Releer es volver a transitar el camino ya andado, pero observando otros contornos, otros senderos… es poner la experiencia de vida en donde lo narrado nos evoca otras situaciones con una perspectiva diferente a la de la primera ocasión. Es encontrar lo que en la primera lectura dejamos al margen.
Pedro Páramo fue una de mis relecturas, quizá motivado por una combinación de sentimientos: la atracción por su lenguaje y su paisaje físico y humano. Por su estructura impredecible que se escapa a cualquier lectura desprevenida. Su estructura narrativa es la de nuestra propia vida, sin ninguna linealidad posible. Es el alma del pueblo rural mexicano esculpida con manos maestras. El paisaje agreste, árido y polvoriento se confunde con las almas de los personajes. Es latifundio y es pobreza. Es un mundo de muertos que se cuentan su propia historia.
Las uvas de la ira, otra novela en donde el alma humana encuentra refugio en un texto de autor prodigioso. ¿Quién no ha vagado por este mundo en busca de un algo en qué sostenerse para vivir? ¿Quién no ha enfrentado su propio éxodo, sea físico o espiritual? Es la novela del camino que se hace forzosamente después de haber perdido primero la estabilidad económica para el diario sustento y luego la familiar. Es la historia de muchos pueblos arrasados por la ambición del sistema económico; es el padre y la madre de familia que, impotentes y abrazados a sus hijos, ven como el tractor descuaja lo poco de su cosecha para abrir quizás una nueva sucursal bancaria. Es el tiempo de la depresión económica del 29 que nos apunta a todos con una cara de modernidad: los tratados comerciales, las leyes laborales de flexibilización, el autoritarismo, la pérdida de identidad, la competitividad, la privatización de servicios esenciales como son la salud y la educación… las recetas fraguadas en los organismos internacionales.
La montaña del alma, mosaico de poesía, cuento, historia, música, novela… Es una denuncia a favor de los derechos humanos. Es crítica al régimen despiadado de la dictadura china. Es la búsqueda de lo trascendente, de lo que está más allá, de lo que cuesta pero que reta. Es la historia del joven viajante que observa como la naturaleza está siendo devastada por el mismo Estado: el ejército abre trochas en los bosques para sacar madera… y la madera que se agota y con ella desaparece la fauna. Observa como los jóvenes chinos occidentalizados acogen muchas tradiciones milenarias, como algo de poca importancia, suntuarias, innecesarias, poco productivas. La contaminación, la pobreza, la enfermedad, el autoritarismo, el conformismo, la corrupción de las clases gobernantes… son elementos que el joven viajante va encontrando en el camino hacia la montaña.
Cien años de soledad, es el ser latinoamericano que vive, piensa, trabaja, lucha y crea. Quiénes no nos hemos identificado con quienes rompieron las sillas del improvisado cine, porque el actor que había muerto en la película anterior ahora aparecía vivito y coleando en una segunda película. La vida no puede ser así, tan dramática. Quiénes no nos hemos identificado con el color amarillo simbólico de esta novela (el tren, las mariposas, el banano, los pescaditos de oro…), o con las cruces de ceniza de los Aurelianos. Cuántos trenes, amarillos o de otro color, no habrán transitado por Latinoamérica (y por el mundo) llenos de obreros y campesinos muertos que horas antes protestaban por mejores condiciones de trabajo.
La muerte de Artemio Cruz, es la historia de una revolución en donde quienes pusieron los muertos, los heridos y los lisiados fueron los perdedores, como suele suceder. Es la narración de un personaje in artículo mortis que acumuló millones de pesos y propiedades, pasando por encima de las leyes para hacer sus negocios. Artemio es la encarnación de un sistema que abjuró de los principios por los cuales se alzó el pueblo mexicano: la reforma agraria se convirtió en abandono total del campesinado. La lucha contra un sistema de gobierno antidemocrático, se trocó por un PRI eternizado. El sufragio efectivo se cambió por el fraude…
Releer Juan Varela es enfrentarse a un sistema capitalista injusto, es pensar en el pequeño propietario que ha de dejar sus tierras por deudas a intereses de usura con intermediarios y bancos. Es la historia del campesino actual que se enfrenta a un futuro hipotecado, por no poder competir con las importaciones de productos que antes ellos mismos cultivaban.