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La mayoría de los países con menor desigualdad en ingresos heredaron políticas sociales previas al neoliberalismo.
La presencia de clases medias consolidadas, la intervención estatal en políticas sociales y el modelo de protección a la institucionalidad que amortigua las tendencias neoliberales, son elementos que mantienen a los países con menores niveles de desigualdad, concordaron especialistas, tomando en cuenta los datos revelados por el Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe.
El estudio, efectuado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), analizó el Coeficiente de Gini de los países de la región, medida que calcula la desigualdad en los ingresos, que se expresa en porcentajes.
Se encontró que Uruguay es el país con menor desigualdad, con 45%, seguido de Costa Rica con 47% y Venezuela y Argentina, igualados con 48%.Los estados más desiguales son Bolivia (60%), Haití (59%), Ecuador y Brasil (56%). Se considera que Latinoamérica es la región con mayores brechas de ingresos en el mundo.
Las cifras contrastan con las de los países desarrollados como Dinamarca (27%), Finladia, Noruega y Suecia (28%).
En la edición anterior, UNIVERSIDAD se enfocó en el caso de Costa Rica, y especialistas que participaron en el informe señalaron que resulta esencial la implementación de políticas sociales enfocadas a combatir la desigualdad, con el fin de mantener esa buena posición y llegar al nivel de naciones del primer mundo. (Ver nota edición 1861: “Modelo de apertura comercial presiona aumento en la desigualdad).
Este medio consultó a profesionales en las áreas de economía y sociología para efectuar un análisis sobre los resultados del estudio regional. HERENCIA PRE-NEOLIBERAL
El economista Helio Fallas explicó que es distinto cuando un gobierno careció de una democracia por mucho tiempo, ya que este sistema juega un papel muy importante en lo que se refiere a la igualdad.
Considera que el tema de las brechas es un asunto político, que se recrudece porque las mayorías no tienen acceso a las decisiones que toma un país.
Los sistemas democráticos promueven que las políticas sean más acorde con los intereses de la mayoría de la población, señaló. Mencionó que la presencia de gobiernos de centro izquierda en Sudamérica es el resultado del incumplimiento de las promesas de crecimiento y empleo de las políticas neoliberales, que más bien generaron una desigualdad mayor.
“Los países pueden ser democráticos formalmente, sin embargo si no hay una buena participación, eso no va a afectar la voluntad política de igualdad. No son calamidades, destino o aprender a vivir con eso. Hay causas de por qué la desigualdad se da, y se puede revertir”.
Asimismo, Fallas comentó que la educación es un baluarte fundamental en países como Uruguay, Argentina y Costa Rica. En el caso local, sin embargo, hay muchas diferencias de calidad entre la pública y privada, y dentro de la estatal, hay contrastes en las zonas urbanas con recursos y las regiones rurales y urbano marginales, circunstancias que se pueden dar en esos otros países.
Luis Paulino Vargas, economista, concordó con que la institucionalidad pública desarrollada, universalización de educación, garantía en servicios de salud y acceso a vivienda; políticas que se heredan a periodos antes del neoliberalismo.
En el caso de Venezuela, que se ubica como el tercer país con menor desigualdad de Latinoamérica, destacó que en la última década ese país ha logrado disminuir las brechas en ingresos, y en otras naciones como Costa Rica, más bien han aumentado.
“Pareciera que en la revolución bolivariana se han aplicado políticas que han propiciado menos desigualdad. Los datos apuntan a que la apertura comercial aumenta la desigualdad, América Latina ha pasado un largo periodo donde se enfatizaron las políticas de apertura, privatización, recorte a sector público, y fuerte atracción de inversión extranjera directa”.
El informe citó que en Uruguay la clase media abarca el 40% de la población, y situaciones similares se presentan en otros países con cifras positivas, a excepción de Brasil que se ubica dentro de los países más desiguales. El profesional indicó que en país más igualitario, es normal observar una clase media importante, ya que los sectores de las cúpulas son relativamente pequeños, así como los más pobres. Esa clase media no tiene riqueza en exceso, pero no está en situación de pobreza, y muchos de los recursos se destinan a dicho sector.
MÁS QUE RIQUEZA
La socióloga Juliana Martínez mencionó que los factores que explican la desigualdad actual son el resultado de trayectorias históricas y de políticas actuales que actúan de manera simultánea. Por ejemplo, Costa Rica se ubica de segundo lugar por los resultados obtenidos entre 1940 y 1980. El país ha contado con políticas sociales con efectos favorables para la igualdad, pero también con políticas salariales y laborales que se han abocado a concentrar los recursos. Por otra parte, Uruguay obtiene el primer puesto por su trayectoria histórica y las políticas tomadas recientemente en materia laboral, como la negociación colectiva y definición de salarios mínimos. En esa nación sudamericana, los últimos años de gobierno de izquierda reflejan una concordancia entre política salarial y social, afirmó.
Opinó que la clase media en América Latina es particular, pues fue construida por el papel de los estados y los servicios públicos, que ha colaborado a construir una integración social. No obstante, hay ciertas diferencias, como en Costa Rica, donde hay una clase media alta que puede costear la educación privada de sus hijos y utilizar servicios de salud de ese tipo, y una clase media baja que depende de los servicios estatales.
Sobre los modelos de apertura económica, manifestó que en América Latina se han dado dos tipos: el que apuesta por atraer inversión extranjera a partir de la oferta de mano de obra barata, y el que promueve otros factores como la educación y paz social teniendo mano de obra comparativamente cara.
“Las élites contemporáneas generalmente han entendido la apertura comercial como un asunto de atraer inversión y punto. No la han entendido como una forma de atraer inversión para que esta contribuya a lograr determinados objetivos de crecimiento, pero que, a la vez y sobre todo, genere empleo, que permita la distribución de los ingresos, la generación de recursos y servicios públicos y mayores y mejor repartidas oportunidades”.
A su vez, el economista Leiner Vargas aseveró que en países como Uruguay y Costa Rica, la participación del sector público ha sido clave, y en Argentina y Venezuela, se da una mezcla asociada con una creciente apuesta a la educación en el primer caso y a los recursos naturales en el estado presidido por Hugo Chávez.
Respecto del rol de la clase media, explicó que los procesos de deterioro de este estrato son periodos de un aumento significativo de la desigualdad. “Al igual que países como Brasil que han tenido por tradición clases medias delgadas, hay grandes dificultades para reducir la desigualdad, a pesar de períodos de significativa bonanza económica”.
El especialista opinó que la apertura comercial no es la culpable única del deterioro económico. “Se trata más bien un problema de carácter institucional, dado que no existen condiciones estructurales para el crecimiento de la productividad a largo plazo. Parece más bien un problema de calidad de las políticas públicas y de debilidades institucionales”.
Agregó que en las naciones de desarrollo reciente hay una relación directa entre el mejoramiento de la productividad y el aumento de los salarios reales y de la igualdad, que está relacionado con la inversión en educación, ciencia y tecnología y la promoción de regulaciones efectivas del Estado para orientar de forma estratégica los recursos productivos.
Los rostros de la desigualdad
* Diez de los 15 países más desiguales del mundo se encuentran en América Latina y el Caribe. El Coeficiente de Gini (medida que calcula la desigualdad en los ingresos) es 65% más elevado que el de los países de ingreso alto, 36% más alto que el de los del este asiático y 18% superior a los de África Subsahariana.
* Después de un periodo de continuo crecimiento entre 1980 y 2000, la elevada desigualdad disminuyó de forma tenue en la mayoría de los países. Esta baja se atribuye con una distribución más equitativa del logro educativo, la reducción de la desigualdad de los ingresos no laborales, el crecimiento económico de la región y la mejoría en la incidencia del gasto social a través de la implementación de programas específicos.
* La escolaridad actual de las personas jóvenes en la región está muy ligada al nivel escolar de la generación anterior. Tres de cada 10 muchachos cuyos padres tienen la primaria incompleta concluyen sus estudios universitarios. En contraste, casi tres cuartas partes de quienes tienen padres con una carrera, finalizaron los estudios superiores.
* La existencia de clases medias fuertes ofrece la posibilidad de generar “sociedades conectadas”. A diferencia de las sociedades polarizadas, en estas las personas perciben la existencia de otros tipos de vida que son alcanzables, lo que favorece la movilidad social.
* Ser mujer indígena o afrodescendiente en la región es sinónimo de mayor desigualdad. Las féminas siguen obteniendo empleos con remuneración relativamente menor a la de los hombres, aun cuando están igual de calificados. Igualmente, los niveles de pobreza son mayores en la población indígena y afrodescendiente, con excepción de Costa Rica y Haití.
* El fortalecimiento de las instituciones estatales es clave y el impulso a una participación ciudadana más activa, deben formar parte de acuerdos mínimos en los países para el combate de la desigualdad, procurando erradicar el clientelismo, la captura de los estados y la corrupción.
Fuente: Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010.
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