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Quince meses después del inicio de las negociaciones del FEES, estamos al pairo. Cuando el periodista Javier Córdoba del Semanario Universidad (7 de julio del 2010), pregunta si es posible o no darle a las universidades lo que piden, la respuesta es tajante de parte del Ministro de Educación:
“ Yo siento que no es posible y esa ha sido la parte más difícil de la discusión, porque se está pidiendo un aumento promedio del 13%, que en realidad es empezar en 11% y llegar al 16% real anual”. Y termina diciendo que nuestra economía va a crecer un 4% o 5%, y se pregunta el Ministro “¿ De dónde saco los recursos para financiar eso?”
Y aquí es donde propongo que las universidades debemos sacar la imaginación, o la espera, el cansancio y el juego del día a día nos va a derrotar. El Ministro, que es a su vez, el vocero del Gobierno da a entender que están claros. De nuestra parte le hemos demostrado el crecimiento de 30.000 estudiantes más en los últimos cinco años, hasta llegar a la cifra de 80.000; o sea, las casas de enseñanzas superiores, se llenó de buenos hijos e hijas y ahora no nos quieren dar el sustento progresivo del PIB que solicitamos en los próximos 5 años.
Nos piden justificar los gastos y la petición se les va a presentar. Siempre habrá abusos, restricciones y ajustes donde medie lo humano; concuerdo con la palabra austeridad y transparencia para todo proceso donde medien dineros del pueblo. Eso esta bien. Lo malo son los pelos en la sopa para dilatar nuestras peticiones. Y en asuntos de pelos en la sopa, los gobiernos no son buen ejemplo. Pero, lo que sí es cierto, es que sin las universidades públicas, el progreso del país no se hubiera dado. Por un lado nos piden profesionales de calidad, competitivos y necesarios para el desarrollo del país; y por otro, nos cierran las puertas de la financiación real en cinco años.
Ahora el minotauro nos embiste con la necesidad de aprobar el presupuesto 2010-2011, que está a la vuelta de la esquina. Esto daría oxígeno al Gobierno para estirar las negociaciones un año más. A quince meses del cansancio heroico de los rectores, miembros de los consejos universitarios y sindicatos, estoy convencido que sólo la imaginación nos podrá sacar de este laberinto.
En mi condición de presidente de la Asociación de Tutores UNED, subí las gradas hacia la rectoría y le propuse al Rector, sacar las universidades a los pueblos. Sacar la academia, la investigación, la extensión, la recreación, la producción editorial, etc., a los parques, salones comunales, templos, explanadas, mercados, museos, gimnasios, colegios, escuelas, para mostrarles a los pueblos, lo que estamos haciendo.
Las universidades estamos llenas de servicios sociales en todos los campos, estamos inundados de grupos culturales en todo el país; nuestras ciencias naturales y exactas son de primera línea; la recreación y el deporte y la publicación de libros, así como los servicios médicos, odontológicos, ambientalistas, la radio, la televisión el Semanario UNIVERSIDAD, los TCU, talleres, proyectos CONARE , todo está dirigido a la mejora de los pueblos.
Y esta actividad que propongo, no tiene costo adicional, porque se trata de lo que estamos haciendo todos los días, es simplemente trasladarnos durante un fin de semana y repartir una hoja, sólo una hoja, con un mensaje simple, sencillo, claro a las comunidades que son las que en último caso pagan impuestos y financian las universidades públicas. Sé que vienen las marchas y yo voy a desfilar; pero si no tenemos un buen e imaginativo plan B, nos podrían llevar a los cuernos del minotauro sin un hilo de salida.
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