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En estos días se proyecta en los cines la película Avatar, una gran cinta de ciencia ficción del director James Cameron.
Avatar narra la historia de un pueblo nativo, llamado na’vi y su lucha por salvar el bosque donde viven, de la destrucción ocasionada por un proyecto de extracción de un valioso mineral.
La cinta se desarrolla a partir de unas nuevas criaturas creadas en laboratorio, denominadas Avatar, con aspecto físico nativo pero que son capaces de albergar la conciencia de seres humanos, convirtiéndose así en una especie de híbridos entre humanos y na’vis.El mensaje ecológico de Avatar es extraordinario y nos dirige no solo hacia la necesidad de la protección del bosque natural sino a explorar el tema de la existencia de una energía especial, de un espíritu de la naturaleza, que todo lo interconecta y armoniza. Este es denominado Eywa en la película.Tal vez todos hemos experimentado en algún momento la paz y la armonía que nos otorga el contacto con los espacios naturales, especialmente los sitios más inalterados, como nuestros parques nacionales. Los que hemos experimentado el silencio y la paz del valle de los lagos o de los conejos en el Parque Nacional Chirripó o de las profundidades del parque Corcovado o Braulio Carrillo, sabemos y percibimos que existe ese espíritu de la naturaleza presente, aunque no podamos entenderlo ni explicarlo. Quizás sea el mismo espíritu de Dios, presente en su maravillosa obra creadora. Ese espíritu y esa mística energía que todo lo abarca y es capaz de producir cambios profundos en la forma de pensar y sentir de las personas.En la película, los avatares dan una muy dura lucha por salvar el bosque de Pandora, utilizando todas sus habilidades y sensibilidades de na’vi y también su capacidad y conocimientos tecnológicos como humanos. Tal vez los seres humanos reales del futuro lleguen a ser como Avatares, seres con un gran conocimiento científico y tecnológico, pero a la vez con una gran sensibilidad, respeto y adoración hacia la naturaleza, de la cual carecemos en la actualidad.Sostengo que la naturaleza inalterada tiene un enorme potencial para cambiar la conciencia de la humanidad, para modificar sutilmente la forma de pensar y sentir de los seres humanos. Solo tenemos que buscar su contacto y captar esa energía que nos proyecta la naturaleza y convivir con ella y respetarla. Los na’vis de la película lo lograron, igualmente culturas ancestrales como los incas o mayas.
Avatar es una película con sentido, con mensaje, con sensibilidad ecológica y humana. Una cinta extraordinaria que debería ser obligatoria en todas las escuelas y colegios de nuestro país, forjadora de esa nueva conciencia futura. Talvez por medio de ello se logre también un mayor contacto de nuestros niños con la naturaleza, de la cual se han alejado tanto producto de nuestra sociedad consumista y tecnológica.Se vienen años muy duros para los que luchamos por la protección ambiental, en especial por la defensa de la naturaleza inalterada como los parques nacionales. Visiones productivistas e insensibles predominan en nuestros líderes políticos, que solo ven beneficio económico ligado a la naturaleza. Avatar es sin duda un estímulo y un gran ejemplo en términos de amor por la naturaleza, sensibilidad, coraje, valentía, perseverancia y organización. Una gran película, para aprender, sentir, soñar y seguir luchando.
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