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El Centro de Patrimonio Histórico entregó las obras en solo dos años.
La espera de casi siete años para convertir la antigua Aduana en un centro cultural parece que llega a su fin. El pasado 7 de abril el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) presentó al público el complejo cultural que promete abrir su espacio a diversas manifestaciones creativas, incluyendo las tecnología.
La centenaria edificación, inaugurada en 1889, ha tenido varios usos, primero como aduana y recientemente fue utilizada para la realización de ferias. Fue precisamente el 27 de junio del 2003, cuando el entonces Ministro de Cultura, Guido Sáenz, entró con la fuerza pública a desalojar a la empresa que según el exjerarca, se negaba a devolver los edificios a su verdadero dueño: el Estado. Durante el primer gobierno de Arias, se permitió que FERCORI hiciera uso del espacio a cambio de darle el mantenimiento correspondiente.
Sin embargo, Sáenz consideró que era tiempo de abandonar la pelea legal de FERCORI y convertir ese sitio en un centro cultural, donde los jóvenes, especialmente, tuviesen un lugar para disfrutar del arte y la creación. Fue una idea que se planteó desde hace casi tres décadas, cuando la antigua Aduana estaba abandonada.
Sáenz planteó un proyecto que provocó críticas entre los defensores del patrimonio, con un costo de $20 millones, y una agresiva intervención que atentaba contra la estabilidad del edificio, ya que alteraba en gran medida la parte patrimonial y no se insertaba dentro de un plan urbano.
Al inicio de la administración Arias, la actual jerarca del MCJ insistió en mantener el proyecto de Sáenz. Pero los ciudadanos organizados en un grupo opositor, el Colegio Federado de Colegios e Ingenieros, la Defensoria de los Habitantes y el capítulo costarricense del International Council on Monuments and Sites (ICOMOS) solicitaron al MCJ otra opción de rehabilitación.
Finalmente, superados los escollos, inclusive a lo interno del mismo Ministerio, el despacho ministerial delegó a los especialistas de su Centro de Patrimonio Histórico la ejecución del proyecto recién inaugurado.
Esa fue una recomendación dada por la Defensoría de los Habitantes en el 2006, la cual determinó que la idea original violentaba las normativas nacional e internacional. La Defensoría exhortó a transferir al Centro de Patrimonio la responsabilidad de rehabilitar La Aduana; desde el 2003 hasta el 2008 el proyecto fue controlado exclusivamente por el despacho ministerial.
UNA TAREA TITÁNICA
En el 2008 el Centro de Patrimonio asumió el control total del proyecto. Hasta esa fecha, solamente se había cambiado el techo, se había hecho la readecuación estructural de la nave principal y la restauración de los pisos. Según Sandra Quirós, directora del Centro de Patrimonio, su primera tarea fue plantear nuevos objetivos para el proyecto, y empezar desde lo primero: diseñar los planos y establecer un cronograma de tareas.
Quirós comentó que una de sus metas fue reflejar en el producto final la doctrina que impera en el tratamiento del patrimonio arquitectónico. Lo hecho en La Aduana no riñe con lo patrimonial, más bien lo resalta. “Todo lo realizado es reversible, es decir, si quitáramos lo construido, la parte antigua no se vería afectada”, explicó la directora. Además, el resultado final es una muestra más que lo antiguo puede coexistir con lo contemporáneo, agregó.
A primera vista, el mayor cambio en la fisonomía del espacio fue la construcción de un capelo (vitrina)sobre la vieja Casa del Cuño, que luego de una remoción de los materiales que se cambiaron en 1987 para albergar el Teatro La Aduana, solo quedaron la estructura metálica, dos chimeneas y un 10% del piso de piedra.
Aunque al inicio se discutió la posibilidad de trasladar complemente la Casa del Cuño a otro lugar, se carecía de un estudio que determinara cuánto era patrimonial y cuánto fue agregado en los años recientes. “El capelo es una especie de vitrina para exhibir lo que quedó del Cuño, lo que verdaderamente tiene valor patrimonial. Esta estructura más bien muestra la vieja estructura como una obra de arte en sí misma, y si quitáramos el vidrio que lo circunda no se vería afectada en nada”.
Al “nuevo Cuño” se une la construcción de la sede de la Compañía Nacional de Teatro, que ahora cuenta de salas de ensayo, oficinas administrativas y un teatro de caja negra que ofrece variedad de opciones para los montajes.Otras obras son la restauración de la nave de ladrillo y la creación de espacios urbanos que sirven para el descanso de los ciudadanos.
LOS PENDIENTES
Erick Chaves, presidente de ICOMOS Costa Rica, La Aduana es un proyecto de rehabilitación de cotegoria mayor, pocas veces visto y quizás tan grande como lo fueron el Museo de los Niños y el CENAC. “Aunque podamos tener críticas, sin duda es un gran proyecto”, comentó.
Entre los trabajos pendientes de la obra, está la integración urbanística patrimonial, ya que no se da una relación entre el edificio Solera y la Iglesia Santa Teresita. Además, debería diseñarse un plan interinstitucional para regular todo el movimiento vehicular y peatonal que se generará cuando La Aduana esté en pleno funcionamiento.
Si bien ICOMOS Costa Rica se opuso al plan del exministro Sáenz, Chaves aseguró que lo hecho merece reconocimiento, aunque quedan por resolver los aspectos técnicos para que el nuevo Cuño funcione adecuadamente.
Agregó en el clima imperante en San José una estructura de vidrio provoca altas temperaturas, y se requiere por ello de un control artificial, sobre todo al tratarse de un centro de ciberartes que usa muchos equipos tecnológicos.Quirós dijo que este problema no se solventará instalando aire acondicionado, sino adecuando la estructura para que mediante principios de termodinámica y equipos de extracción e inyección de aire.
Quedará para el próximo gobierno la definición de la figura legal que amparará a La Aduana, el presupuesto para su operación y conservación, así como la persona que dirigirá este nuevo complejo cultural.
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