Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Esto nace como respuesta al artículo de Héctor Naranjo en el Semanario UNIVERSIDAD, “Pedofilia y homosexualidad”, donde se realizan afirmaciones debatibles desde un punto de vista científico. Por tanto, considero pertinente realizar algunas aclaraciones sobre la pedofilia y la diversidad sexual.
Decía Foucault que la sociedad tiende al control de las operaciones del cuerpo. El cuerpo, según Maslow, requiere satisfacer necesidades básicas: alimento, aire, agua, sexo. El sexo, según Freud, es una pulsión de placer o de vida, que conlleva a un conflicto: ¿Dominarse o ceder? ¿”Bien” o “mal”? ¿Ello o superyó? Lo social es, entonces, la negación del placer individual, tal como diría la Escuela de Frankfurt.
La sexualidad está relacionada con el control social de los cuerpos. La satisfacción del impulso sexual es regulada: ¿dónde? ¿cuándo? ¿cómo? ¿con quién? La pedofilia, en la mayoría de los escenarios socioculturales actuales, es censurada y reprochable en tanto el daño a la víctima. Décadas atrás, escribía Herdt sobre tribus que empleaban “actividad sexual” (felación) entre niños hombres- adultos hombres como un rito de pasaje que les proveía la virilidad necesaria para convertirlos en hombres adultos y en guerreros. ¿Es esto pedofilia?
Pedofilia es cuando los niños o las niñas son el objeto primario de placer sexual (sin interés sexual por el cuerpo adulto). Este es un fenómeno social complejo. ¿Cuál es la motivación del sujeto pedófilo? ¿Es la inocencia de los cuerpos, el poder de la dominación, es una circunstancia previa como un abuso ocurrido durante la infancia, un desequilibrio bioquímico? Las causas de esta conducta han sido objeto de debate por décadas y aún no existe un consenso científico. Por su parte, la efebofilia remite al deseo por el cuerpo adolescente y es una práctica que recibe menos “prensa”.
Dicho artículo denuncia la pedofilia como una práctica masculina y desde una visión estadística es probable. Pero yerra al atribuir una correlación entre pedofilia y homosexualidad. ¿El riesgo está en casa? Estudios como Jenny, Roesler y Poyer demuestran que en Estados Unidos el 83% de las víctimas de abuso sexual fueron agredidas por parejas heterosexuales de sus parientes. Margolin identifica patrones de abuso sexual en la relación heterosexual sobrinas-tíos. Freund y Watson afirman que la razón de la pedofilia heterosexual-homosexual es de 11 a 1. ¿Por qué excluir a los heterosexuales del tema? Un/a pedófilo/a causa el mismo daño en su víctima independientemente de si es hombre o mujer, o su orientación sexual.
Naranjo afirma que la culpa demuestra que una conducta “no está bien”. Sin embargo, la culpa remite a la ética y moral, al legado del estoicismo y la tradición católica. ¿Cree un pedófilo en su escala moral de valores que hace un daño? Cada pedófilo es distinto, aunque generalmente existe una ausencia de sentimientos de culpa debido a la negación de su condición. Actualmente, en Holanda, existe un partido político pedófilo que compite por su reconocimiento como opción democrática. ¿Experimentan culpabilidad o remordimiento? ¿Creen que deben dominarse a sí mismos o controlar la tentación? Posiblemente no.
Los estereotipos sobre la relación entre homosexuales y pedofilia son preocupantes dado que la característica “tabú” de este fenómeno enciende pasiones y miedos. ¿Se orienta dicho artículo hacia la protección de los niños y niñas o promueve el odio y la discriminación hacia el Movimiento GLBTI? Este estigma afecta al movimiento de diversidad sexual que lucha por un reconocimiento de derechos basado en relaciones que ocurren entre adultos, son consensuales y que poseen un componente afectivo y emocional. Atribuir estos estereotipos a este colectivo es homofobia, es violencia simbólica contra la población sexualmente diversa. Es un mecanismo de control social y de censura moral.
El mayor problema de estos prejuicios no es la homofobia, sino la información presentada induce a error: ¿Quién sospecharía del tío, del padre o madre, de la vecina, del amigo/a cercana heterosexual que visita a la familia regularmente? ¿Por qué reducir este problema a “los homosexuales”? Los medios de comunicación deben informar responsablemente, ya que estos casos de abuso sexual son silenciados y suelen ocurrir durante años con consecuencias fatales. Reafirmar estereotipos no contribuye a la solución del problema.
Este documento no posee notas.