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La danza del tiempo

Con “Casa rodante” Danza Universitaria se adentra en el tiempo intimista que todo lo cambia, lo corroe y lo renombra.

Con “Casa rodante” Danza Universitaria se adentra en el tiempo intimista que todo lo cambia, lo corroe y lo renombra.
El tiempo como elemento esencial de la existencia humana aparece como una preocupación milenaria en un sinnúmero de autores que lo indagan desde posiciones metafísicas hasta otras estrictamente ficticias.
Y ahora le tocó el turno a la coreógrafa Gloriana Retana, de Danza Universitaria, quien lo evoca suyo, ajeno, lejano y de todos en Casa rodante, un espectáculo que será presentado en el Teatro Montes de Oca  del 14 al 16 de mayo y del 21 al 23 de dicho mes, a las 8 p.m.
Este tiempo al que ahora acude la autora se escribe con mayúscula porque poco a poco va abarcando todo. Es, por ende, un tiempo infinito e intimista, porque es un tiempo cuyo reloj de arena cada cual lleva dentro de sí.
“Posiblemente hasta ahora me topo con el factor tiempo.  Mi época, lo que siento, lo que me espera, lo que he construido, los recuerdos, las añoranzas, lo que olvidé , lo que he ganado, todo parece volver en este momento”.
El tiempo de Casa rodante no es tampoco un tiempo lineal, sino que va al pasado y hurga en lo que fue, retorna al presente y mira en derredor y se adelanta al futuro. “Lo que se hace en la obra es un recorrido. Hay un momento en que una se detiene y piensa qué ha pasado y qué falta por recorrer”.
VIVENCIAS
La pieza parte de un existencialismo muy circunstancial y se nutre, tras la debida transposición poética, de las vivencias de su autora, que está en una edad en la que hizo un alto en su caminar para ver hacia los tiempos idos y hacia los venideros.
Retana, que se ubica en un rango de edad entre 35 y 40 años, piensa así de su recorrido, que, como se apuntaba, se vuelca en elementos que enriquecen a Casa rodante: “Me ubico en una edad deliciosa porque mis golpes y  mis felicidades  empiezan a tener sentido”.
“La danza ya de por sí es abstracta, pero en la coreografía se abordan subtemas como la pérdida de la belleza física y la ganancia en otro tipo de belleza, la experiencia y la vanidad”.
El tiempo evocado en la obra podría ser paralelo al que repite el personaje anónimo, que tras el abrazo con su amada, 20 años después de su separación, exclamó: “En un instante me vi a la sombra de aquel amor joven y lleno de augurios, y mientras eso sucedía, sentí una conmoción y supe, de una vez y para siempre, que el tiempo se había detenido en un recodo del camino”.
Casa rodante, destaca Retana, invoca un tema que “nos involucra a todos” y que invita a reflexionar, y que gracias a su corte intimista pretende lograr la empatía con el público.
La luz, la parte gráfica, el vestuario y los espejos desempeñan, más que en otros montajes, una función muy importante en el contexto de lo que se busca transmitir.
A su trayectoria con Danza U, Retana la complementa con su destacada labor como directora del grupo Los que somos, que el año pasado fue galardonado como el mejor grupo y recibió el Premio Nacional de Danza.
“Esta es la primera vez que como coreógrafa monto un espectáculo en grande con Danza Universitaria y el trabajo de los siete compañeros que participan en la pieza ha sido excelente. Estoy muy satisfecha”.
Para Casa rodante, Retana contó con el aporte de Gustavo Vargas en el diseño de luces y espacio, mientras que Rebeca Woodbridge tuvo a su cargo la escenografía.
El vestuario le correspondió a Carolina Aguilar mientras que la utilería y el diseño gráfico fue encargado a Natalie Guillemard.

  • Jose Eduardo Mora 
  • Cultura
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