Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
…Fácil… Porque está compuesta por águilas, y no batracios ni caracoles.
La ya patéticamente célebre frase del ex-presidente Óscar Arias tiene la cualidad de recordar que el valor simbólico y económico de las personas y de las cosas no es “intrínseco”, sino socialmente asignado. Veamos.
Una de las características del nuevo modelo económico, en Costa Rica, es el de la supuesta “despolitización” del Estado, esto es, de su creciente conversión en lo más aproximado a una gerencia empresarial, donde la Presidenta ha de ser la CEO (en inglés, gerenta), y el funcionariado un estamento de yuppies invaluables.
A esta visión corresponde también el concepto del que tanto hablamos en la época en la que esta transición se hizo más evidente -la del pacto Figueres-Calderón-, de los “políticos-empresarios” (casi todos, hombres).
Y es que, bajo el enfoque neoliberal, la globalización no solo profundiza la desigualdad en el nivel planetario -pocos países ricos en el norte, muchos países pobres en el sur-, sino también al interior de ambos conglomerados.
Así, puede afirmarse que tanto en Estados Unidos como en Costa Rica hay águilas, caracoles y batracios. Águilas son Bill Gates lo mismo que los CEO de las grandes corporaciones, que se embolsan salarios impúdicos sobre todo en los momentos próximos a las crisis financieras porque, en una conveniente visión calvinista, tan propia de la cultura del Deuteronomio hecho western, acumular riqueza es una señal de bendición divina. Y las águilas están más cerca del cielo.
De allí que estas pobres predadoras se hayan convertido en símbolo de los nuevos imperios privados de la decadente modernidad.
Caracoles y batracios del norte son todas y todos los losers asalariados que se creyeron el cuento del “sueño americano” y pusieron sus ahorros y pensiones en los fondos de inversión manejados por los colmilludos CEOs.
Águilas, o proto-águilas, están también en el funcionariado público nacional que se auto-cotiza a precios de “primer mundo” porque, congruentemente con el modelo, en realidad son CEOs que son colocados en Estados “tercermundistas”, pobres, particularmente en América Latina, el continente más desigual del mundo.
Pero, no se mal entienda. En el Estado costarricense hay de todo: proto-águilas, pero también caracoles y batracios. Ahora resulta claro, por ejemplo, que las proto-águilas que llegaron a la actual Asamblea Legislativa se postularon a diputaciones a cambio de que se duplicaran sus salarios, con el fin de mantener su identidad de CEOs –esa condición que, para algunos y algunas, solo había podido lograrse mediante los pagos extra-públicos realizados por el BCIE en la recién pasada administración, es decir, por la más reciente versión del “Estado paralelo”.
En la Asamblea también hay caracoles y batracios: para las proto-águilas, se trata de los losers del capitalismo nacional (no se enriquecen por “tontos”), esto es, el PAC y el Frente Amplio, respectivamente. Pero, también hay elementos plasmáticos –diremos así para no seguir ofendiendo a los animales-, que se caracterizan por lucrar de manera residual a partir de pegársele a las proto-águilas aunque tengan que amorfizarse como este cuarto estado de la materia. Ustedes ya sabrán identificarlos e identificarlas.
De modo que la kitsch burocracia de proto-águilas ticas que se inserta en el Estado practica una matemática realmente bizarra: imponen ganar como yuppies del “primer mundo”, por supuesto sin ningún sentido de solidaridad ni justicia –esta es una actitud propia de losers- para con la gran mayoría de gente que apenas alcanza la condición de caracol o batracio, pero se niegan a modificar la estructura tributaria para mejorar las finanzas de ese Estado ni mucho menos a redistribuir riqueza –esto es todavía más cosa de losers.
No nos extrañe la posición crítica de algunos sectores empresariales al inaudito incremento salarial que pretendían el PLN, el Movimiento Libertario y los partidos cristianos y social cristianos: para el empresariado es fundamental que Costa Rica todavía funcione como un lugar de bajo conflicto social, que se sostenga como un espacio amigable para los negocios. En cambio, es propio de los “yuppies” jugar principalmente solo.
Algunas y algunos de los primeros, sin ser caracoles ni batracios, están conscientes de que el país está al borde del no-retorno. A los segundos, qué les importa: siempre pueden irse a vivir al norte.
Bien, entonces, por el veto presidencial al angurriento aumento salarial legislativo. Pero, persiste la pregunta.
¿Jugará el gobierno de la Presidenta Laura Chinchilla el papel político crucial que es necesario con el fin de variar este rumbo destructivo de Costa Rica? Lo que está en juego no es solamente un aumento anti-social de salarios en la Asamblea, sino un conjunto de decisiones políticas –no “gerenciales”- para refundar el país en torno a la solidaridad y con esto, para volver a dotarlo de viabilidad y sentido.
Este documento no posee notas.