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El escritor mexicano, autor de la exitosa novela “Balas de plata, conversa con UNIVERSIDAD sobre el fenómeno de la “narconovela”.
Convivir en un barrio de los llamados duros, donde muchos jóvenes encuentran su futuro en una ametralladora y en un México en el que la violencia, como consecuencia de la guerrra al narco, crece cada día, podrían ser motivo para alejar al novelista de la realidad que lo rodea.
Para Elmer Mendoza (nacido en Culiacán, en 1949), un ingeniero en electrónica que se dedica por entero a la literatura -la que estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)- y la docencia, es más un aliciente para acercarse y captar el lenguaje de esos mundos duros, donde palabras como capo, carnal, cuerno de chivo (para designar a una ametralladora AK-47) adquieren un matiz irresistible para un novelista.
Desde Berlín, donde se encontraba la última semana de octubre para presentar la traducción de su novela “Balas de plata” al alemán, Mendoza concedió esta entrevista en exclusiva para el Semanario UNIVERSIDAD.
Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y dedicado a dar numerosos talleres sobre literatura, Mendoza reconoce que la “narconovela” es una corriente que ha tomado mucha fuerza en su país, México, pero que en Colombia, Brasil, España y Estados Unidos cuenta con buenos escritores y muy fieles lectores.
Autor de las novelas “Un asesino en solitario” (1997); El amante de Janis Joplin (2003); Efecto tequila (2004); Cóbraselo caro (2005), Balas de Plata (2008) y Firmado con un klínex (2009), Mendoza se ha adueñado de un territorio: el territorio de la podredumbre social que arrastra a los jóvenes al narcotráfico, a la violencia, y al lento suicidio que suponen esas prácticas.
Para contar esos mundos, el autor prefiere adentrarse en los submundos de los que emerge un lenguaje único y popular, que en su propia maraña retrata de forma inconsciente una visión que luego él plasmará en sus novelas.
Si Hernán Rivera Letelier (ganador del premio Alfagura 2010), es el dueño del desierto chileno con novelas como “La reina Isabel cantaba rancheras”, Fatamorgana con banda de música”, Ángel parado en una pata, y “Los trenes van al purgatorio”, Mendoza se apropió del norte mexicano y de la marginalidad relacionada con el narcotráfico.
En momentos en que el presidente Felipe Calderón libra una guerra sin cuartel contra los narcos, el escritor cree que este enfrentamiento está condenado al fracaso, porque el tema lamentablemente se politizó.
Todo ese entorno oscuro que se mueve alrededor de los narcos y que es contado por “narcocantantes” y por escritores de lo que la crítica especializada ha denominado “narconovela” o “narconarrativa”, entra en la composición de las novelas de Mendoza.
En “Balas de plata”, por ejemplo, el protagonista, que es Edgar “El Zurdo” Mendieta, de pronto se ve atribulado por la ola de asesinatos que han seguido a la muerte del abogado Bruno Cañizales.
Y detrás de toda la tragedia humana que pueda abordar la novela, Mendieta no se priva de recurrir al humor como elemento importante dentro de su narrativa.
Para el lector interesado en la “narconovela”, se le recuerda que en la edición 1869 de este Semanario, en las páginas 15 y 16 de Cultura, el tema se trató ampliamente con aportes del profesor Bodgan Piotrowski, de la Universidad de La Sabana, de Bogotá Colombia. A continuación se ofrece un resumen de lo expuesto por Mendoza.
¿César Gaviria, expresidente de Colombia, asegura que la decisión de México de enfrentar duramente al narcotráfico es la correcta. Como escritor que aborda dicha problemática, ¿qué piensa al respecto?
-Pienso que es una de las vías: la militarización. Sin embargo, faltan políticas sociales como el combate a la corrupción, al lavado de dinero y una política educativa que evite la deserción y permita recuperar el sueño, la creencia de que la universidad es una opción válida frente a la pobreza. Que el día que alguien egresa hay un empleo esperando. Mientras esto no ocurra, seguiremos contando muertos.
¿El uso de estructuras propias de la novela negra, facilita el contar realidades tan complejas como las que trata la narconovela?
-La novela negra, puesto que trata de una realidad posible, es útil para contar hechos, y aunque siga las leyes de la ficción, siempre se parece a lo que ocurre en el mundo del delito y en la sociedad que lo permite. Ahora, hay novelistas de países donde el índice delictivo es muy bajo; los que vienen del frío. Sin embargo, sus novelas son buenas porque están en un género fuerte que también se nutre de la imaginación.
En su criterio, ¿cuáles son los principales rasgos de la narconovela?
-Es una reducción temática muy peligrosa y poca atractiva. En una novela de narcos hay seres humanos que trafican, pero que expresan asuntos como el amor, el poder y demás. Desde luego, hay acción y armas modernas.
¿Este subgénero literario comienza a tomar fuerza en esta América Latina violenta y convulsa?
-Es fuerte. He leído autores argentinos, brasileños, colombianos, cubanos, mexicanos; cada uno con características propias. Debe haber otros. Y si hablamos de lectores, que son parte de la fortaleza, han leído españoles y gringos.
Háblenos del tratamiento de la violencia en Balas de Plata.
-La creación de los personajes exige que estén dentro de lo humano. Luego se busca un equilibrio entre fuerzas contrarias con grados de maldad, partiendo de la idea de que nadie es completamente bueno ni malo. Deben moverse en un esquema que permita la interacción calculada, que produzca puntos de emoción extrema. Te decía que estoy en Berlín presentando la traducción y he podido notar que el “Zurdo Mendieta” es ubicable, y aquí, donde también hay un interés importante por la literatura de América latina.
Paco Ignacio Taibo II dice que los narcos lo respetan porque quieren salir en sus novelas. ¿Más allá de la ironía, qué hay de cierto en dicha afirmación, aparecida en El País de Madrid?
-A Paco Ignacio lo respetamos todos, y no veo por qué los narcos no. Si hacen lo posible por salir en corridos, ¿qué no harían por estar en una novela de Paco?
Algunos narcocantantes han sido ajusticiados. ¿Cómo es trabajar un tema tan delicado para un escritor como usted?
-Es difícil como tema; de pronto tiene aristas y es demasiado rico; pero no por los narcos. Creo que a ellos más bien los molesta el periodismo.
El lenguaje de la narconovela, en su caso al menos, busca acercarse al habla de la gente, a recoger expresiones que definan esos submundos. ¿Cuál es su acercamiento en ese sentido?
-Crecí en un barrio duro. Ahora busco lugares donde va la gente a beber y donde a veces cuenta historias con su lenguaje. Me gusta el lenguaje popular. No sé manejar solo lengua culta. Me da confianza que escritores muy importantes utilizaron el lenguaje popular: Aristófanes, Dante, Shakespeare, Cervantes, Quevedo y bueno, García Márquez y Bukowski.
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