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Monólogo de la ego-política

¿De qué hablan las opiniones que están en esta misma página y su página contigua? Responderé por adelantado, muy generalmente. Si alrededor de 2 páginas de la sección de opinión del Semanario tiene entre 5 y 7 opiniones; y sabiendo que la regularidad de los escritos se enfoca en lo político, imagino que entre 3 y 5 son políticos y críticos del sistema; 1 o 2 de algún reconocimiento o aporte, y tal vez uno sobre arte, o sobre alguien opinando sobre opiniones políticas. 

¿De qué hablan las opiniones que están en esta misma página y su página contigua? Responderé por adelantado, muy generalmente. Si alrededor de 2 páginas de la sección de opinión del Semanario tiene entre 5 y 7 opiniones; y sabiendo que la regularidad de los escritos se enfoca en lo político, imagino que entre 3 y 5 son políticos y críticos del sistema; 1 o 2 de algún reconocimiento o aporte, y tal vez uno sobre arte, o sobre alguien opinando sobre opiniones políticas. 
¿Habré acertado? Si acerté o no, es secundario. Lo que hice fue especular con lo que podía: regularidades, cifras, perspectivas, etc. acudiendo en parte a mi deformación técnica, pensando en análisis de contenido o discurso, particularmente.
Pero esto también es secundario, a la larga hasta terciario. ¿Qué es lo central? Hay dos centralidades (o una centralidad dividida), y dos consecuencias. La primera centralidad (primera mitad) es sobre especular acerca de lo que otros y otras dirán, o creemos que dirán.
Es central porque, aunque no podamos dejar de especular por completo, tampoco podemos especular sobre ideas de las personas completamente, y a veces la parcialidad es aparente. Si especulo sobre lo que dirán puede que no esté dispuesto, o no este en la postura del que escucha. Así, esta primera centralidad tiene como primera consecuencia que este escrito es sordo a las palabras de nuestro alrededor. Si abusamos de la especulación es porque en buena medida no somos tan sensibles a lo que otras personas y opiniones dicen. Los resultados están a la vista o al oído, y se puede especular.
La segunda centralidad (segunda mitad) es referente a motivar una acción. Tal vez usted, que lee este escrito, ya leyó las otras opiniones y ha descartado o aceptado mis esperables respuestas antes señaladas, por tanto, tal vez, dependiendo del resultado de la predicción/especulación, haya desacreditado la predicción de esta opinión. Por otro lado, si no los ha leído, tal vez, en aras de mostrar los fallos de quien redacta, buscará leerlos –como posiblemente, especulo, sucederá, hasta lo que lleva usted leído-. A diferencia de lo que pensé mientras escribía, usted sí podrá leer/escuchar lo dicho por otros y otras en sus opiniones, usted habrá minimizado (tal vez controlado) la especulación, a favor de la escucha o de la lectura. Y a la larga será más atento(a), y leerá/oirá con mayor cuidado, ahora que los repasa o hace más énfasis, las otras opiniones. La consecuencia de esto último no es dejar de especular, de todos modos creo que no podemos dejar de hacerlo, sino que es escribir menos monólogos o en su defecto menos monológicamente.
Aunque los monólogos son importantes –auto expresión,  educativo, existencial-, y sin decir que todos los escritos en opinión del semanario u otro medio, son monólogos, en alguna medida los monólogos tienen una postura que especula al otro y la otra, y lo que el otro(a) produce. Señalo, nada más, y tentativamente -especulando-, que escuchar y leer con detenimiento no omite la especulación, pero especular en buena medida en la actualidad está dejando de lado la escucha, y plagándonos de opiniones para nosotros mismos, es decir en buena medida nacidas de nosotros para nosotros. Hasta aquí se podría señalar que la opinión no se entiende como una mera expresión de una persona aislada, sino que es la producción de ideas propias –asumidas como propias y desarrolladas desde la aprensión- según condiciones. Una persona puede generar una opinión basándose en otras. Así la opinión no es solamente posible como un concepto o una acción meramente de expresar un pensamiento individual, además es cruce, mezcla y choque de lo social, lo político y lo personal/subjetivo. La opinión no es meramente voz, son oídos y vista. Además la opinión, sin los oídos y vista de otros solo queda para uno mismo, y en este sentido el expresar gestiona entonces, en buena parte, una autoafirmación ególatra.
Si no tenemos una alerta, si se omite escuchar, sentir, oír, ver, leer, especulamos; en el peor sentido de un término hoy ampliamente debatido. La especulación económica, y la especulación política de las acciones globales son ejemplos de que en buena medida no se escucha, no se lee y no se sienten otras opiniones fuera de ciertas zonas de eco, no se evidencia una posible mezcla o choque. En buena parte podemos especular que a los que están en esos puestos -¿algunos?- no les interesa hacerlo, pero podemos escucharlos y leerlos, y nuestra especulación merma cuando evidenciamos monólogos. Si no oímos las palabras/opiniones de otros y otras esto nos deja en el inicio de este escrito, pero ahora reformulado. Ya no nos preguntamos de ¿qué hablan/dicen…? sino en lugar de eso ¿qué no estamos escuchando? Y más desesperanzador aún ¿estamos perdiendo, si alguna vez tuvimos, los ojos, los oídos, y el sentido de las y los otros? Si la respuesta es sí, la opinión sería entonces un boomerang, que en su recorrido -que tiene unificada: partida y destino- podría suturar bocas y cortar manos a alguien o a muchos en su trayectoria teleológica.
La ego-política pasa por ser opiniones boomerang que parecen aparente opinión; podría ser entonces ahora nada más un juego de uno. La opinión puede generar respuesta, una contra-opinión, y generar debate, pero el debate amerita escuchar, no reproducir la primera opinión. En alguna medida la política y la economía en perspectiva global actual –unificadas ambas- han mostrado, más allá de la mera especulación, una monologización. No interesa escuchar, solo se oyen murmullos, gritos, sollozos. La arena de la discusión política ¿es? -¿y ha sido?- un espacio donde unos tratan enérgicamente de hacer que otros escuchen, y otros tratan enérgicamente de solo escucharse.

  • Redacción Universidad 
  • Opinión
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