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Dicen que las personas y los pueblos piensan de acuerdo con lo que comen… ¿Qué hay entonces detrás de un pueblo amante del gallo pinto: platillo compuesto básicamente por arroz y frijoles? ¿Por qué los ticos de antaño plantaron en su mesa un elemento que, además de quitarles el hambre, aludía a un animalito (de plumaje blanco y negro) todo hombría, madrugador, enamorado, alegre y copulador, defensor de su territorio y sus hembras, que cantaba sus verdades sin tapujos?
Tanto el exotérico platillo como el listo animalito aludido, son fruto de dos opuestos: el negro y el blanco, ausencia y presencia de la luz… (Yin – yan). Pero además el platillo conjuga lo autóctono con lo exótico; el frijol es una leguminosa americana (aborigen) y el arroz es una gramínea asiática (colonizador). En todo caso, el gallo pinto reinó en la mesa de aquellos costarricenses sencillos, amables, honestos, leales, valientes, trabajadores, amantes del campo y los hogares con familias numerosas, que se reunían alrededor de un fogón y hablaban de campo, pala, machete, vaquilla, bueyes, caballo, guitarra, retahíla, poesía, cuento, leyenda, prudencia, honestidad, respeto, solidaridad, educación, libertad, paz, democracia, derechos, principios, seguridad, patria y progreso… Es admirable que el gallo pinto produjera un pueblo paradigmático por sus logros sociales y políticos; abolió el ejército, implementó las garantías sociales, dignificó al ciudadano, priorizó principios y valores e hizo del bienestar social meta de los ideales humanos… Costa Rica fue respetada y reconocida internacionalmente por su nivel de vida, su educación, su amor a la naturaleza, su red vial, su alto sentido de libertad, independencia, democracia y soberanía… Los gobernantes paseaban en las calles sin más guardaespaldas que un respeto y un cariño bien ganados.
Pero un día las cosas cambiaron radicalmente. El gallito madrugador se dejó madrugar y perdió el patio, el cafetal, el agua, las montañas, las playas, la soberanía y la democracia… Muchos ticos perdieron hasta el modo de caminar, la voluntad, la solidaridad, los principios y los valores…Complementaron el pinto con el chorizo de la corrupción… Se dejaron intimidar. Renunciaron a sus derechos, olvidaron la honestidad y el trabajo. De autosuficientes se convirtieron en “limosneros pedigüeños” y al aceptar regalías vendieron su libertad. Descuidaron la educación, los derechos y la seguridad social. Dejaron la huerta llenarse de droga y la cocina de prostitución… Dejaron de ser libres y soberanos permitiendo que dos truhanes burlaran la Constitución… Mismos que imponen una “defensora” del pueblo y quieren perpetuarse en el poder mediante una “títere” que denominan “firme y honesta”, ignorando la semántica de tan nobles vocablos…Pero entonces, ¿por qué se vino al suelo un pueblo honesto, sensato y trabajador, que valientemente defendía sus derechos, la patria, el futuro y la soberanía, si continua comiendo el mismo gallo pinto que forjó los próceres y héroes del pasado? Bueno, es posible que el arroz y los frijoles, ahora importados, no tengan las mismas virtudes del producto criollo, o que el ambivalente negro del frijol, se manifieste como ausencia de luz… Es probable que el tico de hoy haya perdido el espíritu y la gallardía del “listo gallito” que fue otrora, y que acabó sobre algún desayuno con gallo pinto… Para las próximas elecciones (las más caras e insulsas de la historia), Dios tenga piedad de este pueblo, con tanto conformista y sumiso…
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