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Relevo de general McChrystal desnuda crisis de estrategia en Afganistán

El gesto de Stanley McChrystal “puede ser interpretado como un desahogo de quien comienza a percibir que su estrategia se viene abajo”.

El gesto de Stanley McChrystal “puede ser interpretado como un desahogo de quien comienza a percibir que su estrategia se viene abajo”.
La estrategia del vicepresidente Joe Biden es “miope” y nos podría llevar al “Chaos-istan”, respondió el general Stanley McChrystal, entonces comandante de las tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán, a una pregunta, después de una disertación sobre la guerra hecha en el Instituto de Estudios Estratégicos e Internacionales, en Londres, el pasado 1 de octubre.
Aunque McChrsytal no mencionó, en esa ocasión, al vicepresidente, se estaba refiriendo a la propuesta de Biden, de retirar tropas de las ciudades afganas, para llevarlas a la frontera con Paquistán, donde, supuestamente, se concentran las fuerzas de Al Qaeda.La ingeniosa respuesta del general, haciendo alusión a un término aparecido en un informe de la CIA, y que sugiere que Afganistán podría caer en el caos, no cayó nada bien en la Casa Blanca y fue motivo de una primera advertencia, hecha por el propio presidente Barack Obama al general, de que estuviera callado.
Pero, nueve meses después, el general volvió a la carga, esta vez en declaraciones a una revista que presta poca atención a temas militares y estratégicos: Rolling Stone.McChrystal volvió a cargar contra el vicepresidente. «Biden», le dijo un asistente. «Did you say: Bite Me?», le preguntó.El general arremetió contra todos: Obama, Biden, el enviado especial de EE.UU a Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, y el embajador de Estados Unidos en Afganistán, Karl Eikenberry.¿Otro desliz?No parece. Medios europeos señalan que “McChrystal sabe lo que hace”.En palabras del diario italiano Corriere Della Sera, “El general es un caza terroristas, pero también un hombre pragmático. Por eso se le otorgó el comando supremo de las tropas internacionales en Afganistán en el año 2009. “Pero McChrystal se enfrentó, a pesar de sus esfuerzos, a diversas dificultades y comprendió que Afganistán es una tumba. De modo que el soldado salió de su refugio y emprendió el ataque contra sus ‘verdaderos enemigos’, dice el periódico.
POLÉMICA
La renuncia de McChrystal reavivó el debate sobre la verdadera situación de la guerra en Afganistán, después de que el presidente Obama aceptara enviar otros 30 mil hombres a la zona de conflicto, pese a sus promesas de empezar la retirada el año que viene. Una promesa que ya nadie cree posible cumplir.El general es descrito como un “antiguo jefe de fuerzas especiales norteamericanas acostumbradas a trabajar en la sombra. En junio de 2009, Stanley McChrystal tomó el mando de la coalición internacional en Afganistán con la misión de “dar un impulso a una guerra atascada” y prometió una nueva estrategia.Su fama de estratega parece haberla construido en la lucha contra la insurgencia en Irak, donde se le atribuye también haber eliminado el jefe de Al Qaeda, Abu Musab al-Zarkaui, en junio de 2006.Obama se encargó de reiterar que su salida no implica un cambio de estrategia. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, por su parte, afirmó en Bruselas que, a pesar del relevo de McChrystal, las tropas de la organización en Afganistán seguirán funcionando según la estrategia diseñada por él.Pero la situación sobre el terreno es motivo de polémicas crecientes. Por un lado, se destaca que el relevo de McChrystal coincide con un número creciente de bajas de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN que, en junio, ya habían llegado a 79, la mayor cifra desde el inicio de la guerra, hace ya casi nueve años.En mayo pasado, los talibanes anunciaron el lanzamiento de la operación Alk-Faath (Victoria) contra «los invasores norteamericanos», las fuerzas de la OTAN, «los espías que se hacen pasar por diplomáticos extranjeros», los «lacayos de la administración Karzai» y las compañías de seguridad extranjeras.La insurrección de los talibanes se intensificó en estos tres últimos meses. Las fuerzas internacionales, que cuentan con 142 mil hombres en Afganistán, esperan diez mil más de refuerzo, como parte de la estrategia de su antiguo comandante.Pero la realidad es que, como lo señalan los especialistas, “la situación en Afganistán está lejos de ser la soñada por los planificadores estadounidenses, tanto los políticos como los militares. Entre los primeros, resulta cada vez más obvio que su aliado local, Hamid Karzai, no logra asentar su poder ni seguir adecuadamente los dictados de Washington. Entre los segundos, resulta evidente que los talibanes y los insurgentes de todo tipo se mueven por todas las provincias del país.  Las numerosas bandas criminales activas al día de hoy no solo no han reducido su capacidad para perturbar la seguridad del país, sino que la han aumentado notablemente”.La mayor parte del sur de Afganistán está sacudida por la insurgencia talibán, que se encuentra en su fase más violenta desde la invasión de 2001,
OTRAS VÍCTIMAS
Entre los aliados también surgen voces que expresan dudas sobre el rumbo de la guerra. Entre estos, los ingleses, los más cercanos a los Estados Unidos.  Por ejemplo, un enviado especial a Afganistán y Pakistán, Sherard Cowper-Coles, dejó sus funciones la semana pasada por un período prolongado, según un portavoz de exteriores que prefirió no precisar los motivos.Según el diario británico The Guardian, citado por la AFP, “Sir Sherard estuvo en conflicto con los responsables estadounidenses y de la OTAN en los últimos meses: consideraba que la lucha armada contra los insurgentes está destinada al fracaso y abogaba a favor de negociaciones de paz con los talibanes.“Estas fricciones tienen lugar tras una jornada sangrienta para la OTAN en Afganistán el lunes (21 de junio), en la que murieron diez de sus soldados, en ataques de insurgentes y un accidente de helicóptero. Esta es la segunda vez este mes que diez efectivos de la coalición mueren en un solo día”.Ante esta realidad, los líderes políticos de los países de la coalición se encuentran bajo una creciente presión de la opinión pública que no quieren pagar tan elevado precio por una guerra lejana e interminable, mientras los gobiernos recortan los gastos públicos, en medio de una grave crisis económica internacional.No hay que olvidar que esta guerra ya ha cobrado también otras víctimas políticas, entre ellas el presidente de Alemania, Horst Köhler, quien anunció en mayo pasado su dimisión, como consecuencia de un escándalo provocado por declaraciones en las que explicaba la presencia militar de su país en Afganistán como necesaria para defender sus intereses económicos. Esta no era la razón por la que el gobierno explicaba la importancia de participar en esa guerra.Tres meses antes había caído el gobierno de coalición en Holanda, por la oposición del partido laborista a ampliar la participación del país en la guerra.Por todo ello, señalan los analistas, y “más allá de lo anecdótico que pueda resultar leer pensamientos de un general en la revista Rolling Stone, el gesto de McChrystal puede ser interpretado como un desahogo de quien comienza a percibir que su estrategia se viene abajo”.
NUEVO ESCENARIO
El anuncio, hecho a mediados de junio, de que Afganistán cuenta con enormes reservas de minerales como el hierro, cobre, cobalto, oro y, especialmente, litio, ha agregado un elemento nuevo al escenario del conflicto.La revelación de un hecho que seguramente era conocido hace mucho tiempo por los gobiernos y empresas extranjeras, viene a agregar un elemento más a la ya compleja situación del conflicto. El gobierno afgano habla de recursos por tres billones de dólares, más que suficientes para despertar las ambiciones de las empresas del sector.«Hay un enorme potencial aquí», dijo precisamente el general David H. Petraeus, el jefe del Comando Central de los Estados Unidos, en una entrevista poco antes de asumir la jefatura de las tropas en Afganistán, en reemplazo del general McChrytal.
 

  • Gilberto Lopes 
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