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Recuento histórico

“Dios, orden y progreso”, esta expresión simbólica representaba, en los escudos, una América Latina que apelaba la modernidad racional-civilizada.

“Dios, orden y progreso”, esta expresión simbólica representaba, en los escudos, una América Latina que apelaba la modernidad racional-civilizada.
Después de la independencia, y por más de 50 años, las luchas sangrientas y caudillistas conservaron el viejo esquema feudal: terratenientes/campesinos sin tierra. Ahora, con el nuevo emblema, se configuraban otros actores políticos: conservadores-liberales. Y el círculo del retorno vuelve a la escena de nuestro continente.             Bajo la sombra de las insignias y charreteras, los caminos se abrieron y el ferrocarril constituyó otro baluarte nacional, e hizo posible que las oligarquías exportaran sus monocultivos, para que sus hijos pudieran sufragar y disfrutar los “goces de Europa” o Estados Unidos. Y la historia de los patricios poco o nada dice de los hombres y mujeres que, con sudor y sangre, dejaron constancia del trabajo que todavía hace temblar el paso del tren invisible.
“Tierra y libertad” rezaba el estandarte de manta, que los campesinos ondeaban en las batallas. Y el grito se multiplicó en los ríos y quebradas, montes y los cerros. Sin embargo, el hombre culto de las oligarquías diseñó estrategias: puso monedas de plata en mano de los otros revolucionarios; ofrecieron parcelas de poder y diseñaron  tácticas  ideológicas para expulsar a las masas hacia los suburbios en las ciudades. No obstante, volvieron a organizarse, y retornaron a enfrentar el paso de los oficiales quienes devotamente seguían el punto sugestivo de la doctrina de don Adam Smith: un Estado policiaco era el garante de sus intereses.              Y la clase dominante de América Latina  develó sus instrumentos para mantener el orden y progreso: los códigos del derecho, los medios de comunicación y los gloriosos héroes de la patria de los cuarteles.            ¿Acaso el ejército hondureño no fue un claro instrumento de una oligarquía poco inteligente y sumisa?  ¿Qué papel jugaron las fuerzas especiales de Estados Unidos que se encuentran en Palmerola, Comayagua? ¿Qué implica vincular el Plan Colombia con la estrategia socioeconómica de Estados Unidos? ¿Estamos ante el Jano bifronte del Departamento de Estado que se expresa con dos discursos, movidos hacia el exterior e interior?        El ardid de Micheletti y su plataforma militar-empresarial son verdades grotescas pero irrefutables;  el arlequín-seudopolítico es declarado “primer héroe nacional del siglo XXI”, y el narcisista se refocila con su imagen refractada en el espejo y se deja seducir por las voces que alientan la negación del futuro. Sin embargo, ¿y los muertos, el dolor y sufrimiento del pueblo hondureño? ¿Son abstracciones o pertenecen al eterno retorno del olvido y el sepulcro? Si alguien tiene que responder, lo hará la historia hondureña y su sujeto popular.

  • Carlos Pacheco (Profesor)
  • Opinión
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