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Cuando comenzaron las labores de construcción en el tramo de la carretera que une a Orotina con Puerto Caldera tuve la ilusión de que sería una supercarretera.
Con ese fin, el Estado había expropiado grandes fajas de terreno de un ancho impresionante, y recuerdo que de inmediato, el año anterior para ser preciso, el ICE se dio a la tarea de reubicar toda la postería con su cableado eléctrico y telefónico en los 25 kilómetros que unen Orotina y Caldera.
El domingo 16 de noviembre del 2008, la revista Proa de La Nación sacó una edición especial haciendo referencia a los diferentes tramos por construir, desde San José hasta Caldera. Proa destacó que la carretera tendría -en todo su recorrido-, cuatro carriles en la vía principal y dos carriles en vías secundarias.
He visto con gran desconsuelo que las promesas de la administración política están muy lejos de concordar con la realidad que hoy refleja la construcción de la ansiada carretera.
Parece ser una nueva estafa del Gobierno hacia los costarricenses, quienes sumidos en décadas de domesticación se malacostumbraron a sobrevivir con falsas promesas y verdades a medias, acumulando el peso de las crisis mundiales que golpean con mayor intensidad la balanza económica de los asalariados y sus familias.
El engaño a la población no deja dudas: la “nueva” carretera no ocupa ni la mitad de la franja territorial expropiada por el Estado, en consecuencia, quedó a dos carriles y no a cuatro como estaba estipulado y cuyo costo fue cancelado; la empresa Autopistas del Sol se dedicó a hacer un recarpeteo sobre el lecho de la vieja vía, con pocas novedades como las paradas de autobuses y una leve señalización para complementar la parte cosmética de la obra; los postes con sus líneas de energía y telecomunicaciones quedaron en muchos tramos como a quince metros de distancia de vía principal (en La Ceiba, en Cascajal y muchos sitios más); el tramo de la vía expropiado, sin construir, es tan grande que el pasto creció más de dos metros de altura y ahora la empresa anda apresurada recortando el pastizal para “justificar” los nuevos aumentos en las tarifas que cobrarán a las víctimas que circulen por esa ruta. La crecida hierba se presta también para que se esconda el hampa organizada, que como todos los males, crece por aquellos lugares. En verdad, a mí y a otros vecinos ya se nos metieron a robar, pero las denuncias no han resuelto nada.
Los carriles secundarios son los mismos que siempre han existido, y su deterioro, especialmente en el periodo de lluvias, los hace intransitables para vehículos que no sean de doble tracción; en este aspecto, la empresa concesionaria no ha construido nada nuevo, ni siquiera se ha preocupado por reparar las calles existentes.
Me preocupa la condición general de la vía San José-Caldera, pues si lo comentado anteriormente ocurrió en el trecho entre Orotina y Caldera (25 kilómetros), ¿qué posibles desastres habrán quedado ocultos a lo largo de esta extensa carretera?Quiero hacer un llamado a la Defensoría de los Habitantes y a los diputados honestos para que investiguen esta situación, pues considero que se cometió un robo a la población que pagó por una obra inconclusa, y que quedó condenada a seguir pagando durante muchos años los desaciertos de una administración cómplice de tanta corrupción, porque la gran cantidad de millones de colones que recibió Autopistas del Sol incluía todas esas obras.
Vale recordar que la zona adyacente a la vía San José-Caldera se caracteriza por la pobreza de los pueblos vecinos, y que las condiciones del peaje lejos de favorecerlos, los ahuyentará o los convertirá en servidumbre para los visitantes y vacacionistas. Ese parece ser el plan de los hermanos Arias para Costa Rica, con su TLC, sus concesiones y sus privatizaciones, arrebatándole los derechos a la mayoría de ciudadanos.
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