Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
El liderazgo intelectual independiente—ajeno al oportunismo político—es necesario para la propagación de nuevas ideas para la organización política y el diseño de políticas públicas.
Es la manera legítima para que un punto de vista compartido por una minoría pueda llegar a convertirse en una visión conjunta de la mayoría. De manera más concreta, el camino que se debe seguir para que una nueva propuesta—como la dolarización de la economía—logre implementarse con el apoyo de la mayoría de los ciudadanos debe incluir un proceso de discusión acerca de cuáles son los pros y los contras de su implementación y, particularmente, cuál será su impacto para diferentes grupos en la sociedad.
En contraposición con un liderazgo intelectual independiente que busca promover ideas innovadoras en materia de política económica, se encuentra el oportunismo político. Un ejemplo reciente de esto es el lamentable artículo de mi amigo Juan Manuel Villasuso con el título Dolarizar es un disparate (La República y Diario Extra 19/01/10).
Ortega y Gasset, en Mirabeau o el Político (1927), explicó que el hombre de acción, y el político de manera especial, es poco escrupuloso con la verdad—no se preocupa mayormente por la precisión y veracidad intelectuales. En ese sentido, don Juan Manuel peca de político en su artículo en dos puntos centrales:
1. No es cierto que un grupo de burócratas o planificadores centrales—i.e., Presidente del Banco Central y su Junta Directiva—cuenten con capacidad para definir con precisión cuándo hace sentido intervenir en los mercados para corregir sus fallas. La evidencia, de más de 50 años de historia del Banco Central de Costa Rica (BCCR), muestra que las intervenciones de esa institución han contribuido a crear distorsiones e ineficiencias y que, en varios casos, han beneficiado a grupos particulares en perjuicio de la mayoría. Más recientemente, el papel que jugó el BCCR durante la crisis económica actual solamente contribuyó a profundizarla.
2. No es cierto que el Banco de Reserva Federal de los Estados Unidos se tomará la tarea de tomar las decisiones de política monetaria para Costa Rica. Aquí se hace necesario un baño de realidad. A Ben Bernanke y a la Junta Directiva de la Reserva Federal de los Estados Unidos poco les puede importar si Costa Rica adopta el dólar como moneda oficial. Es ridículo sugerir que ellos van a definir su política monetaria considerando cuál puede ser el impacto para Costa Rica. En la misma línea, Eduardo Lizano, en su artículo La dolarización, una vez más (Actualidad Económica 17/05/08), aclara que “la autonomía o control actual del Banco Central, en cuanto al manejo de su política monetaria, es muy relativa.” Al respecto, explica que ya hoy, “sin dolarización”, las decisiones de la Reserva Federal deben tomarse en cuenta en Costa Rica (e.g., fijación de tasas de interés) y que el grado de “dolarización” actual de la economía nacional impide al BCCR utilizar libremente sus instrumentos de política monetaria.
Este documento no posee notas.