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«No puedes permitirte estar discapacitado en espíritu a la vez que físicamente».Stephen Hawking
La Suiza centroamericana parece estar postergando la aplicación de políticas más inclusivas con respecto a las personas con algún tipo de discapacidad, la cual representa el 5,35% del total de la población. Este aplazamiento no ayuda a crear una cultura donde se termine por aceptar que cada uno de los integrantes de esta población son ciudadanos con los mismos derechos y deberes que el resto.
Parece ser que para la sociedad costarricense es difícil pensar que una persona con alguna discapacidad pueda ser “exitosa”, y esto es una verdadera lástima porque en el nivel mundial tenemos ejemplos claros para negar la afirmación anterior. Uno de los ejemplos más asombroso es el físico-matemático Stephen Hawking afectado con el mal Lou Gehrig o esclerosis lateral amiotrófica, quien en esta época es uno de los científicos más destacados en temas relacionados con el Universo. Otros ejemplos, que a lo mejor sorprenderían a la mayoría de los costarricenses y a lo mejor nuestro sistema educativo tan poco inclusivo debería tomar en cuenta para aplicar políticas más inclusivas, son el caso de los científicos Isaac Newton y Albert Einstein, de quienes se sospecha que pudieron haber sufrido el síndrome de Asperger. Pero en nuestro país no valoramos o nos negamos a aceptar a la población con discapacidad cuando la historia nos ha mostrado que son un potencial intelectual y personas altamente creativas. La respuesta que la sociedad costarricense da a esta población es más cruel que la propia limitación física o mental que tienen, es decir, además les imponemos barreras humanas.
Si bien se aprobó la ley 7600 en el año 1996, parece que aún nos queda un largo camino, ya que no se ha logrado incorporar un mínimo de adecuaciones arquitectónicas, educativas, laborales y recreativas. Tomando en cuenta que muchas de las adaptaciones se han realizado por luchas individuales, porque hacer valer la ley 7600 en nuestro país es una lucha inalcanzable y agotadora. Para hacerla valer una persona con discapacidad tiene que andarla bajo el brazo para que la sociedad costarricense se dé cuenta de sus derechos y me pregunto: ¿Cuál es el conocimiento que tiene la población de esta ley? Hasta el momento la sociedad costarricense no cuenta con una estructura organizativa para que esta población logre hacer valer sus derechos e igualdad de oportunidades o simplemente tener una vida digna.
Cotidianamente, una persona con una discapacidad física, a la que de por sí todos estamos expuestos, tendría que enfrentar impedimentos para utilizar el transporte público, ya que aún los buses no tienen rampas y la distancia entre la grada y el suelo es abismal; en la mayoría de las vías no existen aceras y las pocas que existen son inadecuadas para el tránsito de, por ejemplo, una silla de ruedas; los parqueos destinados para esta población son irrespetados y podríamos continuar con una extensa lista de limitaciones de accesibilidad.
Otro punto con el que tendría que lidiar una persona con discapacidad es con las frecuentes discriminaciones en ámbitos como el laboral donde, por ejemplo, en muchas ocasiones tienen estudios universitarios pero no encuentran un trabajo de acuerdo con su formación. Es importante mencionar que la ley 7600 contempla este punto; sin embargo, los incentivos ofrecidos por el gobierno para la inserción de la población con discapacidad no han sido suficientes para disminuir el 96% de desempleo en esta población.
El gobierno de Costa Rica debería realizar un plan de divulgación con una amplia cobertura de los incentivos brindados a las instituciones si incorporan personal con alguna discapacidad en sus planillas. A lo mejor podríamos tener como ejemplo la legislación canadiense al respecto, la cual reporta que solo alrededor del 25% de la población discapacitada se encuentra desempleada.
Aunque esta población tiene desde mi punto de vista una doble lucha, la cual consiste en enfrentar su condición y la segunda la inserción social, en nuestro país hay algunas iniciativas como la de la artista Patricia Jiménez, en Monteverde, quien ha organizado en su comunidad a un grupo de personas con discapacidad en espacios artísticos, culturales, con el fin de que logren integrarse de alguna manera a la sociedad.
Estas organizaciones culturales-artísticas las encontramos en otros países latinoamericanos como Colombia y Argentina, donde existen redes de artistas con discapacidad. Sería de suma importancia por parte del Gobierno promover más este tipo de organizaciones en el nivel nacional, ya que son una opción muy enriquecedora para esta población.
Por último, creo que a lo mejor este largo camino de adaptaciones a los espacios físicos, educativos y recreativos no sería tan tortuoso si nuestra actitud negativa ante esta población se transformara en respeto y solidaridad.
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