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Derechos humanos a referendo

“Quizá sea la gran sencillez de la cosa la que los induce al error…”De La Carta Robada, Allan Poe.

“Quizá sea la gran sencillez de la cosa la que los induce al error…”De La Carta Robada, Allan Poe.
El referendo en el que se decidió la suerte del Tratado de Libre Comercio rindió tan buenos resultados que ahora se advierte como una estrategia idónea para dar legitimidad al autoritarismo en democracia.
La trampa es de sentido común: al amparo de un concepto de democracia que se reduce al voto deviene lógico pensar que los procesos electorales constituyen en todo momento mecanismos depurados y sanos de participación ciudadana. Pero esto no es necesariamente cierto, o solo podría serlo si de por medio no existieran las formas sofisticadas de coerción y control social.
La voluntad individual plena y edificante solo se expresa en ambientes sociales donde no operan los diques que obstruyen el desarrollo de la personalidad, como la culpa, el miedo, los estereotipos o los prejuicios.  En dicho sentido, la sociedad de mercado no solo se nutre de estos sino que por su naturaleza depende en gran medida de los mismos para lograr fijar en las subjetividades las ideas de consumo que albergan fantasías de gratificación emocional. En la medida en que la venta de vienes y servicios, es decir, cualquier tipo de mercancía, se proponen como sustitutivos de potencialidades humanas a desarrollar.
Para finales de año se prevé que envíen a Referendum la decisión de si debe reconocerse o no legalmente la unión entre hombres y mujeres del mismo sexo. En principio, la ley debería responder a toda forma de crecimiento y desarrollo personal. Tomando en cuenta que no hay realización ni crecimiento si no hay respeto y consideración hacia los demás. Sobre la base de esta premisa la escogencia sexual involucra una decisión íntima y personal, que no debe pasar por una mayoría donde los diques antes mencionados influyan en la toma de decisiones de las y los ciudadanos. Pudiendo afectar además a personas que sufren discriminación por no pertenecer al orden de esas mayorías consideradas iguales o normales. Si fuera el caso una forma de legislar sana acata esta disposición y la convierte en ley solamente como forma de reafirmar una actitud tendiente al desarrollo pleno del sujeto.
Tal y como luce el escenario social los diques comenzarán a levantarse desde toda visión conservadora que siente temor ante la amenaza que representa la posibilidad de tener que asumir la diferencia. Ello con independencia de si gana el Sí o el No. En una sociedad donde los diques señalados inhiben la libertad de reflexión el evento de Referéndum solo contribuye a fomentar el pensamiento unidimensional, autómata y acrítico. Es así que confiando en los procesos de manipulación del pensamiento sustentados en la culpa, los temores, los prejuicios o estereotipos, la dirección política gubernamental podrá someter a Referendum cualquier derecho humano y lograr que sea la misma sociedad la que lo rechace.  
Lejos de hacer un intento por invalidar la opción del Referéndum, que de hecho puede servir como una herramienta al servicio de la verdadera democracia, se trata más bien de advertir sobre lo estratégico que puede ser para el oficialismo someter a consenso, por la vía de este mecanismo, ciertos temas sensibles a la división social o a la movilización popular, enviar a votación temáticas irrelevantes, o quitarle legitimidad al mismo tratando cada tema sin tomar en cuenta su especificidad y su importancia. Con ello la figura de Referéndum quedaría reducida a una simple herramienta utilizada para justificar la “democracia” despojándolo del valor que por su naturaleza debería conservar: implicar a la ciudadanía en la toma responsable de decisiones. Muchas veces el valor de lo evidente reside en lo que oculta. Qué mejor que el voto para no asumir compromisos reales de participación ciudadana.
 

  • Juan Félix Castro Soto (Psicólogo)
  • Opinión
Democracy
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