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Institucionalidad e integración de Centroamérica

Actualmente, la realidad del desarrollo económico de Centroamérica es de vida o muerte. Necesita de una solución pronta e inmediata que signifique una oportunidad real y definitiva que pueda ofrecer a la región de mayores expectativas para la erradicación de los flagelos que la consumen, y así, ofrecer mejores rutas hacia la ansiada diferenciación económica y al desarrollo regional.

Actualmente, la realidad del desarrollo económico de Centroamérica es de vida o muerte. Necesita de una solución pronta e inmediata que signifique una oportunidad real y definitiva que pueda ofrecer a la región de mayores expectativas para la erradicación de los flagelos que la consumen, y así, ofrecer mejores rutas hacia la ansiada diferenciación económica y al desarrollo regional.
Para ello, es significativo y trascendental la existencia de una institucionalidad ordenada, organizada y coherente en la toma de decisiones que permita direccionar a la región sobre los rieles del progreso y bienestar colectivos junto a una integración simbiótica de bienestar entre países que promueva proyectos reductores de las distorsiones económicas y focalice sus puntos de inflexión.
En este caso concreto, la región debe emerger de su desigualdad al propiciar los cambios necesarios que le brinden un desarrollo basado en la unión para finalmente comprender que el progreso regional puede ser realidad sólo si se realizan los cambios direccionales para alcanzar el crecimiento económico, para aumentar el empleo y los salarios, para consolidar las finanzas públicas por medio de una correcta política fiscal, para estructurar una política monetaria de control, para consolidar una política cambiaria flexible y para aprovechar todas las oportunidades de crecimiento que la nueva economía mundial ofrece, pues todo eso brindará las herramientas necesarias para luchar contra la inseguridad, la desigualdad, la pobreza, la exclusión, el abandono, la miseria y la apatía ciudadana en la participación política electoral que existe en la región y que no dejan prevalecer el bienestar, el desarrollo y el progreso social.
Uno de los elementos primordiales que cada gobierno y Estado centroamericano debe promover, es el de buscar nuevos modelos de reforma económica que posean justicia y equidad. Modelos económicos que no deterioren esa equidad y que fomenten una asignación responsable de recursos. Se necesita de una verdadera reforma económica centroamericana pues la mala interpretación de los modelos existentes, aumentan la injusticia y produce grandes brechas de desigualdad, pobreza y miseria generando enormes desequilibrios macroeconómicos.
Una reforma fiscal regional que acabe con la corrupción será muy oportuna, especialmente; en el escenario que presenta la actual región centroamericana. Entrarles  de lleno al ordenamiento de los planes fiscales por país debe ser un afán impostergable. Con la reducción del déficit fiscal, los siete países centroamericanos podrán destinar y aplicar recursos a su infraestructura, a la inversión, a los sistemas de salud pública, a los programas de vivienda, a la educación estatal así como a otros espacios esenciales clave para alcanzar el crecimiento económico y el desarrollo social al brindar mejores condiciones para una óptima competitividad institucional con mayores posibilidades y alcances.
Inmediatamente entra en este escenario el diseño de una correcta política económica aplicada a la agricultura, a la industria y a fortalecer los sistemas económicos regionales para alcanzar determinados fines. Un obligado análisis de los problemas elementales que plantea la elaboración de esas políticas económicas, sus objetivos, sus instrumentos, los posibles conflictos y los resultados comparados, es lo que debe constituir a esa política económica en Centroamérica como base fundamental para la creación de instituciones productivas que contribuyan a fomentar la integración.
Pero esa política económica no debe ser un fin en sí misma y más bien debe convertirse en un instrumento esencial de desarrollo económico regional que tenga la finalidad de servir de base para el bienestar humano en todas sus dimensiones bajo la consigna de enfrentar la pobreza, estimular el desarrollo y actuar bajo la sombra de buenos gobiernos.
Es necesario valorar el trabajo de cada organización formal centroamericana y la institucionalidad de cada una de ellas, así como su relación con cada lineamiento hacia la agenda de desarrollo de cada país. La institucionalidad debe centrarse en un conjunto de órganos e instancias regionales que refleje apropiadamente la idea de un Sistema Regional de Organizaciones propias para una correcta integración, que en éste caso, será una que deberá velar por la prosperidad centroamericana.
La realidad del siglo XXI y las enormes posibilidades que las relaciones económicas ofrecen a la comunidad mundial debe servir para que las instituciones centroamericanas se den a la tarea de transformar la misión y la visión por las que fueron creadas y comprender de que es urgente compartir la integración.
Exactamente. Es urgente anhelar, compartir y hacer realidad una profunda competitividad como pilar firme para la integración, la cual junto a la institucionalidad, deben ser motores impulsivos para el ansiado desarrollo de las sociedades centroamericanas las cuales deben ser fortalecidas por bases firmes de legalidad y pragmatismo en todas sus formas.

  • Sergio Campos Loaiza (Estudiante de Ciencias Políticas UCR)
  • Opinión
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