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El gran montaje

Los grupos poderosos económicamente, acostumbrados a manejar de acuerdo con sus intereses el destino de este país, en esta campaña electoral se prepararon para no correr riesgo, tomando en cuenta el susto que se llevaron en el referéndum, previamente diseñaron una estrategia, la cual  ha tenido un relativo éxito: sin lugar a dudas se planificó apuntalar a Laura Chinchilla  en el primer lugar sin necesidad de segunda ronda.

Los grupos poderosos económicamente, acostumbrados a manejar de acuerdo con sus intereses el destino de este país, en esta campaña electoral se prepararon para no correr riesgo, tomando en cuenta el susto que se llevaron en el referéndum, previamente diseñaron una estrategia, la cual  ha tenido un relativo éxito: sin lugar a dudas se planificó apuntalar a Laura Chinchilla  en el primer lugar sin necesidad de segunda ronda.
Para esto, la táctica fue desplazar mediáticamente a Ottón Solís del segundo, es decir por ninguna circunstancia podría darse esa posibilidad  y para lograr esto el que iba a estar en segundo lugar,  aunque fuese artificialmente, era Otto Guevara.
De esta forma, se garantizaban seguir teniendo el control del Estado y la política y se aseguraban los grandes negocios.Y el proyecto se echó a andar, a partir de julio del año pasado, sobre todo por parte de la prensa escrita, cuando le daba una importancia desmedida a todas las actividades de Otto Guevara. Él mismo inició una campana prematura y en noviembre salió una encuesta posicionando  en segundo lugar, encuesta hecha en octubre del mismo año, donde recogía la opinión de un 38% dispuesto a votar, es decir se quedaba por fuera la opinión de un millón  y medio de votantes. La prensa se encargaba de darle el maquillaje para que fuera verdad absoluta. Lo grave es que Otto Guevara alimentaba su  vanidad y ego y  se lo creía, empezaba a gastar millones y millones (se calcula que al 15-1-10 aproximadamente ¢4.000.000.000 )   en propaganda hueca del “cambio ya”, cuál cambio?, “los delincuentes nos tendrán que ver la cara”, para qué?, y obviaba lo esencial: la candidata de la clase dominante nacional y de intereses extranjeros es Laura Chinchilla y no él. Más  bien Otto Guevara se convertía en un peligro para dicha candidata, porque empieza a restarle votos,  entonces viene la acción de desinflar esa candidatura: La República que venía con un perfil bajo en la campaña electoral, publicaba el 18-1-10 en primera plana y de forma amarillista: “Ya no hay segunda ronda Laura con el 44%” y el diario La Nación le iniciaba una campaña de desprestigio sobre unos millones que le prestara una prestamista, la  cual según el periódico no tenía esa capacidad de préstamo. Las encuestas se empezaban a mover pero con cuidado, Otto Guevara a bajar y Ottón a subir, pero poco, solo dos puntos, del techo casi inamovible que le pusieron las empresas encuestadoras, pasó del 15%;  al 17%. Otto se peleó con La Nación,  e inició una campaña desesperada: “solo hay dos caminos el continuismo de Laura o el cambio ya”,  sumando  ataques contra Ottón Solís, reflejando claramente que no estaba posicionado en el segundo lugar.La estrategia de Ottón Solís  de voltear la página de TLC y ahora no hay ni SÍ ni NO, a todas luces falló, atrajo a algunas pocos votantes del SÍ que no le veían liderazgo a Laura, y se alejó de los grupos del NO. No hizo un análisis correcto de que en el país existe un fraccionamiento  en cuanto a la visión de futuro. Debió cambiar de táctica a medio camino. La falta de dinero que alegó en los últimos días, lo obligó a sacar a los militantes del partido a la calle a tocar puertas y convencer a la gente. Había 650.000 votantes que no se habían decidido durante la semana previa a las elecciones y que era los más duros de convencer. En el caso de don Luis Fishman es evidente que su estrategia fue lograr la mayor cantidad de diputados, incluso elegirse él,  y no dejar morir al partido; su táctica fue vulgarizar aún más la campaña electoral.En cuanto a la izquierda, ubicada más o menos en cuatro diferentes grupos: algunos con el PAC, otros con Alianza Patriótica, otros dentro del Frente Amplio y los demás independientes, no tuvieron posibilidad de establecer una estrategia  única y su táctica parece ser la de siempre: la permanente crítica  de unos contra otros. Con la bandera del sectarismo como estandarte, hasta que surjan nuevos liderazgos no será posible aglutinar a esas valiosas fuerzas del cambio.

  • Jorge Araya 
  • Opinión
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