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Jorge Volio: La Revolución Viviente

Las generaciones actuales, como es de suponer, no lo conocen. 

Las generaciones actuales, como es de suponer, no lo conocen. 
Para ellas, la figura del General Jorge Volio quizá no tiene mayor trascendencia. 
Por ello, sin que les estemos culpando por el desdén de las anteriores generaciones que debieron de haberles enseñado quién era ese gran costarricense, es tarea difícil movilizar a jóvenes (y otros no tan jóvenes) en defensa de su memoria y en pro de recuperar su “REVOLUCIÓN VIVIENTE” (como atinadamente lo sintetizara la Máster Victoria Ramírez) para honrarlo.
Al declarársele merecidamente Benemérito de la Patria en marzo de 1989, se le reconoció  haber sembrado las semillas de las garantías sociales y la defensa del patrimonio nacional.  De su ideario nacieron las ideas revolucionarias, para su tiempo, de leyes de accidentes en beneficio de la clase trabajadora, salarios justos, la educación universal, el ente contralor de los bienes del Estado, los centros de cultura para el pueblo, el cooperativismo y, muy relevante, en contra de la intervención extranjera en los asuntos del Estado costarricense.
No podrían haberse dado las profundas reformas sociales de los años 40, si su Partido Reformista no hubiera roto con los esquemas rígidos de los gamonales que vieron luego debilitadas sus posiciones egoístas ante el poder popular que eventualmente reclamó sus derechos.  
Su casa en Santa Ana, excelentemente resguardada por su ilustrísima hija, la doctora Marina Volio, exministra de Cultura, Juventud y Deportes en el gobierno de don Rodrigo Carazo, hoy está en peligro de pasar a ser historia fotográfica, como la vieja y bellísima Biblioteca Nacional, el Palacio Nacional, la Escuela Juan Rudín, y quién sabe cuántos otros edificios patrimoniales destruidos para construir estacionamientos.
 Allí donde viviera por muchos años el General Volio (declarado así por el Congreso Constitucional en 1920) se pretende mandar una CUADRILLA DE DEMOLICIÓN cual si con su acto se pudiere borrar su memoria.  Pero como para ello han de contar con la complicidad de la ciudadanía y con el silencio de los pocos cobardes,  vaticinamos que eso jamás habrá de ejecutarse.
La casa del General Volio encierra en sí una tarea mayor para el Ministro de Cultura Manuel Obregón: orientar a sus subalternos para que sea declarada PATRIMONIO HISTÓRICO.  Y cumplir esa tarea antes de que “las fieras terribles y hambrientas” que están aquí se atrevan a cortar de raíz ese “guayacán cultural” por cuya savia corre la REVOLUCIÓN VIVIENTE que habrá de seguir señalando caminos hacia el desarrollo con justicia social.
Finalmente, el pueblo de Costa Rica,  ha de agradecer a Marinita por no desmayar ante los destructores y llamar a la opinión pública a cerrar filas frente a esa amenaza, ante ese ultraje a su memoria.

  • Dr. Freddy Pacheco (Grupo Soberanía)
  • Opinión
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