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Medio centenar de filmes notables, el discurrir de cineastas con verbo y pantalla, multitud de espectadores entusiastas y el primer reconocimiento internacional para “Gestación, iluminaron 12 días de buen cine en la República Dominicana.
En el 2003 viajé a la isla La Española para asistir al Festival Internacional de Cine que dirigía el académico Omar Narpier y que, luego de su retiro, se acabó.
Fui invitado a la competencia oficial, como coproductor de Password, oportuna denuncia sobre la explotación sexual de menores que concibió Ingo Niehaus y le permitió a un joven audaz que conocí en Cine Diálogo tiempo atrás, Andrés Heidenreich, realizar su primer largo (luego dirigiría “La región perdida”, relato laberíntico y fallido, pero muy interesante y superior, a mi gusto, a todo lo realizado luego de Caribe, salvo Gestación, claro.
En Santo Domingo logré la que creo fue la 1a venta internacional, a Canela Films (Password pasó 20 veces por el Canal Latino).
Ese Festival, que nos llevó a recorrer los estupendos restaurantes de una ciudad que se procura caribeña y cosmopolita a la vez, lo compartimos con el abogado Arnoldo Soley, coproductor de la comedia tica Asesinato en el Meneo, también en competencia, la que ganó la extraordinaria Ciudad de Dios (aquello fue como perder frente al Brasil de Pelé).Este año, fue la Muestra la que me invitó como Jurado de Ópera Prima; así disfruté de una notable selección de cine mundial. El programa se desarrolló en el Palacio Bellavista, que a la vez mantenía su cartelera usual, en un país donde la asistencia al cine es multitudinaria, mucho mayor que en Costa Rica. Al igual que en mis experiencias como jurado en Cartagena, Viña del Mar, La Habana, y San José, ésta fue ocasión para compartir con colegas que construyen arte y saber en otros lares, como el brillante realizador dominicano César Rodríguez, el socarrón profesor colombiano Carlos M. Pineda y el esmerado promotor de IMCINE Alejandro Díaz. Por cierto, con tristeza menciono que el Director de la Muestra y connotado crítico de cine, Arturo Rodríguez, falleció poco después de mi regreso. Sé que sus amables compañeros Lidia Bastos y Luis Jiménez conservarán su valioso legado y memoria.
CHILE, PAÍS INVITADO Con medio centenar de películas y una docena de invitados, el evento coincidió con el terremoto de Chile, país invitado. Por eso vimos la bitácora sobre presos políticos Dawson – Isla 10, del célebre Miguel Littin, en su ausencia. Mas sí compartí con el joven Sebastián Leilo, Mejor Director por Navidad, la que perfila la exploración de cuerpos y sentimientos de un chico y dos chicas en una vieja casa de campo, cine de atmósfera que no me acaba de convencer. La sentí un tanto forzada; salida más de una cabeza que de una realidad. Pero sí vale, y lo mejor es la interpretación de Manuela Martelli. La que también actúa con desparpajo en la ejemplar Machuca, relato autobiográfico sobre la amistad de dos niños durante el apogeo de la lucha de clases. Filme entrañable, muy bien construido, con valor testimonial y hondo acento humanista, donde destacan las actuaciones de ambos. Dirigir jóvenes es un reto que revela la destreza de un realizador, ya que los intérpretes maduros se pueden dirigir solos (por cierto, recién disfruté de la deslumbrante – Adoración, de Atom Egoyan, protagonizada por un adolescente, Devon Bostick, magistralmente dirigido por el creador de Exótica). Las populares y perspicaces Sexo con amor y En la cama, así como la rebelión minera de Subterra también fueron parte de la retrospectiva chilena.
MAESTRÍA
Caminando (vencedora en Mar de Plata) confirma la maestría de los japoneses para dibujar dramas familiares y obtuvo el Premio Ciguapa al Mejor Filme. También ganó Mejor Fotografía y Kirin Kiki fue la Mejor Actriz. Adriana Álvarez, de Gestación, mereció la única Mención del Jurado. Jorge Cámara, Presidente de éste y de los famosos Globos de Oro declaró: “Para ser debutante, el desempeño de su personaje está lleno de fuerza, que su presencia llena la pantalla e ilumina el personaje y, con ello, logra matices notables, y para ser su primer papel sorprende con su interpretación”. Ella lo recibió personalmente, junto a los productores Esteban Ramírez y el suscrito. Adriana, lo mismo que Edgar Román, sorprendieron a todos con sus actuaciones frescas y cautivantes, a las que se suman las de sus admirables amigos en la obra, Natalia Arias y Abelardo Vladich. El público, aquí y allá, los vio como los protagónicos más verosímiles y atractivos del cine costarricense. Vale agregar que la Embajadora costarricense, Marta E. Núñez, y su equipo, apoyaron con generosidad y entusiasmo nuestra participación. El Premio del Público lo recibió la sagaz intriga policial “El secreto de sus ojos”, la que llenó las salas una y otra vez. El Mejor Actor fue el de Whisky & vodka, mas el filme alemán que disfruté inesperadamente fue Krabat, sólida historia de abusos juveniles y magia negra, donde destaca, con solo 15 años, el notable David Kross (que luego daría la talla junto a Kate Winslet en The Reader). El mejor que vi fue Un año en invierno, brillante drama psicológico de Caroline Link.
OTROS PREMIOS Por consenso, en Ópera Prima premiamos a Norteado, eficaz comedia negra sobre la migración ilegal. Y otorgamos menciones a la uruguaya Mal día para pescar, sobre un pintoresco estafador de pueblerinos y a El regalo de la Pacha Mama, cuasi documental sobre pueblos ancestrales que sobreviven en el altiplano boliviano. A la deriva, embrollada red de traiciones, no gustó, aunque la sensualidad radical de María Molina es un acierto que agradezco. Muy logrado, en cambio, el Paris 36, musical retro del creador de Los niños del coro. C4atro es un experimento peruano donde los dos primeros cortos son realmente buenos por su factura y por la sutileza de su drama, uno, y humor negro el otro. Me atrapó con su mirada incisiva Viaje redondo que lleva a una pareja dispareja de mexicanas por desiertos naturales y humanos.Huacho, más documental, muestra la pobreza que pervive en Chile. Tanto El vuelco del cangrejo, como Espiral son inquietantes pinturas de mundos marginales más potentes como retrato que como narración. En esa dirección, con más fuerza temporal, La sangre y la lluvia ventea la violencia que estremece Bogotá y que glamorizan las telenovelas. Los dos fiascos fueron la noruega La escarcha y la brasileña Feliz natal que describen con torpeza conflictos familiares grotescos. En cambio, La vergüenza sí plantea con sinceridad los problemas de una pareja con un niño adoptado y una sirvienta emigrante, en tanto la ambiciosa Vaho provoca interés, pero a ratos se pierde. Topé de nuevo con la magnífica El último verano de la boyita (premiada en Cartagena) y la artificiosa Los dioses rotos (aplaudida en La Habana, mas no por mí).
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