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Colectividad y descentralización, el inicio de una nueva era

Se ha  iniciado una época histórica de reivindicación integral de la dignidad humana. Las regiones superestructurales e institucionales fundamentales de la sociedad capitalista se han debilitado, no cuentan con la misma capacidad de convocatoria que tuvieron en otro momento, no porque hayan perdido su función, sino su significado.

Se ha  iniciado una época histórica de reivindicación integral de la dignidad humana. Las regiones superestructurales e institucionales fundamentales de la sociedad capitalista se han debilitado, no cuentan con la misma capacidad de convocatoria que tuvieron en otro momento, no porque hayan perdido su función, sino su significado.
Ya no son capaces de convocar y apasionar el espíritu humano.Cuando la región superestructural se desarticula, las comunidades estructuradas dentro de ese escenario entran en crisis, pues no nos es posible comprender el sentido de convivir en ellas. Sin comunidad identitaria, la comunidad física se vuelve un desierto poblado por anónimos.La crisis integral del capitalismo ha reducido el mundo a realidad de incertidumbres. Dentro de ella solo aquel que posee la inteligencia suficiente para forjarse una vida retoma su dignidad a través de la cogestión de sentidos en una colectividad. Recreando la identidad la vida readquiere sentido. En la  convivencia dentro de la colectividad  se redimensionan las posibilidades de significación del sujeto, pues la relación con otros se constituye en ámbito de realización  y comprensión de la diversidad. Desde las ruinas de la sobrevivencia se abre paso la posibilidad de la vida. La riqueza de la realidad esta en presentar alcances inesperados, al reconfigurarse la identidad por medio de esa cogestión se descentralizan las relaciones generales de socialización, ya que estas se mantienen vigentes por medio de centralizaciones de la conciencia y la voluntad entorno a definiciones superestructurales de sentido, que resultan ahora estar siendo alternativizadas. Se descentralizan entonces las definiciones o sentidos de ser, no por desaparición de superestructuras; sino por su desplazamiento resultado de la emergencia de  prácticas de diversidad visibilizada. La realidad no es mas una región homogénea, sino una diversidad de regiones relacionables, la ontología del mundo y del ser humano han cambiando, tanto como la moral y la forma de participar  políticamente de la sociedad. Nos dirigimos a la configuración integral de un nuevo tipo de sociedad, la utopia se ha hecho más posible que la realidad histórica constituida. Hoy por hoy tiene sentido pensar en una sociedad que  mantenga la productividad capitalista superando las distorsiones humanas  generadas por asimetrías en la posesión de capital, la distribución de bienes y la destrucción del medio ambiente. En  la época del humanismo absoluto de la historia, los híbridos económico-políticos son realizables por ser compresibles para la conciencia y la voluntad de dignificación humana. El mercado puede regularse por restricciones ético-políticas elevadas a marcos jurídicos, el ser humano puede ser colocado en el centro del crecimiento económico y el bienestar material integral. La alternativa socialista adquiere un nuevo contenido.Nos encontramos ante la reconstitución de la sociedad civil, compuesta ya no por un sujeto cívico específico, sino por diversidad de sujetos histórico-políticos poseedores de multiplicidad de intereses e iniciativas que ejercen presión  política regulativa; pero descentralizada. Hoy la utopía ocialista de centralizar lo social entorno al ser humano es materializable por medio de una descentralización del ejercicio de relaciones de convivencia e identidad, nos movemos hacia una regulación descentralizada de la sociedad, capaz de promover la dignificación humana. Lo social pasa entonces a estar constituido por multiplicidad de espacios de significación real del sujeto; no hay ya posibilidades de que el capitalismo mantenga vigentes sus mecanismos de exclusión e invisibilización denigrante. La historia se abre a una abundancia de posibilidades conductuales que no requieren consolidación superestructural, pues son parte estructural de espacios de convivencia social descentralizada, se trata de formas de vivir que crean su propia valoración, y no de valoraciones  que crean su propia forma de sobrevivir. Ya nada puede enturbiar la vida de los que tenemos la osadía de ser libres, diferentes, utopistas.   

  • Hermann Guendel (Subdirector Escuela de Filosofía UNA)
  • Opinión
CapitalismSocialism
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