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Casa Jiménez de la Guardia está en un diferendo legal, y mientras tanto el tiempo y el abandono la destruyen.
“El patrimonio no debería tener leyes que lo defiendan”. Lo dice con categoría y compromiso el arquitecto Erick Chaves, presidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), sección Costa Rica, para referirse a la crítica situación de la llamada casa de los Jiménez de la Guardia, que está en total abandono.
Esta joya del art nouveau, ubicada 100 metros al este del cine Variedades, es una de las pocas muestras de esa tendencia artística en el país; sin embargo, como ha sucedido con otros sitios de interés histórico y arquitectónico, va camino a la desaparición.En febrero botaron la casa de San Lorenzo de Flores, una estructura de bahareque construida en 1844, la botica Solera sigue en abandono y otras edificaciones fuera de San José presentan un deterioro considerable.Un ejemplo es la iglesia de Toledo de Acosta, ubicada 45 kilómetros de San José, donde los pobladores no saben qué hacer porque el templo se cae a pedazos; mientras tanto, siguen esperando la respuesta del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, porque no pueden intervenir la edificación. Chaves insiste en que el patrimonio debe abordarse con compromiso:“Cada uno de nosotros debería ser el celador que lo haga, por conocimiento, por cultura, como en Francia, Italia o hasta en Nicaragua”.
CASA ÚNICA
La casa de los Jiménez Guardia fue construida en 1905 y en ella vivió el prestigioso abogado Manuel Francisco Jiménez Ortiz, quien fue el que la diseñó. Es, según los expertos, una muestra del art nouveau que por entonces se extendía por todo el mundo y que con la conexión de las familias oligarcas costarricenses llegó hasta nuestro terruño.El art nouveau, que tuvo sus raíces en Bélgica y Francia, buscaba una ruptura con el arte que predominaba hasta entonces, como el ecleticismo y el historicismo. Pretendía transmitir una nueva realidad, es decir, lo moderno.
La casa tiene una construcción de 902 metros cuadrados y es, a pesar de su notable deterioro, una atracción para los turistas que caminan por las principales calles de San José. A menudo se observa a extranjeros tomándose fotos para llevarse un recuerdo de una edificación que podría perderse para siempre si el Estado no actúa con urgencia.
El presidente del ICOMOS lamenta que ya los vagabundos e indigentes comenzaran la labor de llevarse todo cuanto pueden, y lo peor es que en esos trances destruyen paredes, marcos de ventanas, pisos, etc.A veces, y no es que este sea el caso, los propietarios abren las puertas a los indigentes para que una vez que el edificio esté en una condición irrecuperable, se dé el visto bueno para un uso diferente del terreno.“Tengo la sospecha de que los herederos del inmueble preferirían vender el terreno y cobrar unos dólares. Es una sospecha, pero lo cierto es que esa propiedad, por la ubicación, tiene un alto valor”, afirmó Chaves. El Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio estudia la posibilidad de expropiarla y que la casa pase a dominio del Estado.
CAOS CRECIENTE
El problema de la casa de los Jiménez Guardia, del edificio Maroy -que está contiguo-, de la botica Solera, de la iglesia de Toledo, de las casas de Salitral -en Desamparados-, y de la casa de bahareque de San Gabriel de Aserrí -que fue reparada y hoy está en desuso-, es que la ley y las políticas que las resguardan son un caos.Así lo sostiene Chaves y lo corrobora la realidad. Hasta ahora la ley 7555, promulgada en la Gaceta el 20 de octubre de 1995, está descontinuada y es imprescindible un nuevo texto. En este ámbito coinciden el Centro de Patrimonio, ICOMOS, y el Colegio de Ingenieros y Arquitectos; pero, como sucede con la seguridad del país, también se requieren medidas urgentes.Tal es la confusión, explica Chaves, que solo basta con contemplar el desorden que se tienen los diputados con el Castillo Azul, que debería de ser desalojado con base en una determinación del Ministerio de Salud. “Ciertamente la ley es poco facultativa: no dice quién la ejecuta, los guardias civiles no la conocen, los dueños tampoco, los diputados menos, y ya ve lo que está pasando con la Asamblea Legislativa. La ley 7555 nació renca y la han desmembrado poco a poco, le han quitado los incentivos y con eso la acabaron. Hay que hacer una reforma o una restauración de la ley”, comentó. Como publicó UNIVERSIDAD recientemente, la ley 7555 no fortaleció los incentivos a los dueños de las edificaciones, quienes se ven inmersos en mil obstáculos y más probables cuando se trata de restaurar un inmueble.En palabras costarricenses, con la actual ley el Estado “no pica leña ni presta el hacha” y esto ha conducido a un caos que cada vez es más difícil atacar. A ello hay que añadir el grado de deterioro de la educación general del costarricense, como lo precisa el presidente del ICOMOS. “La falta de cultura se hace presente hoy en día, porque el mismo sistema de educación lo permite: bajan los requisitos del bachillerato, los horarios disminuyen al mínimo, las tareas también. Las universidades privadas no hacen generales (humanidades) y los alumnos salen en la mitad del tiempo que las otras universidades; se eliminan cívica y urbanidad; la situación es catastrófica. Los muchachos, cada día más, son profesionales ignorantes de la cultura, si acaso saben algo de lo que menciona el título”.En medio de un país como el descrito anteriormente, el patrimonio histórico y arquitectónico hace agua y las respuestas civiles y estatales no están a la altura de las exigencias, sea por entrabamientos legales o por falta de conciencia de los políticos de turno.De hecho, como una muestra está lo ocurrido con la casa de San Lorenzo de Flores, que era propiedad de una prima del expresidente y Nobel de la Paz, Óscar Arias Sánchez. Con un siglo y cinco años de haber sido levantada, lo que en un país con tradición significaría una atención especial a un inmueble que recoge el espíritu de toda una época, la casa de los Jiménez de la Guardia corre el peligro de que, como muchas otras, desaparezca para dar paso a una edificación “moderna”. Como dijo un estudioso de la arquitectura josefina: “seguimos levantando un Miami feo en nuestra capital”.
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