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Los papelitos hablan, no hay ningún país que se llame “centroamérica”, ninguna antorcha común de independencia porque la nuestra costarricense es única.
Lo correcto es ser solidarios con todos aquellos países que están esclavos y se quieren independizar como el Tíbet, Taiwán, Georgia, entre otros; y esperar la decisión de otros como Puerto Rico (Estado Libre Asociado con los Estados Unidos).
Hay que festejar con los que son independientes y tienen su fiesta nacional. En Centroamérica, solo hay que dar un vistazo a la composición político-administrativa antes y después de 1821 de la Nueva España (México) y del Reino de Guatemala (Capitanía General), valorar como se formó lo que hoy es Guatemala, o El Salvador, de dónde salió después Belice. Con la llegada del genocidio europeo encabezado por España y luego Europa a partir de 1492, se da otro proceso histórico para el continente americano.
No es que trajeron la civilización, impusieron la suya a fuerza de armas; con los sincretismos de poder se entronizaron hasta el presente. ¿Cuál podría ser el significado de pasar el pasar la antorcha, cuál antorcha?
Quizá sea el símbolo del fuego como elemento liberador, que aspira a romper lazos con imperios y dominios que nos asaltan y sojuzgan a la fuerza hasta que somos capaces de romper cadenas y hacer un camino bajo nuestro arte, arquitectura e ingeniería mental y conceptual, tomando lo mejor de los avances humanos de la sociedad local y universal, diseño y construcción de lo que queremos cincelar de la piedra bruta a la obra de arte política de nación, libre y soberana de manera integral, tanto dentro como fuera de las fronteras físicas de aire, mar, tierra y onda, con todos los derechos inherentes que la constituyen como una unidad propia. Muchos especialistas sacarán sus enciclopedias con distintas acepciones y pregonarán teorías, yo prefiero ser simple y directo, compartir lo que oigo en mis caminatas y diálogos por distintos pueblos de mi país Costa Rica, no digo “este país”, como si me fuera extraño, digo mi país, con orgullo.
Pasar la antorcha, de qué, de quién. ¿La subdesarrollada, la que sigue contando historias de que solos no somos nada, metidos en una modernidad llena de falacias, temores y servilismos? Porque si hemos de pasar una antorcha a las generaciones de costarricenses actuales y por venir, tiene que ser la de la liberación total y absoluta, la de una bandera, un himno y un ser nacional inconfundible, constitucional y soberano. No hay ningún país que se llame “latinoamérica”. Hay un continente americano. Pasar la antorcha no es una visa a la libre, regalando fronteras, identidad, recursos y pérdida nacional de Costa Rica. Seguir actuando a la europea, a la estadounidense, ¿a la latinoamericana? a la china, a la india, la suramericana, o a la que esté en boga, es no haberse quitado la horca del cuello y ponérsela a quienes realmente debería apretar. Somos libres de verdad si actuamos como tal y ponemos la sangre en la hoguera por nosotros.
Pasar la antorcha es encender la libertad individual y colectiva, el progreso armónico, con justa distribución del trabajo eficiente, la riqueza nacional, el cobro de impuestos justos, beneficios por igual, sin ese tonito de mercadotecnia complaciente de puro clientelismo polítiquero en los medios de comunicación. La casa se cuida, se protege desde la educación histórica y cívica, se invierten los recursos de la patria en todos sus habitantes, pero se enseña con amor propio y entrega total nuestro arraigo y pertenencia únicos, directa y efectivamente, sin titubeos, sin medias tintas, sin federaciones ni asociaciones de lo mismo como núcleos de corruptela y masturbaciones históricas; nosotros tenemos que ser el futuro, desde dentro.
Pasar la antorcha es ser costarricenses en Costa Rica, vivirla todos los días, defender nuestros recursos naturales, flora, fauna, mares, cultura, nuestras fuentes energéticas; es luchar contra la injusticia de los países, consorcios y personas poderosas, es tener soberanía alimentaria total garantizándonos que producimos lo que consumimos y nos sobra para guardar previsoramente, además de exportar. Es luchar sin cuartel contra las mafias locales de corrupción, poder y sicariato entronizadas en pequeños y grandes grupos.
Pasar la antorcha es construir una sociedad incluyente, donde brille la luz de nuestras etnias precolombinas, donde Garavito y su sol de libertad iluminen, donde Pablo Presbere reciba justicia por su asesinato español sumario sin justicia; Antonio Saldaña tenga justicia porque fue asesinado por cómplices de gobierno y compañía bananera para robarles sus tierras y riquezas en nombre de un lapidario progreso en función de intereses colonialistas y entreguistas.
Pasar la antorcha es no tener que estarnos preguntando como viejas plañideras cobardes si somos libres o no. Es la tajante afirmación de nuestra antorcha, la de Costa Rica, la de creado y hecho en Costa Rica.
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