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Xenofobia y Año Nuevo

La historia de la humanidad y de los pueblos, en su constante interacción, siempre se ha visto afectada por discursos culturales estereotipados, que se transmiten, se aprenden y se refuerzan en diversos espacios y ámbitos. 

La historia de la humanidad y de los pueblos, en su constante interacción, siempre se ha visto afectada por discursos culturales estereotipados, que se transmiten, se aprenden y se refuerzan en diversos espacios y ámbitos. 
Esos discursos se sustentan en relaciones de poder y solo pretenden marcar diferencias entre las personas y los grupos.
Estas diferencias son artificiosas, ya que parecen justificarse en mecanismos de dominación ideológica y esconden en sí múltiples contradicciones, ya sean económicas, étnicas, sociológicas, históricas o religiosas. Uno de estos discursos es la xenofobia, la cual expresa odio y horror hacia las personas que resultan extranjeras, ajenas a un entorno catalogado como “propio”.  La xenofobia existe de manera explícita, pero también funciona en un nivel no consciente en el que los individuos sin conciencia plena de los hechos, reproducen lo aprendido, lo que una determinada sociedad les ha enseñado. Existen coyunturas especiales en las que la xenofobia emerge y da cuenta de los conflictos entre las personas y naciones, incluso provoca reacciones en torno a ese complicado proceso que tiende a construir o a mantener “unas identidades”, siempre operando de modo dicotómico con las categorías de superioridad y de inferioridad, y las infinitas derivaciones que de éstas se desprenden. Por ello surgen el humor y las burlas, la violencia y hasta la muerte de sujetos que cargan con esa marca de extranjeros que los condena a la marginalidad permanente en un escenario en el que no tienen posibilidad de ningún arraigo. Desde tiempos antiguos hasta hoy, en diferentes lugares y países del mundo, llámense desarrollados o subdesarrollados, la xenofobia funciona como un mecanismo de exclusión social que da cuenta por un lado de la superficialidad e hipocresía de múltiples sociedades, y por el otro, de las calamidades que deben sufrir las  personas para poder sobrevivir en condiciones que atentan contra la dignidad y contra los derechos humanos. Sabemos, por ejemplo, que la pobreza, la miseria y el afán noble de buscar el sustento cotidiano para sus familiares,  arrojan cada día más a millones de ciudadanos y ciudadanas  a mundos desconocidos donde casi nunca su corazón encuentra un eco, una voz que le hable de igual a igual, de persona a persona. Este Año Nuevo trae a nuestras familias y amistades, un sentimiento de armonía y paz que nos permite crecer como seres humanos. Nos produce alegría y nos da nuevas oportunidades. Una de éstas, sin duda, debe ser la de tomar conciencia sobre la gravedad de la xenofobia en el mundo y en Costa Rica, donde los sistemas de poder han encontrado en un vasto fragmento de los imaginarios colectivos tierra fértil para que la xenofobia avance, tal y como lo han demostrado las investigaciones realizadas por el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica.  Este hecho es lamentable y tiende a afianzarse en coyunturas especiales como las campañas políticas en las que no siempre se valora al extranjero en todas sus dimensiones humanas.  Este 2010 que apenas  inicia debe llevarnos también a la búsqueda de un cambio educativo profundo que implique abandonar todos aquellos comportamientos que tienden a dividir  la humanidad, olvidando que en este mundo todos tenemos una condición, una sensibilidad y unas aspiraciones que nos hermanan.
 

  • José Ángel Vargas Vargas (Miembro del Consejo Universitario, Universidad de Costa Rica)
  • Opinión
Violence
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