrategias discursivas e históricas  en que se refracta el imaginario político centroamericano.

La palabra mediadora en el conflicto hondureño.Relacionado con el principio semiótico de la representatividad democrática, el acontecimiento de negociación en el conflicto hondureño revelan un vivo ejemplo de las  estrategias discursivas e históricas  en que se refracta el imaginario político centroamericano.
No en vano, y tras casi dos décadas de haberse efectuado  los procesos de paz en Centroamérica, corresponde nuevamente a la figura del presidente Oscar Arias Sánchez desempeñar un papel mediador entre las partes protagonistas del  conflicto.
II parte   
La puesta en escena de una voz conciliadora, previamente legitimada por el consenso internacional, actúa como el avatar discursivo de una conciencia democrática oficial. Dada la efectividad estético-ideológica que cumple esta estrategia discursiva, la representación democrática  jamás ve comprometida su imagen, sino que  más bien se regenera a partir de ella misma. En este sentido, la palabra mediadora, en tanto ejercicio retórico de la semiocracia activa  una doxa, cuya finalidad ideológica consistiría en silenciar la materialidad histórica de los conflictos sociales a partir del imaginario del diálogo social y la negociación de los intereses.  Contrario a una concepción transparente e imparcial, la palabra mediadora constituye, pues, una palabra perversa y opaca en la que se fragmenta y legitima las imágenes discursivas del orden democrático. Tomando como referencia histórica  la importancia geopolítica que desempeña la delimitación territorial en los procesos de formación de los estado nación centroamericanos, resulta interesante observar las resignificaciones discursivas que cumple este espacio en el actual conflicto hondureño. Si bien es cierto, durante las últimas décadas las fronteras en Centroamérica han significado fundamentalmente un  espacio migratorio de  exclusión y marginación ciudadana, el conflicto Zelaya-Micheletti convoca una suerte de reivindicación del espacio de la frontera y el discurso de soberanía nacional. En este sentido, no es de extrañarse que los principales  argumentos políticos provenientes del Gobierno de Facto y del presidente Zelaya se organicen física y discursivamente a través del ámbito representativo de la frontera. De este modo,  el debate entre lo propio y lo ajeno, representatividad política o representatividad jurídica, militarismo o democracia, barbarie-civilización, populismo, oligarquía constituyen un sistema de inclusiones e exclusiones que se entrecruzan históricamente en el imaginario político centroamericano.  En vista del conflicto Zelaya-Micheletti, este acontecimiento evoca una suerte de paradoja en los procesos de representación y legitimidad del imaginario político democrático. Dicha paradoja podría explicarse de manera discursiva,  en la dinámica ambivalente que subyace en la defensa de la representación política en Honduras por ambos sectores del conflicto.  Como es sabido, el golpe de Estado perpetrado al presidente Zelaya por las fuerzas militares hondureñas, así como la eventual consolidación de un Gobierno de Facto, han sido interpretados por la comunidad internacional como un acto violento contra la democracia y la soberanía.   No obstante, los términos de la polémica se anudan aún más, cuando los  argumentos políticos de Micheletti pretenden defender una posición jurídica de la democracia ciudadana hondureña, acusando a  Zelaya de infringir el orden constitucional. La oposición entre el orden jurídico democrático y el orden de la representación política juegan así un papel ambivalente en ambos sectores del conflicto. Sin obviar, los claros intereses partidistas e ideológicos que subyacen en ambas posiciones del conflicto, la emergencia de  tal ambivalencia, en el interior del discurso democrático, revela un punto límite en la lectura oficial del imaginario político centroamericano, por lo que en este sentido   tanto Zelaya como Micheletti configuran dialécticamente  la paradoja, y al mismo tiempo la para/ doxa  del discurso democrático oficial.  A manera de conclusión: ¿Cómo comprender, desde los estudios culturales, el conflicto Zelaya-Micheletti?En términos del imaginario político centroamericano, el proyecto representativo de la democracia ciudadana se fundamenta institucionalmente a partir de una clara oposición ideológica frente al contexto militar que caracterizó   la década de los ochenta en Centroamérica. Si bien es cierto, esta relación  antagónica entre el orden militar y ciudadano implica, desde el ámbito oficial, un presupuesto necesario para fundamentar un discurso de representatividad democrática, este marco, resulta insuficiente para comprender la asimilación de una conciencia democrática a partir del complejo histórico-cultural centroamericano. Creo oportuno indicar que los procesos de asimilación de un discurso y una conciencia de representatividad política deberían ser analizados no solamente a partir de las instancias de institucionalización político-democrática, sino también a través del  filtro de las contradicciones culturales e históricas centroamericanas.     
 

  • Mijail Mondol López (Profesor UCR)
  • Opinión
Democracy
Notas

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