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El acuerdo militar y comercial entre Francia y Brasil tiene vastas repercusiones geopolíticas entre los dos países.
La visita del presidente francés, Nicolás Sarkozy, a Brasil la semana pasada, selló un acuerdo militar y comercial de vastas repercusiones geopolíticas entre los dos países, como lo señalaron diversos analistas.
Las razones por las cuales los franceses venden material militar a Brasil trascienden el plano económico y alcanzan los cálculos geopolíticos, explicó a la BBC Olivier Dabène, analista del Instituto de Estudios Políticos de París. Es “el más importante pacto de defensa de la historia reciente de Brasil”, según expertos citados por esa emisora británica.
El acuerdo con Francia coincide con profundos cambios geopolíticos ocurridos en el mundo desde el fin de la Guerra Fría.
La desaparición de la Unión Soviética, que parecía consolidar un mundo unipolar controlado por una sola superpotencia, ha dado paso a una multipolaridad que poco a poco se va a abriendo paso y adquiriendo forma en el nuevo escenario internacional.
En el plano político, Francia ha respaldado la idea de una reestructuración del orden internacional para dar espacio a las llamadas potencias emergentes, apoyando no solo la aspiración de Brasil de integrar, como miembro permanente, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino también la de tener más peso en organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
ACUERDO MILITAR
En ese marco, los acuerdos para la compra y venta de armamentos entre los dos países adquieren una significación especial.
Se trata, por una parte, de un acuerdo por unos $14 mil millones para la compra de aviones, helicópteros y submarinos, la transferencia de tecnología francesa a Brasil y la adquisición de cinco aviones de transporte militar brasileños por parte de Francia.
En su primera visita a Brasil, en diciembre pasado, Sarkozy acordó con Lula la venta de cinco submarinos (uno nuclear y cuatro Scorpène de motor diesel) y 50 helicópteros Cougar de transporte militar EC-125, que se van a construir en Brasil. Ahora se comunicó su intención de adquirir 36 cazabombarderos Rafale, fabricados por la empresa francesa Dassault.
La transferencia de tecnología fue uno de los factores enfatizados por el presidente brasileño, Luis Inácio Lula da Silva, al explicar la decisión de su país de optar por el acuerdo con Francia, dejando así sin opciones a la empresa norteamericana Boeing y la sueca Saab, que competían con Dessault por la venta de los aviones caza.
Francia tiene una «ventaja comparativa excepcional», dijo Lula, al ofrecer a Brasil transferencia de tecnología junto con la venta de los aviones.
«Un país del tamaño de Brasil no puede comprar un producto de otro país y ese país no pasar la tecnología», dijo Lula. «Los franceses son el único país importante que está dispuesto a discutir con nosotros esa transferencia de tecnología».
“En el futuro, Brasil no saldrá de compras. Quiere producir su propio armamento porque sabe que es estratégico para el escenario defensivo en Sudamérica”, dijo, por su parte, el asesor de Lula en asuntos internacionales, Marco Aurelio García.
PRECAUCIONES
Pese a la importancia que Brasil otorga a la transferencia de tecnología al cerrar esos acuerdos, el tema encierra enorme complejidad pues no significa que Francia esté dispuesta a entregar sus secretos mejor guardados en esas materias, como radares, misiles, visores, sistemas de mira y la electrónica de las aeronaves, entre otros.
El grupo naval francés DCNS ayudará a Brasil en la construcción de un submarino nuclear pero «el límite ha sido establecido claramente”, afirmaron fuentes de la empresa. Eso no incluye la sala de máquinas nuclear, por ejemplo.
“Algunas tecnologías, empezando por lo nuclear militar (misiles o propulsión de submarinos), son demasiado estratégicas como para ser transmitidas y están enmarcadas estrictamente en tratados internacionales”, señalaron.
Pero, aún así, Francia tiene una posición mucho más flexible que Estados Unidos en esta materia, cuyo Congreso prohibió la exportación de los cazas furtivos F-22, inclusive a países amigos, como medida extrema para evitar que las tecnologías más sofisticadas puedan caer en manos extranjeras.
En todo caso, el acuerdo para Brasil tiene también la importancia de consolidar su propia industria aeronáutica, ya que Francia comprará diez aviones de transporte militar KC-390, el llamado «Hércules brasileño», para sustituir los C130 Hércules estadounidenses.
Una transacción de ese tipo abre el mercado militar para los aviones brasileños, cuya empresa Embraer se ha posicionado ya en el mercado de aviones comerciales. Esto sucede incluso en Centroamérica, donde la empresa Taca opera varias de sus aeronaves.
AMAZONÍA Y PETRÓLEO
El cambio del escenario internacional ha provocado renovadas preocupaciones por el tema de la seguridad, sobre todo a los países “intermedios”, que aspiran a consolidar su presencia en ese escenario.
India y Pakistán se han transformado en países con capacidades nucleares, lo mismo que Israel. Brasil, que no aspira a ser potencia nuclear, ha optado por un armamento convencional, pero también por el desarrollo de su industria militar.
El acuerdo con Francia coincide con la implementación de una nueva Estrategia Nacional de Defensa, aprobada el año pasado por Lula, que ubica las prioridades de defensa nacional en el litoral atlántico y en la Amazonía, y fija las bases para la reactivación de la industria bélica.
Lula recordó el descubrimiento de enormes reservas de crudo en el litoral central brasileño, frente a las costas del estado de Espíritu Santo, al norte de Río de Janeiro, al explicar la visión estratégica de su país. Ahí se descubrieron, en 2007, enormes reservas petroleras que superarían los 50 mil de barriles de crudo.
“El petróleo ya fue motivo de muchas guerras y no queremos ninguna guerra y ningún conflicto”, señaló.
En cuanto a la Amazonía, no se trata solo de la selva, sino también de la “Amazonía azul”, los mares que rodean el país en el Atlántico.
Lula ya había expresado su preocupación en la reciente reunión del Consejo de UNASUR, celebrada en Quito el 10 de agosto pasado.
Esa reunión tuvo como tema principal el acuerdo militar de Colombia con Estados Unidos para ampliar la presencia militar norteamericana en ese país y que los demás países vecinos ven como una amenaza a su seguridad.
Lula propuso celebrar una cumbre para tratar el tema, que se llevó a cabo posteriormente en la ciudad argentina de Bariloche, sin mucho éxito.Pero el presidente brasileño señaló, en Quito, que a su país le “preocupaba profundamente” la presencia de la recién restaurada IV Flota norteamericana frente a las costas brasileñas, precisamente sobre las reservas petroleras.
Lula propuso también “invitar el gobierno de los Estados Unidos para una discusión profunda sobre la relación con América del Sur y con América Latina.
Esa reunión también ha quedado pendiente, entre otras cosas porque es probable que la administración Obama no tenga todavía definida y revisada esa política, que no está entre los temas más urgentes de su agenda internacional.
Pero Lula recordó el discurso del presidente de EE.UU. en la Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad y Tobado en abril pasado, donde delineó su visión de esas relaciones, y señaló que esperaba, a partir de entonces, nuevos progresos en la puesta en marcha de esa redefinición.
16-set-09
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