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Exposición muestra un rostro diferente de esa comunidad.
Ocho muchachas entre los doce y los 15 años de edad muestran aspectos de su vida cotidiana en la exposición fotográfica La Otra Cara de La Carpio, inaugurada el pasado 11 de junio.
Se trata de una iniciativa llevada a cabo con el apoyo del Centro Cooperativo Sueco a cargo de la comunicadora Ania Janerud, quien desde octubre del año pasado organizó reuniones y talleres con las participantes.
En muchos casos, se trató del primer contacto de las muchachas con la experiencia de la fotografía, a partir de cuatro cámaras digitales sencillas que el Centro Cooperativo Sueco puso a su disposición.
Así lo manifestó Linsey Fallas, de 13 años de edad, quien expresó que “nunca había hecho nada de fotografía, pero lo disfruté, porque ni siquiera sabía usar la cámara y me enseñaron.
La experiencia fue bonita, estuve con muchas chicas y con Ania, conocí lugares muy atractivos”.
“Como en muchos sitios, siempre hay cosas malas, como la contaminación y la violencia, y nos referimos a ellas, pero en la comunidad también hay cosas buenas y la gente no las ve, por eso queremos transmitir ese mensaje y tomé fotos de ciertos lugares, grupos, iglesias y demás”, indicó. Por su parte, Janerud explicó que el proyecto, denominado Empoderamiento por la Comunicación, “trabaja la autoestima y confianza de ellas, las cámaras funcionaron como una herramienta para que se empoderaran y mostraran otra cara de su comunidad”.
Es por ello que criticó el hecho de que los medios de comunicación difunden “una cara reducida” de La Carpio, relacionada con problemas sociales como la delincuencia y las drogas. “Mucha gente nunca ha estado ahí, pero se trata de una comunidad de 20.000 personas que luchan por sobrevivir, por eso las chicas y yo creemos que se debe ampliar esa imagen que ha sido difundida”.
Explicó que desde el mes de octubre cada sábado se reunió con las ocho participantes y realizaron “dinámicas de valores, teníamos discusiones sobre temas específicos y a partir de ello durante la semana ellas salían a hacer fotos”.
Además de Fallas, las jóvenes que participaron y que exponen sus trabajos fotográficos son Margarita Argüello, de 14 años de edad; Yoselyn Vargas, de 15, Nicole Nájera, de 13; Arlyn Artavia, de 12; Joselyn Murillo, de 14; Yaoska Alvarado, de 13, y Jennifer Rodríguez, también de 13 años.
EXPRESIÓN
Según datos del trabajo académico La Caripo: Un nudo gordiano del ordenamiento territorial, de Javiera Aravena y José Gabriel Román, esta comunidad se originó en “una invasión” de territorios propiedad de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), liderada por Marco Aurelio Carpio, entre diciembre de 1997 y mayo de 1998.
De acuerdo con ese trabajo, que se puede consultar en Geobuzon, la revista de Geografía y Ecología de la Maestría Centroamericana en Geografía (www.geobuzon.fcs.ucr.ac.cr), la mayor parte de las personas que ocuparon el terreno fue de origen nicaragüense y el asentamiento logró consolidarse durante la administración Figueres Olsen, pues “mediante presión lograron la dotación de servicios básicos como agua, electricidad, escuela y otros”.
Sin embargo, el sitio La Carpio en Línea (www.lacarpioenlinea.ucr.ac.cr), levantado recientemente, establece la toma de los terrenos entre 1993 y 1994, “iniciada por familias costarricenses y algunas nicaragüenses”.
El sitio, elaborado a partir de una investigación del Instituto de Investigaciones Sociales de la UCR, señala que el área total de la comunidad es de 626.000 metros cuadrados y es bordeada por los ríos Torres, al sur, y Virilla, al norte. De acuerdo con esa información, el Censo Nacional de Población y Vivienda del 2000 arrojó que la población que habita en La Carpio es de 13.469 personas, sin embargo señala que “para el 2002, el EBAIS registró un total de 15.083 personas con domicilio en la comunidad”.
Al respecto de este proyecto fotográfico, Janerud explicó que también se potenció un proceso interno en las jóvenes participantes. “Si todo el mundo habla mal de mi comunidad, eso afecta mi autoestima y la de la colectividad, encima se trata de muchachas jóvenes en un contexto muy duro, por ello se trabajaron temas como los derechos de la mujer y derechos reproductivos”, recalcó. La comunicadora enfatizó que no se trató de un curso de fotografía, sino que “la cámara ha sido una herramienta para que se expresen, algunas de ellas realmente tienen talento, a otras no les permitieron caminar solas con la cámara, lo importante es que el material viniera de su corazón”.
Janerud agregó que “me sorprendió el talento de algunas de ellas, así como su compromiso con el proyecto. Tienen mucho que decir sobre su propia opinión del mundo y su realidad, así que tuvieron voz y voto en la selección de las fotos que se exponen al final, a partir de sus propios criterios”. Por su parte, Fallas indicó que se trató de una experiencia “positiva para todas” y añadió que le gustaría seguir haciendo fotografía, porque “me encanta y logro expresarme a través de ella”.
Sobre la experiencia de salir a tomar las fotos, señaló que “me daba miedo, pues pensaba que me podían robar la cámara, pero mi mamá me ayudó a seguir adelante.
Encontré todo tipo de gente, alguna quería que le tomara foto a ellos y a su puesto de trabajo, así como gente que no quiso. Para mí La Carpio es un lugar muy bonito, me gusta porque encuentro gente buena y a mis amigos”.
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