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En agosto del 2009, el libro “En esta rara noche” se terminó de imprimir.
En esta publicación, Gustavo A. Chaves selecciona y edita la poesía de siete libros presentados por el poeta, pintor y filósofo costarricense Carlos De La Ossa.
Carlos recibió en 1979 el Premio Nacional de Poesía Aquileo J. Echeverría por su libro Imprimatur IV, y es también uno de los pocos poetas costarricenses que ha tenido el privilegio de grabar la lectura de sus poemas para el archivo de la Biblioteca del Congreso de Washington.
El compendio antológico, En Esta Rara Noche, compone un banquete de poesía existencialista, pasional y hasta extática que pauta una simultaneidad de convivencia literaria entre dos hombres de inmenso talento -Chaves y De La Ossa.
La obra refleja una lucidez cotidiana que muestra la contemplación de momentos de reflexión del poeta, y la ruptura de los versos por parte del editor, lo que se aprecia sin duda en algunas dramáticas y embrujadas elegías que leen:
“Hoy… un día más Lloroso díaMomento fugitivo de dicha.Te tomé por el brazo Y estaba fríotan frío como tus labios diminutos.Se te había escapado el almay flotaba en una hoja de menta… ¡Mea culpa Deifilio!”
En el mes de enero del 2009, Gustavo me invitó a conocer y fotografiar a De La Ossa. Emprendimos viaje y llegamos a nuestro destino: la casa de De La Ossa, quien vive retirado en lo que parece una torre llena de libros, murciélagos y pinturas en Miramar, Costa Rica, un pueblito minúsculo que al mismo tiempo es un continente entero.
Le encontré como un hombre de naturaleza intensa y cínica, con cierto desinterés en el protagonismo. Ya jorobado, no sé si por su edad o por estar sentado escribiendo tanto tiempo.
La mesa de su sala estaba llena de libros de Verlaine. Una nube de humo de cigarro lo seguía mientras preparaba un café chorreado que nos había prometido.
Carlos y Gustavo conversaban acerca de la publicación del libro, mientras yo fotografiaba los movimientos de los autores.
Cada vez que podía, me convertía en polizón de su conversa mientras sorbía el café y preguntaba cualquier cosa que me ayudara a conocer mejor las posturas habituales del autor.
“¿Qué es mejor, estar soltero o casado?” “¿Cree usted que el alcohol ayude a la escritura de la poesía?” “¿Se puede vivir con una sola mujer por toda la vida?”, preguntaba yo.Mientras Gustavo -por los formalismos que lo caracterizan- ponía los ojos en blanco como deseando pegarme en la nuca al escuchar mis preguntas.
De la Ossa respondía con un idioma más rico que el mío, sin pensar dos veces en sus respuestas, mostrando que ya los años y la experiencia lo han puesto a analizar la vida que lo ha rodeado y que él ha rodeado.
En su poesía también se encuentra ese deseo de iluminar al lector con sus vivencias, sus análisis e inclusive sus dudas, puestas a disposición por Gustavo Chaves, quien por su parte, aportó en gran manera a la claridad de los versos nostálgicos de De La Ossa, evadiendo ambigüedades y resumiendo así en un libro la trayectoria literaria de toda una vida de un poeta casi olvidado en la literatura costarricense.
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