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Uno de los temas que captó mi atención durante la Reunión Latinoamericana y Caribeña preparatoria del IV Foro de Gobernanza en Internet (FGI) realizada a inicios de agosto en Río de Janeiro, fue el tema del Acceso.
El foro se realiza por mandato de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información y en él se discuten y toman acuerdos sobre temas fundamentales de la sociedad de la información y que nos afectan a todos y todas, por ejemplo políticas de acceso, privacidad, seguridad y propiedad intelectual.
La actividad de preparación del FGI suponía un espacio donde se reflejarían las posturas de diferentes sectores: gobierno, sociedad civil, sector privado. La discusión sobre la Accesibilidad a Internet me dejó muchas preguntas sobre temas relacionados con el contexto latinoamericano que quedaron por fuera de la discusión. El problema principal radica en que se ha homologado el tema del acceso con el de infraestructura, entendiéndose entonces que para que haya acceso la gente solamente necesita tener una computadora en frente. Se habla entonces de la instalación de laboratorios de cómputo como la panacea que creará oportunidades y eliminará mágicamente lo que se ha llamado la brecha digital, pero en la ecuación olvidamos dos elementos fundamentales: la persona y el contexto. Las capacidades para el acceso están mediadas por temas como el género, la edad y la escolaridad y que muchas veces son de carácter contextual como el idioma, la religión, y las costumbres culturales. Debemos por tanto empezar por conocer quién es esta persona que deseamos tenga “acceso”. Si el objetivo es que las personas accesen a aquel conocimiento que contribuya a la transformación positiva de su cotidianidad, entonces debemos incidir en que encuentren contenidos que les sean relevantes y entonces sí podríamos estar hablando de reducción de brechas digitales, que en último caso se traducen a desinformación. Esta reconfiguración del objetivo de acceso nos devuelve a las preguntas sobre nuestras personas metas, ya que son sus necesidades las que determinan si un contenido les es relevante o no y cómo deben diseñarse las estrategias para su acceso. Podemos decir que existen diferentes niveles de acceso, que acercan a las personas usuarias gradualmente a la información que puede abrirle nuevas posibilidades. El primer nivel y más básico es de carácter instrumental, refiere a la instalación de laboratorios de cómputo; en este nivel nos conformamos con que las personas hagan algún uso de las computadoras y el éxito de programas de este tipo se centra en el número de laboratorios abiertos y de usuarios de estos. El segundo nivel incorpora la capacitación pero centrada en las herramientas, sin enfocarse en su uso estratégico, lo que por lo tanto las convierte en un fín en sí mismas; el acceso es medido ahora también por el número de personas capacitadas. El tercero incluye capacitación y acompañamiento pero reubica la tecnología como herramienta y el fin es la transformación del contexto donde se utilicen y crear nuevas oportunidades a las personas que las utilizan, aquí ya hablamos de uso estratégico de la tecnología y de contenido relevante. Es importante no confundir acceso con apropiación, término que contempla procesos de transformación social, organizativo, etc. a partir de la utilización de la tecnología. El acceso solo puede asegurar la creación de nuevas oportunidades cuando la tecnología se visualice como herramienta y el objetivo sea el acceso a un conocimiento que no reproduzca la estructuración actual de la sociedad. Dicho de otra manera: no toda la información que recibimos nos brinda oportunidades; en el sistema actual cuanto mayores recursos económicos y educativos tengamos, recibiremos mejor calidad de información, lo que a su vez implica mejores oportunidades. El objetivo del acceso debe ser entonces incrementar esas posibilidades de accesar información relevante en las poblaciones de menores oportunidades. No obstante, para asegurar un acceso transformador en Latinoamérica requerimos tener en cuenta muchos aspectos del contexto para diseñar estrategias más democráticas y equitativas al conocimiento que sea relevante y potenciador de la transformación social. Algunos de estos temas son la multiculturalidad, el multilingüismo, los procesos de migración, la presencia de una alta tasa de población indígena con desiguales oportunidades educativas y laborales, un contexto patriarcal que acarrea procesos como la feminización de la pobreza, procesos de globalización y privatización que acrecientan las brechas económicas y de oportunidades entre las diferentes clases sociales, y la explotación irracional de recursos naturales, entre otros. Hablar de acceso desligándolo de estos temas y a otros referidos a nuestra historia y cotidianidad solo nos hará crear procesos que reproducirán nuestras dinámicas y la estructuración actual de poder y de acceso al conocimiento centrado en unos pocos.
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