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Los Arias están obsesionados por coronar su mandato imponiendo la concesión de los muelles del Caribe. Es mucho lo que está en juego.
Por los puertos de Moín y Limón circulan el 80 % de la mercadería que entra y sale del país, y con el proyecto de un megapuerto, se trata de habilitar un canal seco, alterno al Canal de Panamá, que tiene una importancia estratégica para el control del tráfico comercial interoceánico. Estamos hablando de un negocio colosal de insospechados alcances geopolíticos.
Justamente, la primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Por qué los Arias, ofrecen un soborno de 137 millones de dólares a las y los empleados de JAPDEVA, a cambio de que el sindicato acepte la concesión, que prohíbe la Constitución? Ofrecen tanto dinero, porque están seguros de que una vez abierta la puerta de la concesión, ellos y sus socios extranjeros harán un fabuloso negocio, con el que se cubrirán de dinero a manos llenas, y luego echaran tierra a las ilusiones de las y los trabajadores y el pueblo limonense, como se ha hecho a través de la historia.
Hay que recordar que con la privatización de Caldera, el gobierno de turno hizo también muchas promesas y hoy los exmuelleros y sus familias se hunden en la miseria y el desempleo, y ningún Gobierno cumplió un solo proyecto de desarrollo social para el pueblo puntarenense.
Así como con la destrucción de los sindicatos bananeros en los ochenta, tuvieron las compañías cancha libre para la más dura explotación, los bajos salarios y la represión, que imperan hoy en las bananeras, piñeras y otras actividades agrícolas, el secuestro del sindicato y la destrucción de su dirigencia independiente en JAPDEVA, significa liquidar el derecho a la organización y a la protesta de las y los trabajadores y el pueblo.
La imposición por parte del Ministerio de Trabajo de una Junta Directiva dócil en SINTRAJAP, por la vía de la más absoluta arbitrariedad, es un hecho sin precedentes, pues constituye una suerte de ilegalización del sindicalismo independiente. Están en juego las más elementales libertades democráticas para el movimiento obrero y la independencia sindical, así como está en juego el estratégico control de los puertos del Caribe y la soberanía nacional.
A pesar de este “golpe de estado” en SINTRAJAP, el soborno, la intimidación y la represión, pese a las amenazas de desalojo del local del sindicato y de despido para los integrantes de la Junta Directiva legítima de SINTRAJAP y el despliegue policial en los muelles y en la ciudad de Limón -contra todo cálculo del Gobierno y sus acólitos- haciendo gala de dignidad y coraje, el día 26 de febrero más de 300 trabajadores y trabajadoras afiliados y afiliadas a SINTRAJAP, acudieron al llamado de la verdadera dirección de SINTRAJAP, sin contar con permiso laboral de la patronal y pese al intento el día anterior de cierre del Gimnasio Eddy Bermúdez, donde se realizó finalmente la Asamblea. Este repunte de la resistencia obrera muellera, debe ser fortalecido y rodeado de la más amplia solidaridad y nos da esperanza de que, contra los poderosos enemigos que enfrenta, la resistencia no cesa, ni se doblega.
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