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Arrástrame al infierno

Se mantiene en cartelera  “Drag Me To Hell”, que combina hábilmente los géneros del terror (tanto el horror –gore- como el suspenso) y la comedia dramática (de situaciones).

Se mantiene en cartelera  “Drag Me To Hell”, que combina hábilmente los géneros del terror (tanto el horror –gore- como el suspenso) y la comedia dramática (de situaciones).
Es obra de Sam Raimi, reconocido tanto por sus primeras películas de culto que sirvieron el horror con notable eficacia (como la trilogía “Evil Dead”) como por su destreza para realizar la serie hollywoodense  “El hombre araña”.
Yo difícilmente la habría visto, pero me invitaron a una premiere y, vaya, valió el rato. Lo que menos me gustó fue la escena reiterada de la vieja gitana vomitando porquerías (lo más gore), que se me antojó una Linda Blair (“El exorcista”) retorcida, además de repugnarme cierta connotación racista; mas sí reconozco la eficiencia de los efectos especiales.
Disfruté mucho de la obra que el colega de La Nación, Venegas, despreció con un 5; y luego descubrí en la página web Rotten Tomatoes que a la crítica estadounidense le encantó, pues la destacan con un 9,20.Les comenté a mis estudiantes que este filme convenía verlo por su cuidadosa realización formal. Para un cinéfilo es un deleite regodearse con la notable calidad técnica y narrativa que ostenta el mejor cine hollywoodense. Por otra parte, sin grandes estrellas, sus intérpretes cumplen con un relato que mantiene el interés. Incluso, a diferencia de tanta tontería usual, los conflictos entre éstos están bien formulados y refuerzan la trama central.
Durante milenios el ser humano ha corporeizado su propia maldad, o las fuerzas ciegas de la naturaleza, en toda clase de infiernos y demonios que no son más que proyecciones de sus propios actos inicuos. Ya en los grandes simios sus reacciones de enojo ante la injusticia son notorias. Fuente inagotable de todas las culturas es la existencia de mundos subterráneos, paralelos o  transpuestos al nuestro, que nos combaten o nos persiguen, y que establecen toda clase de misteriosas alianzas con nosotros, los de este lado (el otro lado es el de los no nacidos, de los muertos o medio muertos y seres sobrenaturales).
Sobre esa base supersticioso/religiosa se yergue este cuento, donde una joven ejecutiva de un banco trata de salvarse de una maldición (que simboliza el poder de la palabra, aunado a la magia asociativa –que bien explica G. J. Frazer en “La rama dorada”-), que la conducirá a sufrir eternamente en el abismo demoníaco.  Si bien a mi lo que me aterra es la gente corriente, especialmente los colegas, aceptada la premisa, la obra te atrapa y convence.
Raimi logra una extraordinaria mezcla de humor sutil y terror mesurado que cautiva. Además, yo le encontré un claro sentido moral, que confirmé luego al leer que escribió el guion, hace una década, como una crítica al egoísmo. La que ahora oportunamente tiene que ver (por la crisis inmobiliaria) con el desalojo del hogar que sufre una anciana.
Dos ideas me sedujeron. Una es la absoluta responsabilidad por nuestros actos, con las consecuencias inevitables de cada acción en nosotros y en los demás. Así, esa bonita muchacha, por demás muy decente, sucumbe, en un ambiente laboral envenenado, a su ambición egoísta y comete una injusticia, que muy pronto se volverá contra ella (la brutal escena  del auto). Por más que se arrepienta y por más que luche, pagará las (terribles) consecuencias. Y el amor, notable, de su novio, no la podrá salvar. Y por si quedaran dudas, un intrigante compañero suyo de oficina, malicioso como tantos, también se derrumba con sus mentiras.
La otra es que aún el detalle más pequeño, en este caso un botón; o la confusión más insignificante, como un traslape de sobres, producen consecuencias desproporcionadas. Pareciera, además, que un destino (como el que pensaron los griegos) se impone sobre la voluntad humana y divina, y que un castigo final (como el que imaginaron los judíos) es inevitable; porque en este caso no hay perdón. ¡Qué sabia es la expresión: la realidad no perdona!   
Post data: los invito a disfrutar de “Gestación”, coproducida por el Director Esteban Ramírez y el suscrito.
 

  • Gabriel González Vega 
  • Cultura
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