Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
El Ganador del Premio Nacional de Ciencia ha logrado mejorar la producción de sueros para salvar vidas amenazadas por una mordedura de serpiente.
Guillermo León Montero, quien recientemente ganó el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología, por su destacada labor como investigador del Instituto Clodomiro Picado (ICP), es un apasionado de los antivenenos y ello le ha permitido lograr avances extraordinarios en su campo.
En un tema como las mordeduras de serpientes, que todavía causan horror entre la población campesina costarricense y centroamericana, porque entre la visión científica se cruza la mitológica, León y su grupo de investigadores han logrado producir antivenenos de gran calidad a costos bajos. Gracias a los adelantos en dicha materia, Costa Rica es líder en el istmo en antivenenos, los que se exportan al resto del área y a naciones como Ecuador y Colombia y hay solicitudes para que los antivenenos “ticos” sean vendidos en Pakistán y Sri Lanka. León, de 40 años y quien es doctor en Microbiología y Química de la Universidad de Costa Rica, ha estado ligado al Instituto desde 1991.
¿En qué consiste la investigación sobres sueros por el que recibe el galardón de Ciencia y Tecnología?
-Se trata de una serie de investigaciones sobre las características de los antivenenos ofídicos que determinan su eficacia como tratamiento de los envenenamientos producidos por la mordedura de serpiente. También aborda los mecanismos mediante los cuales se producen las reacciones adversas observadas durante la administración de antivenenos. Con base en los resultados de estas investigaciones y de otros obtenidos por el grupo de investigadores del ICP, fue posible perfeccionar la técnica de producción de antivenenos desarrollada por investigadores de nuestro instituto en 1994 y diseñar un sistema constituido por varios elementos, los cuales permiten la producción industrial de un producto de buena calidad.
¿Qué es lo que le ha permitido al país ubicarse como uno de los principales productores de sueros antiofídicos?
-Creo que son varios factores. Primero, una fuerte actividad de investigación básica, que desde la fundación del Instituto ha realizado aportes importantes para comprender la composición de los venenos de serpiente, así como los mecanismos de acción de las toxinas y la dinámica del desarrollo de los efectos tóxicos producidos por el veneno. Debido a esta actividad, el Instituto logró ubicarse en un lugar visible entre los laboratorios generadores de conocimiento y contar entre su personal con algunos de los científicos más importantes en este campo en el ámbito mundial. Segundo, una actividad de investigación tecnológica que le ha permitido al Instituto separarse de los métodos tradicionales de producción de antivenenos y encontrar soluciones más eficientes aplicables en nuestro entorno de país en desarrollo. Es de particular importancia la adaptación a la escala industrial de la técnica de purificación de antivenenos con ácido caprílico realizada por un grupo de investigadores del Instituto, encabezados por Gustavo Rojas en 1994. Y tercero, la creación de un grupo de investigadores dedicados exclusivamente al mejoramiento de los procesos involucrados en la producción de antivenenos y al desarrollo de nuevos inmunobiológicos.
¿Qué posibilidades hay de que el suero se exporte a Estados Unidos, África y Asia?
-En realidad mucha. En este momento no solo abastecemos el mercado nacional y centroamericano, sino que también ampliamos nuestro mercado al distribuir nuestros productos PoliVal-ICP y AntiCoral-ICP en Colombia y Ecuador. Por otro lado, estamos exportando a Taiwán plasma de caballos inmunizados con veneno de serpientes del género trimeresurus. Tenemos registrado el producto EchiTab-ICP en Nigeria y ya hemos realizado varias entregas de producto. En Estados Unidos estamos finalizando los registros de PoliVet-ICP, un producto para uso veterinario. Además, este año realizaremos un estudio clínico con un antiveneno que preparamos para ser empleado en Papúa, Nueva Guinea. Dependiendo de los resultados podríamos comercializar este producto en esa región. Hemos recibido solicitudes de Pakistán y Sri Lanka para realizar en esos países experiencias similares a la efectuadas en Nigeria y Papúa. Estamos considerando la conveniencia de participar en estos proyectos.
En relación con las mordeduras de serpientes y el uso de sueros, ¿cree que existen muchos mitos todavía?
-En realidad sí. Lo lamentable es que estos mitos no se circunscriben a la población general. Algunos de los conocimientos especializados en este campo fueron aceptados sin mayor verificación experimental hace décadas y han sido transmitidos entre generaciones de científicos sin ser cuestionados. Hoy estos conocimientos constituyen una mitología científica que nos ha abierto un espacio para aportar correcciones a los dogmas teóricos existentes.¿El premio que recibe le permitirá seguir investigando con más recursos?
– Lo dudo. Las investigaciones tecnológicas realizadas por el ICP son financiadas por el mismo Instituto con dinero proveniente de la venta de antivenenos, de acuerdo con el interés institucional que genere cada proyecto en particular.
Fuera de su campo de investigación, ¿qué materias científicas le atraen?
-Me gusta la ciencia en general, pero no hay algún otro tema que me apasione los envenenamientos por mordedura de serpiente y sobre todo los antivenenos.
Este documento no posee notas.