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“Dentro de la cotidianidad es posible crear un mundo mágico, para visualizarlo más allá de lo concreto y ver que hay posibilidad de hacer un juego de todo”.
Ese razonamiento es la piedra angular de Quimera, una exposición plástica que el pasado 8 de abril inauguró el artista Efraín Méndez en la Alianza Francesa. Es precisamente a partir de esa filosofía que el pintor se permite decir que sus imágenes de esos mundos mágicos son “cotidianas”.
Méndez busca transmitir ese mensaje a través de la reflexión sobre la fantasía e imaginación de los niños. “Busco cómo los niños en las circunstancias reales se apoyan en la fantasía, cómo la cotidianidad es cuestión de juego”.
Señaló que de esa manera los ocho cuadros que componen su muestra buscan “transmitir la parte de la infancia que significa imaginación y creatividad y que la vida puede ser así, se puede añadir magia a lo cotidiano”.
Así, en las pinturas de Méndez los personajes principales son niños o niñas que se mueven en contextos o “paisajes” más bien tendientes a la abstracción, la cual “es bastante libre para identificar ese espacio de imaginación y fantasía”.
El artista especificó que trabajó con modelos infantiles, pero el entorno de cada uno es “un paisaje que remite a la memoria de los personajes, en todos hay una referencia a lo efímero, pues son instantes representados”.
Añadió que precisamente por tratarse de instantes efímeros que “pueden cambiar de pronto”, manejó en las pinturas una composición abierta. Los ocho trabajos fueron desarrollados con la técnica del acrílico, intervenido con marcador.
IDENTIDAD
Efraín Méndez ha expuesto en el Teatro Popular Melico Salazar, en la Galería Nacional del Centro Nacional de la Ciencia y la Cultura y en la Galería Kandinsky. Tiene formación como grabador en la Facultad de Bellas Artes de la UCR y ha sido alumno de artistas como Rosella Matamoros.
En el 2009 logró el Premio La Joven Estampa, otorgado por la prestigiosa Casa de las Américas de Cuba.
En todos los cuadros de la exhibición Quimera, Méndez asocia la mencionada abstracción del paisaje con lo interno del ser humano, por ejemplo un personaje, un niño, que en el bosque encuentra a otro, una criatura fantástica que es sí mismo.
“En mis trabajos está presente la necesidad de buscarse a uno mismo, el viaje interno y la construcción de la identidad”, señala.
El artista manifestó que el origen de ese interés conceptual por la construcción de la identidad se remonta al 2007, cuando trabajó una serie sobre las mascaradas tradicionales latinoamericanas. “Esa experiencia tuvo que ver con las identidades colectivas, pero me llevó a plantearme el tema de la búsqueda y formación de la identidad individual, lo cual a su vez me llevó hacia el tema de la infancia, en mi caso, esa infancia se proyecta hacia el presente, trato de seguir viendo el mundo a través de los ojos de un niño”. Es por eso que considera que en el mundo actual durante el proceso de crecimiento y madurez la sociedad “nos hace olvidar quiénes somos, porque nos llenan de sustitutos de consumismo, el mercado nos crea una identidad falsa mientras que la identidad propia se forja durante la infancia, de esa manera olvidamos las asociaciones que hacíamos, con cualquier objeto se construía una historia”.
“La estructura del ser de una persona no tiene sentido sin la infancia. Hay una estructura social a la que hay que acomodarse en la vida cotidiana, pero si no hay fantasía se es inerte”.
Al consultársele sobre el hecho de que la infancia no es un período idílico para todas las personas, pues hay quienes más bien viven experiencias profundamente traumatizantes durante los primeros años de su vida, Méndez respondió que “también tuve una infancia dura, tal vez hasta cruel, pero pude evadir las situaciones conflictivas por medio del juego”.
Esa idea de juego está presente desde el concepto de la exposición en su mismo título. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define “quimera” como “aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo”, pero para Méndez, lo es.
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