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Fútbol: ángulo femenino

El fútbol (como todo deporte) en el terreno de juego es generador de valores; niños, niñas, adultos, adultas pueden observar esfuerzo, disciplina, dedicación, compromiso, entrega, amor patrio, autoestima individual y colectiva, amistad, profesionalismo, etc. También pueden observar que las faltas tienen consecuencias.

El fútbol (como todo deporte) en el terreno de juego es generador de valores; niños, niñas, adultos, adultas pueden observar esfuerzo, disciplina, dedicación, compromiso, entrega, amor patrio, autoestima individual y colectiva, amistad, profesionalismo, etc. También pueden observar que las faltas tienen consecuencias.
Para citar sólo un ejemplo en el ámbito nacional (hay otros más), Mauricio Montero, el futbolista costarricense, nos ha enseñado como el mejor maestro todos esos valores. Y si miramos hacia fuera, para citar sólo un ejemplo, (también de muchos más), el jugador Landon Donovan educa con su absoluta entrega y compromiso, como lo mostró en todos los partidos en el presente Mundial, aunque su equipo no pudo pasar a los cuartos de final.
II parte
Cierto es que hay futbolistas y otros deportistas que dejan lecciones negativas y muy negativas, pero lamentablemente así es en toda actividad humana; se trata de tomar lo positivo, desechar lo negativo y crecer.
Quisiéramos referirnos particularmente al valor de la amistad en el fútbol. Consideramos que es educativo para un niño o para una niña observar a jugadores de equipos contrarios ayudarse a levantarse cuando se caen, intercambiarse las camisetas en señal de admiración y respeto cuando termina un partido y hacer otros gestos de amistad.
Un aspecto de este tema que destaca, de acuerdo con nuestra manera de ver el fútbol, son los sentimientos y gestos de cariño que se permiten los hombres, y que les están vedados en otros contextos. Es interesante para el análisis, que allí donde se escenifica uno de los deportes supuestamente más rudos, afloren los mejores sentimientos y conductas humanas. Es posible ver llorar en un partido de fútbol (suponemos de patriotismo) a un jugador durante la entonación del Himno Nacional de su país, como ocurrió en el reciente encuentro entre Brasil y Corea del Norte. Es positivo que nos acostumbremos a que los hombres también expresen sentimientos y dejen brotar, por fin, su condición humana. Paradójicamente, esto se da y nos lo está enseñando el “rudo” fútbol.    Por otra parte, a causa de la popularidad universal alcanzada por este deporte, por su medio se está produciendo un mayor conocimiento de valores culturales, incluso conocimiento de elementos geográficos, históricos y políticos y un acercamiento de etnias y culturas. En los juegos de las ligas nacionales, en el Mundial de fútbol, una cancha es un ramillete multiétnico, multicolor.
En un restaurante en Taiwán, después de Italia 90, un mesero, a falta de un tercer idioma compartido, pudo saber que un cliente era costarricense, cuando éste se puso de pie y representó el pase de taquito de Claudio Jara a Juan Cayasso para el gol con que Costa Rica le ganó a Escocia.   
El fútbol, desde luego en asocio y gracias al enorme desarrollo de la tecnología de las comunicaciones, es hoy uno de los más importantes difusores culturales. El conocimiento es previo a la aceptación, por eso el aporte del fútbol en el acercamiento cultural ha escalado en importancia.
Y es que los encuentros futbolísticos internacionales, especialmente el Mundial,      además, motivan el desplazamiento de miles de personas de diferentes orígenes, que llevando sus manifestaciones culturales, se encuentran en un espacio geográfico y nacional determinado y efectúan intercambios, en un contexto festivo.  
Desde otros ángulos también hay que abonarle al fútbol.
Socialmente, la primacía a que ha llegado le ha permitido convertirse en un factor de movilidad en el mundo. Miles de jugadores han surgido de la miseria, de las favelas en Brasil, de las barriadas pobres en Argentina, asimismo, en el resto de América Latina, en África, en Asia y en Europa. No son muchos los jugadores de renombre de “buena” cuna. Este deporte ha sido la vía, muchas veces la única vía, para la superación económica y social de cientos de jóvenes y de sus familias.                
Desde el punto de vista educativo, el fútbol ha sido un camino para apartar a muchos niños, niñas y jóvenes del vicio y del dolor en sus vidas, y encaminarlos por valores como los antes señalados.
Pero el fútbol es educativo en sí mismo por su carácter grupal: muestra cómo el trabajo en equipo, la cooperación, la solidaridad dan frutos. Enseña que el pasarle el balón a otro (a)  para que anote el gol es lo efectivo y, por lo tanto, lo correcto cuando es el otro (a) quien tiene la posibilidad de anotar. Enseña que en determinadas circunstancias, el logro se aborta si quien lleva el balón opta por sí mismo (a), por lo individual, frente al avance en equipo. La generosidad del individuo premia al todo, al equipo, a sus seguidores (as) y al individuo mismo.    
Pero desde nuestro ángulo de visión, al fútbol, al deporte en general, le falta cumplir una etapa, y esa es adquirir el carácter de actividad deportiva mixta en lo referente al género.
Las mujeres han ingresado de lleno en la política, a partir de la organización de movimientos femeninos, donde “sacaron músculo”; las mujeres se han organizado en ligas femeninas de fútbol desde hace varias décadas, y ya están “desarrollando músculo.”
Mucho se ha dicho y se dirá para oponerse a esta integración, (como cuando la mujer luchó por su derecho al voto), pero es posible y quizá  necesaria. Quizá sea el factor que renueve al fútbol, quizá sea el factor que rompiendo tabúes lo vuelva más interesante, novedoso y le prolongue su hermosa existencia.
En el 2004, la destacada jugadora mejicana Maribel Domínguez (Marigol), futbolista de indiscutible técnica y velocidad, solicitó a la Federación Mejicana de Fútbol y a la FIFA fichar en un equipo profesional masculino. Como sabemos, la respuesta fue negativa y salieron a relucir manidos prejuicios, pero sacudió la estructura masculina del fútbol mejicano y su reto permanece allí sobre los terrenos de juego.
Acuciosamente, el doctor Carlos Sandoval en su libro Fuera de juego llama la atención sobre lo que denomina “masculinidad femenina”: “El jugador ‘rudo’ ha dado paso a la figura estilizada”, mediante factores asociados al cuerpo masculino como los recortes de cabello, vestimenta y hasta participación en pasarelas en el mundo de la moda.
Pensamos que este hecho novedoso frente al fútbol del pasado, por sí mismo no renovará este deporte por cuanto es cosmético y muy periférico en relación con el deporte fútbol como tal (incluso podría distorsionarlo), pero sí en el sentido de que puede, psicológicamente, estar preparando la  antesala, en cuanto “feminización”, para el ingreso de las mujeres más aptas física y técnicamente a las ligas masculinas y de esta manera constituir ligas mixtas.
El fútbol como “danza”, “ajedrez”, “vuelo”, como actividad que reúne elementos originarios de la expresión humana, está más cerca de la mujer de lo que se cree, tan cerca de los hombres como de las mujeres.
Quizá mañana podamos ver ligas masculinas, femeninas y mixtas, y más adelante sólo mixtas. Quizá este sea un factor importante para disminuir cierta violencia que se da en el contexto del fútbol fuera y dentro de las canchas. Quizá para entonces, sea tarde para Maribel Domínguez como jugadora, pero no lo sería como iniciadora histórica.        

  • Olga Marta Rodríguez Jiménez (Profesora UCR)
  • Opinión
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