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Física y humanidades

La Universidad existe no para enseñarnos información sino para inculcarnos el ejercicio del juicio crítico.—J. G. Fichte

La Universidad existe no para enseñarnos información sino para inculcarnos el ejercicio del juicio crítico.—J. G. Fichte
Era la década de los años 20 en Alemania. Una época de huelgas y de una profunda crisis financiera, de realismo socialista, regímenes que aparecían y desaparecían de la noche a la mañana, y asesinatos políticos.
En medio de este caos, los físicos alemanes intentaban desarrollar una nueva teoría que con el tiempo  habría de llamarse Mecánica Cuántica. Pero la cosa no era fácil. Si no había dinero para comprar comida, mucho menos para instrumentos de laboratorio. El físico Otto Stern, quien ganaría el Premio Nobel muchísimos años después, recordaba lo desesperado de aquellos tiempos: se arañaba dinero como se podía, un día vendiendo charlas de divulgación, otro día mendigando apoyo a compatriotas enriquecidos en los Estados Unidos.
Mientras franceses e ingleses se burlaban del estilo “exageradamente filosófico” de los físicos alemanes, estos últimos erigieron sin recursos uno de los dos pilares fundamentales de la Física Moderna (el otro es la Relatividad). Un logro muy notable del espíritu científico, dadas las condiciones adversas.
“La falta de recursos no puede ser entonces una excusa para no hacer física de primer nivel en Costa Rica”, les digo a mis estudiantes de Física Moderna, un curso de tercer año de la carrera de física. Sus rostros intrigados y reflexivos me muestran que (esta vez al menos) he logrado mi cometido: utilizar la historia de la disciplina para ofrecerles un poco de perspectiva.
Este es tan solo un ejemplo de cómo uno puede aprovechar un curso (que tradicionalmente apostaba más por la manipulación y comprensión de fórmulas matemáticas) y enriquecerlo con humanidades sin mayor sacrificio de los objetivos originales.
Podría pensarse que convencer a un colega sobre la importancia de las humanidades en la educación sería tan sencillo como justificar la importancia de frutas y verduras en una dieta sana. Pero no. Por increíble que parezca, hay quienes ven con malos ojos estos enfoques…
Hoy en día una estudiante de física puede graduarse con honores sin tener la menor idea sobre la historia de su profesión, sin saber de lo que se está perdiendo. Sin saber, por ejemplo, que durante muchos siglos monasterios e iglesias fueron centros teóricos y observacionales de astronomía, que la termodinámica se origina con la industria cervecera inglesa, o que hay una relación directa entre la obsesión europea con la sincronización de relojes a fines de siglo XIX (para evitar accidentes ferroviarios) y las nuevas concepciones del tiempo articuladas por el joven Einstein en sus teorías sobre Relatividad. Sin saber, en otras palabras, cuánto le debe la física a las peculiaridades históricas en las cuales se desarrolló.
Para ser concreto, expongo concisamente cinco motivos por los cuales sí vale la pena utilizar humanísticamente una parte del tiempo disponible en la clase de física: Primero. Si por ningún otro motivo, el estilo de las Humanidades insta a la reflexión y a adoptar una actitud crítica con respecto a lo que se aprende, más allá de una mera formación de “resolver problemas y hallar la solución correcta”.
Segundo. Para desmitificar el quehacer científico. Las ideas que surgen en la comunidad científica no son aparte del resto de la cultura. La relatividad de Einstein, en la cual el espacio-tiempo “cobra vida” retorciéndose y deformándose, no anda muy lejos del escandaloso cielo “arrugado” de Las Señoritas de Avignon, de Picasso.
Tercero. Para ofrecernos perspectiva sobre nuestras potencialidades, como lo evidencia el ejemplo con que abre esta contribución.
Cuarto, y siguiendo al físico e historiador Gerald Holton, para crear un sentido de identidad del gremio. La estudiante siente así que está formando parte de una comunidad que lleva muchos siglos interpretando al mundo. Einstein -una pesona que adoraba las Humanidades- decía que la tarea más importante de un físico era la de forjar una visión de mundo coherente, y no la de apilar descubrimiento tras descubrimiento.
Quinto, para vincular a la profesión con lo social y desarrollar así un sentido de responsabilidad, la cual no es delegable a la clase política del país.
Es una verdad de Perogrullo decir que la manera en que se enseña una disciplina debe ir adaptándose a la época -a los profesores nos toca “destilar” las ideas clave para la siguiente generación.  Menos obvio es señalar que hay ahora una oportunidad de efectuar esta adaptación mediante un enfoque humanista. Este enfoque no solamente nos brindará perspectiva epistemológica sino que, además, vinculará a la joven estudiante de física con la sociedad pluricultural en que vive.
(Referencias completas, información sobre actividades y explicación sobre el femenino genérico  disponibles en [email protected])

  • Manuel Ortega Rodríguez (Profesor UCR)
  • Opinión
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