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“Los movimientos sociales están caracterizados por la solidaridad, ya que sectores que no están directamente afectados asumen la lucha como propia”.
La crisis del sistema político bipartidista, de la institucionalidad y la aparicipión de las nuevas fuerzas a las estructuras actuales, son lo principales propulsores de los movimientos sociales que se han dado en los últimos diez años en el país.
A esta conclusión llegaron expertos y representantes de las organizaciones sociales, quienes se reunieron en el panel de discusión A 10 años del Combo ICE: un balance de las luchas populares en Costa Rica el pasado 25 de marzo en el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UCR. Allí repasaron los movimientos sociales precedentes a la lucha del pueblo contra el proyecto de apertura del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), impulsada en el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez (1998 – 2002).
Eva Carazo, psicóloga y presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (FEUCR) en el 2000, año en que se gestó la lucha contra el Combo del ICE, destacó el papel de la organización comunal en esa pelea y rechazó la idea de que se tratara de un movimiento espontáneo. A su juicio allí hubo una estructura organizada de trabajo y preparación detrás de los movimientos anti-Combo, además de posiciones informadas de las personas que conformaron la oposición. Edgardo Araya, regidor electo en el municipio de San Carlos y miembro de la organización Unión Norte por la Vida, destacó cómo la lucha contra el Combo acercó y articuló a diversos grupos de personas con intereses en común como la defensa del agua y la oposición a la minería a cielo abierto, pero que hacían esfuerzos aislados. “En la Zona Norte existe una tendencia a organizarse por diversas causas y el Combo del ICE les permitió conocerse”, comentó Araya.De acuerdo con Carazo, estos movimientos sociales están caracterizados por la solidaridad, ya que sectores que no están directamente afectados asumen la lucha como propia. Ella citó de ejemplo el caso de la participación de los estudiantes universitarios en el Combo, cuya conciencia social y ambiental los motivó a salir en defensa del ICE.
NO AL TLC
Óscar Jara, director del Centro de Estudios y Publicaciones Alforja, hizo un recorrido fotográfico en el que reflejó algunas de las manifestaciones sociales destacadas desde el “Combo” como las luchas por la defensa del agua en Sardinal, la contaminación de las piñeras, la minería a cielo abierto en Crucitas, entre otras.En el análisis sobresalió la oposición contra el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (TLC), lucha que finalizó en la primera consulta popular y con una población dividida sobre la concepción del modelo de desarrollo.Jara concluyó que el contexto sociopolítico es una parte fundamental de las luchas populares y no un elemento externo a éstas, además, señaló la crisis de la institucionalidad y del propio sistema político como principal propulsor de estos movimientos. En su opinión, los cambios que experimenta la sociedad son promovidos por los sujetos. “Las agendas sociales pueden convertirse en proyectos políticos y los hemos vivido a lo largo de estos años” afirmó.Citó el caso del proceso de la lucha contra el TLC, que tras conformar un movimiento de oposición, consiguió colocar en agenda el primer referendo en la historia del país, el cual a su vez dio paso a la creación de estructuras comunales como fueron los comités patrióticos.Jara destacó el ingenio y la creatividad con que los participantes mostraron su descontento en las diferentes manifestaciones del No al TLC, al tiempo que expresó que se dio una lucha entre la calle y la institucionalidad.Sin embargo, criticó que pese a ello la institucionalidad prevaleció, como fue el caso de la lucha contra el Combo del ICE, donde el movimiento social frenó una ley. Sin embargo, la decisión final siempre quedó en manos de la “institucionalidad” y del referendo, en el que el movimiento social opositor tuvo que acogerse la lógica institucional política ya establecida.Sindy Mora, investigadora del IIS destacó la desconfianza en la actual estructura política como principal motivador de la descomposición del bipartidismo y por ende la aparición de nuevas fuerzas políticas más cercanas a los intereses de una parte importante de la población opuesta a las estructuras actuales. Las lecciones aprendidas de los movimientos sociales son la promoción de espacios, la organización de núcleos articulados y la identificación de lo que Jara llamó “otras sensibilidades” ya que “la fuerza trasformadora de la sociedad está en la subjetividad” concluyó.
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