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Mi regalo de navidad

El año pasado, mi regalo de Navidad sufrió un leve retraso; pero, la emoción por la cual me vi embargada en el momento en que abrí la caja, superó con creces los inconvenientes de faltar a la tradición.

El año pasado, mi regalo de Navidad sufrió un leve retraso; pero, la emoción por la cual me vi embargada en el momento en que abrí la caja, superó con creces los inconvenientes de faltar a la tradición.
El caso es que en el pesado paquete que me entregaron, venían un par de libros de tapa amarilla, desde los Estados Unidos (pues si eran comprados en España el costo sería mayor). Así, desde el imperio angloparlante llegó a mis manos la Nueva gramática de la lengua española; gusto que muy pocos en Costa Rica disfrutamos, pues de momento no aparece en las librerías locales.
      Y esta edición de la Gramática tiene un sentido especial para todos los filólogos que nos hemos formado con el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, que desde 1974 ha sido el libro de texto para los filólogos del español en todo el mundo. La última vez que la Real Academia de la Lengua editó la Gramática fue en 1931; en 1924 se le cambió el nombre a “española” en lugar de “castellana”; antes de eso, la edición de 1920 solo agregaba un nuevo capítulo a la de 1917. La primera se publicó en 1771.      Según se indica en el prólogo del libro, tal retraso obedece a la enorme cantidad de textos que se han publicado durante el siglo pasado y lo que llevamos de este; particularmente en las últimas décadas, en las que el uso de las nuevas tecnologías facilita la publicación de diversos escritos teóricos sobre la lengua española.      En el texto queda muy clara la posición de los redactores en el sentido de que se reúnen dos vertientes: la descriptiva y la normativa; a fin de tratar de hacer una presentación amplia sobre los usos del español en los diferentes países y regiones, sin dejar de lado la clásica posición prescriptiva de la Academia. Sin embargo, se señala que este texto pretende conjugar la tradición con la novedad y, a diferencia del Diccionario panhispánico de dudas, dar un mayor espacio a la descripción de los fenómenos. Se interesa, en particular, por la descripción de las diferentes variedades lingüísticas (histórica, geográfica, social); particularmente las variedades sociales, que se refieren a los sociolectos (habla popular frente a habla culta o hablas según sexo, profesión u otras clasificaciones) o a los niveles de la lengua (lengua coloquial o en situaciones formales; o el habla espontánea frente al habla más cuidada). El corpus utilizado lo conforman textos literarios, ensayísticos, científicos, periodísticos y otros –los menos- de procedencia oral.       Para realizar las descripciones de los diferentes usos, la Real Academia organizó a los hablantes en zonas o áreas lingüísticas: Chile, Río de la Plata, área andina, México y Centroamérica, Antillas, Estados Unidos y Filipinas y España. Por nuestra área participó el miembro de la Academia Costarricense de la Lengua, Miguel Ángel Quesada Pacheco, connotado lingüista costarricense. En los créditos de la edición, también se menciona la participación de de los académicos Estrella Cartín de Guier (actual presidenta), Alberto F. Cañas Escalante y Adolfo Constenla Umaña; y el colaborador Cristian Eduardo Fallas Alvarado.      Es claro que este texto está dirigido principalmente a especialistas de la lengua (filólogos y lingüistas); sin embargo, la Real Academia anuncia la aparición próximamente de un manual (con propósito divulgativo y dirigido a no especialistas) y de una edición básica o esencial (adaptable al ámbito escolar).      Finaliza el prólogo con la invitación a enviar comentarios y recomendaciones a las diferentes academias, todo con el propósito de mejorar el texto y, sobre todo, de “servir a la unidad del español”.
 

  • Rebeca Ramírez Hernández (Filóloga)
  • Opinión
Spain
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