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El corazón de los hombres y mujeres de maíz, guerreros del arcoíris, dueños del alma en llamas; el corazón hecho de tierra y cacao, cabellos de sal y corales, ojos de mango, sangre de lluvia.
Mi corazón respira con la tierra, la montaña y el volcán Arenal. Cada criatura, cada planta, cada piedra… es mi hogar, allí vive mi corazón y mis manos húmedas del río San Carlos, acarician el viento que me susurra al oído una historia, que desgarra de dolor mi alma, de lirios de luna, de tierra y sapos dorados.
Mientras los caballos y las vacas dormían, mientras los niños del campo soñaban, en tanto los campesinos terminaban la ardua lucha tenaz del día. Llegó el leviatán destructor, cuyo nombre injurio al pronunciar, pues mi ira como río en aguacero torrencial, invade mi ser y como el fuego del volcán quema mi corazón, el demonio salvaje: Infinito Gold.
Con hambre viene el monstruo, el galgo terrible, con pasos de pesadas máquinas que hieren y sangran la tierra; la tierra de nuestros ancestros, nuestra tierra, la que pedimos prestada a nuestros hijos. Viene la aberración a robar, a violar, a matar el alma de Costa Rica, el alma de San Carlos, el alma de Pocosol y mi alma, que con cada lágrima de sangre que brota de mí, se fragmenta y los mendrugos van cayendo en el lago de amargura a mis pies. Los hombres de metal dicen, que habrá más trabajo, más comida, más prosperidad, también dicen que habrá más “desarrollo”… esas palabras azotan mis oídos. Desarrollo significa progreso, avance, impulso… el cianuro que quemará y destruirá los mantos acuíferos, las máquinas que devastarán el bosque, la tierra, los animales; el único desarrollo visible será como la estupidez, la ignorancia, la falta de conciencia; avanzan con cada árbol derribado, con cada río envenenado, con cada pueblo empobrecido, con cada tierra asesinada. Cráteres de avaricia, descomunales excavaciones para robar una veta brillante, que le pertenece a la Madretierra. No más ganado, ni pastizales, tampoco río para sanar las penas y regar la yuca, no más aire puro, ni casitas alegres, tampoco para correr con el alma desnuda al sol. Solo un desierto de desechos tóxicos que hacen arder los ojos y enferman los pulmones; niños dolientes llorarán preguntando por el error de sus padres, nuestro error, ¿qué diremos?, cuando pregunten ¿por qué?, bajaremos la cabeza, miraremos el humo, oiremos los gritos de la tierra y recordaremos todo lo que prometieron, como nos afanaron la tierra con mentiras crueles y viles, para satisfacer las banalidades del único animal sobre el planeta tierra que bebe sin tener sed, come sin tener hambre y habla cuando no tiene nada que decir; el ser humano. ¿Más trabajo?, sí claro que habrá más trabajo, costará trabajo respirar, reír, caminar y tener trabajo. ¿Más comida?, sí, para la aristocracia servida en la mesa de la codicia, y para el pueblo ni migajas, solo hambre y desolación. ¿Más prosperidad?, más y más prosperidad robada, al medio ambiente, a los niños, a los animales… al pueblo. ¿Ahora diremos lo mismo?, orgulloso de ser tico por las playas, los volcanes, las lapas… ¡ah, y por cierto!, también orgulloso de ser parte de la destrucción de nuestro hogar, orgulloso de regalar la tierra bajo mis pies para matar y empobrecer a mi gente, muy orgulloso de ser tico. Lloverá lluvia ácida sobre los verdes campos, lloverá odio de los cielos, lloverá la venganza de los dioses, desobedecidos por sus hijos, sus hijos que desprecian el regalo de la vida y la tierra, ¿pero?, ¡la tierra es vida!, si de ella proviene todo, lo que vestimos, comemos y damos de comer, la felicidad, el amor, de ella proviene, de ella nacimos… venderemos a nuestra madre, por papeles verdes y sudados, con sangre y dolor, que quedarán en el bolsillo de unos cuantos, y a nosotros, ¿que nos queda?, el recuerdo amargo, el sufrimiento, el fantasma de una lucha que nadie se atrevió a desatar… y una corona de Crucitas y espinas, que desangran la faz de la patria.
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