Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Definitivamente el debate de la Autonomía Universitaria fue empujado al lado más ¢inocente¢ y técnicamente arrogante posible: al de la doxa leguleya.
Al igual que en el caso del TLC una serie de juristas a sueldo de Estado y empresa han tomando la iniciativa de tratar de fabricar opinión en contra de la Autonomía de la Universidad pública, en donde sobresale Dall’Anese con su pintoresca y rojiza arrogancia que lo ha hecho incluso autoafirmarse más importante que un presidente.
El debate de la autonomía universitaria trasciende al derecho para alcanzar un nivel de complejidad que supera la racionalidad tecnocrática de las ¢estrellas institucionales¢ jurídicas de nuestro país, de este modo lo abstracto jurídico desgraciadamente se convirtió en práctica sociopolítica brutal que no es comprensible por el derecho como discurso de poder instituyente de dominación, o en otras palabras, muchos abogados no pueden entender que la autonomía universitaria no puede ser explicada sólo por ellos a pesar de sus grandes mediocres esfuerzos, y que sí hubo violación de nuestra Autonomía.
La gran universidad pública de Costa Rica fue apaleada por la lectura atropellada de lo que debería de ser la autonomía universitaria en el imaginario agorilado de Jorge Rojas, graduado de cualquier universidad privada, así los valores de la educación superior como mercancía se imponen con arrogancia ante la tradición de 70 años de una UCR absolutamente inviolable hasta el pasado 12 de abril.
Los medios de comunicación llenos de periodistas no graduados de la UCR que desde hace mucho tiempo le entregaron su oficio al rating, se han dedicado a construir opinión pública-privada al servicio de un proyecto país que ya muchos hemos denunciado hace tiempo.
El cinismo es tal que se percibe incluso la posibilidad de entregar todo debate de dicha autonomía a mediocridades del grosor de 7 Días y de los arcaicos comentarios de Julio Rodríguez en el periódico La Nación, el menos malo técnicamente, pero el más descaradamente conservador de los medios escritos.
Un tsunami de analfabetas en el tema de la historia de los procesos sociopolíticos latinoamericanos y centroamericanos han concluido que la autonomía universitaria es una construcción estrictamente jurídica -sospechosa de ser mitológica- que depende de sus pobres cosmovisiones de funcionarios públicos al servicio del orden privado, así casualmente, la avanzada de la violencia total encontró ya hace mucho tiempo en este país la tierra arrasada para instalar sus estructuras de poder despótico donde Óscar Arias es el General, Laura Chinchilla la fantoche y según he recibido recientemente de sorpresa, Rodrigo Arias es el heredero de la dinastía.
Para muchos estudiantes, funcionarios y docentes de la UCR, nuestra indignación solo es comparable al tamaño de nuestra resistencia, y yo en mi caso personal me niego a aceptar cualquier tipo de invasión o agresión unilateralmente decidida por parte de las fuerzas policiales del Estado dentro del campus de mi universidad por la razón que sea.
Yo no soy cristiano, no pongo la otra mejilla, persíganme, condénenme, calúmnienme, golpéenme de nuevo entre varios cobardes, vengan por mí y traigan a sus perversos medios, que yo en este mundo lo único que tengo es un título de mi universidad y estoy dispuesto a defenderla. No tengo miedo.
Como es práctica instituida en el resto del mundo, exijo la ilegalidad constitucional explícita y absoluta de toda intromisión unilateral de todas las fuerzas policiales del Estado en los campus de las universidades públicas de Costa Rica ahora.
Este documento no posee notas.