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Los ojos y el conocimiento

La vida en sociedad no sería lo mismo sin la capacidad que tenemos la mayoría de los animales sociales de reconocer rostros; sin embargo, en los primates y en espacial en nuestra especie esto se da con un especial detalle.

La vida en sociedad no sería lo mismo sin la capacidad que tenemos la mayoría de los animales sociales de reconocer rostros; sin embargo, en los primates y en espacial en nuestra especie esto se da con un especial detalle.
Me refiero a que los varones somos capaces de reconocer aproximadamente ocho mil combinaciones de microgestos faciales y las mujeres aproximadamente dieciséis mil, quizá por eso ellas identifican con facilidad cuando otras personas no dicen la verdad.
Investigaciones importantes de los últimos dos años han demostrado que aproximadamente a los cuatro años y medio los niños tienen configurada la mayoría de estos microgestos en su memoria y los identifican sin mayor problema. En los seres humanos altamente sociales como somos, ese reconocimiento se da en edades muy tempranas; entre los 3 a 10 días de nacido el bebé puede ya leer algunos microgestos de las personas que los crían en espacial las mas cercanas, e identificar a los veinte días cuando un rostro puede pertenecer a alguien conocido o desconocido, de su grupo o peligroso. Desde muy pequeños y aún aferrados al pecho materno miramos a los ojos de nuestras madres configurando en muestra memoria el rostro de aquella que nos cuida  asociando satisfacción y calor con la mirada. Son las primeras huellas mnémicas que nos permiten ir creando el camino de la seguridad básica y de la autoestima. Se podría decir que ese universo de miradas crea en nuestra especie las bases para la construcción de los conocimientos que nos identificarán con la cultura. Es increíble pero esa mirada primaria puede también ser el inicio de una trágica vida, madres inseguras transmiten a sus crías el temor (lo mismo es válido para un padre). Varios estudios de mucha actualidad muestran como los padres inseguros activan abundante secreción de oxitocina en las mujeres y vasopresina en los varones provocando emociones intensas en los hijos(as) y generando patrones de seguridad básica atrofiadas y sensaciones de miedo, que de sostenerse a lo largo del tiempo genera personalidades inseguras. Comprobado está también que personas inseguras tienden a tener más dificultades para generar pensamiento complejo, procesar información y conocimientos en memoria, controlar sus estados emocionales, solucionar problemas y tomar decisiones de forma efectiva,  hacer análisis adecuados de las situaciones de la vida y crear luego relaciones estables de pareja. La mirada es de vital importancia para nosotros, nos da la referencia de los otros y nos tranquiliza cuando la compañía es deseada. En personas no videntes esta ausencia es en gran medida solventada por el olor, el contacto y las voces de las personas. Jari Hietanen encontró evidencias que muestran que la dirección de la mirada es significativa para el procesamiento de la información visual de una cara humana; esto se relaciona con otras investigaciones que muestra que si un docente mira a los ojos de sus estudiantes y se muestra confiable logra que estos aumenten su capacidad de memorizar y comprender contenidos.  Un equipo de investigadores confirmaron con electroencefalografía que el sistema visual del cerebro procesa la cara de otra persona mucho mejor cuando la mirada de la persona está dirigida directamente al observador. Ahora bien si unimos los primeros datos con estos últimos encontramos una situación interesante que una muy fresca investigación comprobó. Si el sujeto es inseguro por las razones al principio anotadas, la mirada de un docente si no es serena y afectiva logrará más bien atemorizar al estudiante e inhibir el adecuado aprendizaje. Esto se daba no solo en la niñez sino de igual forma en la adolescencia y adultez, con la variante de que en estos dos últimos grupos etarios podían reaccionar también de forma violenta cuando los sujetos son inseguros y se enfrentan a docentes inseguros o dominantes. Los ojos no solo son ventanas al alma sino que parecen ser puertas al conocimiento, nos pueden ayudar a ser seguros o a lo contrario, pues nos permiten configurar patrones de estabilidad o inseguridad en relación a los otros. Después de todo los docentes no solo ofrecen contenidos a sus estudiantes sino también fortalecen patrones de seguridad-inseguridad, pueden sanar o dañar más.
 

  • Luis Ángel Piedra García (Psicólogo del Departamento de Docencia Universitaria)
  • Opinión
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