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Recientemente, al transitar por la “super highway” Próspero Fernández, propiedad de “Trillos del Sol”, en la que desangran a los costarricenses que vivimos en el oeste de San José, pude observar con tristeza, el acostumbrado y cada día más extendido “paisaje” de desordenados y herrumbrados techos que de manera visible y muy lamentable, rematan con el ya casi terminado ostentoso estadio mundialista.
La flamante mole de cemento, a la par de los incontables tugurios en esta parte de nuestra ciudad capital, es otra imagen de contraste de la nueva frontera entre las dos Costa Ricas: la de suntuosas apariencias y la olvidada. La Costa Rica y la Costa Pobre.
Entiendo la resistencia que pudiera existir en los donantes para entregar millonarios recursos para dotar de vivienda a los más pobres, a quienes hoy administran la plata de la ayuda internacional, porque no quieren arriesgarse a que hagan un nuevo festín como muy recientemente ocurrió con los dineros que Taiwán donó para los pobres de Villa Esperanza de Pavas…
Recordemos que los nuevos amigos orientales no sólo administran esta obra monumental, sino que incluso se trajeron de su país hasta los que recogen la basura de la construcción. Sin embargo, este nuevo infame contraste, no evita la indignación de los que a diario transitamos por calles donde pordioseros duermen a la intemperie cobijados con cartones y, llenas de huecos.
Felizmente ya estamos en la cuenta regresiva hacia un final que ojalá se lleve para siempre al extraño “astro” de esta tragicomedia, a la galaxia más distante del Universo, cuyo movimiento sea en sentido inverso a la nuestra, para evitar esas predecibles situaciones de colisión que en maravillosos e increíbles documentales, nos enseña el Discovery Channel. Sin embargo, seamos previsores. Invito a la invocación Divina, para que ilumine a la nueva mandataria y a quienes nos gobernarán los próximos 4 años para que se aparten de todo lo malo -que es casi todo- que nos deja este gobierno, aunque es poca la esperanza después de ver los mismos dados en el mismo churuco, “dados” que al final quedaron colocados en diferentes posiciones desde ministerios hasta curules.
Gracias a Dios, le quedan al auto nombrado “águila entre caracoles”, al iluminado consejero de quienes no lo llaman y prefieren ignorarlo, al que le dice a la Iglesia Católica como debe hacer las cosas, escasos 25 días para irse. Como es de gente educada despedirse con algún agradecimiento el mío es el siguiente:
“Gracias, Óscar Arias, por mostrarme los peligros de la vanidad, la soberbia y la fatuidad en el poder. Gracias por ayudarme a entender cómo no se deben hacer las cosas. Gracias por mostrarme cómo no tiene que ser un ser humano y menos aún un gobernante. Gracias por irse, para que podamos retomar los rumbos ciertos, alejados del odio y la confrontación que usted sembró. Gracias porque sin usted, renace la esperanza de poder retomar los caminos del diálogo, la reconciliación y la paz social”.
Será después del 8 de mayo, que los costarricenses podamos estrechar de nuevo nuestras manos con confianza, con esperanza, como amigos políticos o adversarios, pero por sobre todo, como hermanos e hijos de la misma Patria que quieren volver a ser una misma familia unida, ¡nunca más separada!¡Le pido a Dios que para el bien y la unión de la familia costarricense, lo mantenga alejado de nuestras vidas para siempre!
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