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En los últimos días, personas distinguidas y calificadas de nuestro país han escrito en diversos medios sobre el tema del desarrollo. Sin duda, estos y otros artículos son necesarios para crear una agenda nacional sobre temas sustantivos y alejarnos de la inmediatez política, que no deja al país atender los temas relevantes de largo plazo para el desarrollo.
Una de las discusiones planteadas es si se debe lograr mayor equidad o si se debe disminuir la pobreza como objetivos del país. La pobreza en vastos sectores sociales ha llevado a la desigualdad social, propia de regiones como la latinoamericana, que es la que tiene peor distribución del mundo.
La pobreza puede disminuir y la desigualdad puede aumentar; eso se logra mediante políticas eficientes y focalizadas a sectores desposeídos, mientras la clase media disminuye su participación en los ingresos; esta política ante coyunturas de crisis, puede perder lo logrado.
Para algunos, esa es la política correcta, pues la mayor equidad, según ellos, puede llevar a costos para el crecimiento y a desestimular la inversión en algunos sectores. No obstante, hay otra vía que ya Amartya Sen -premio Nobel de Economía- ha planteado.
Esto es poner el desarrollo humano como medio eficaz para el desarrollo. El desarrollo humano se logra por medio del acceso a la nutrición, la educación, la salud, los servicios públicos de calidad, un ambiente sano y el desarrollo de las libertades y derechos humanos. El desarrollo humano es un medio para lograr el desarrollo y por ende la pobreza y la desigualdad extrema son un obstáculo a este.
Debemos tener claro que el país no se desarrollará si no tiene jóvenes preparados para acceder a las tecnologías de la información, la biotecnología, la electrónica y el manejo sostenible e inteligente de los recursos naturales y el ambiente, entre otros. Se requieren personas responsables, solidarias, participativas y críticas que sepan guiar su destino y el de su patria. Para ello, sin duda la disminución de la pobreza es una condición básica; sin embargo, los países que tienen más equidad social, por lo general tienen sistemas democráticos más sólidos, marcos institucionales con más capacidad de gestión y más transparentes.
La equidad social es condición necesaria para el desarrollo humano. A su vez, es necesaria para poder tener capital social (conjunto formado por la confianza social, las normas y las redes que las personas pueden constituir para resolver los problemas comunes; las redes de compromiso cívico, tales como asociaciones vecinales y las cooperativas). Este capital social se expresa en un cultura de respeto a la propiedad y las personas y las reglas, que tiene cámaras empresariales y asociaciones fuertes que apoyan a sus agremiados y asociaciones de desarrollo que promueven actividades económicas con buena distribución del ingreso, innovadoras, participativas y que dan soluciones a los problemas de las comunidades y los miembros de la organización. Todo lo cual lleva a tener organizaciones que fomentan la competitividad, la protección del ambiente y la economía con alta sensibilidad social.
Hay países que tienen grandes dotaciones de capital natural (petróleo, minas, suelos, por ejemplo), pero tienen bajo desarrollo humano, lo cual los ha llevado a que les definan su destino y se vean enfrentados a desigualdad y sistemas políticos poco deseables. Igualmente, en nuestra América Latina encontramos algunos casos de países que tienen capital natural y desarrollo humano, pero que por diferentes razones sociales e históricas tienen bajo capital social, lo cual los ha llevado a no pasar de ser desde inicios del siglo XX, los aspirantes al desarrollo.
Todo lo anterior nos hacer pensar que la meta de un país y de sus líderes políticos no debe ser únicamente la distribución del producto en el corto y mediano plazo, sino crear las condiciones para que en el marco de la equidad social, se promueva el desarrollo humano, que ayudará al surgimiento y perfeccionamiento del capital social en donde ambos son fines y medios para lograr el desarrollo.
Costa Rica tiene la gran oportunidad del desarrollo, de dar ese salto cualitativo, si impulsa acuerdos nacionales que permitan diseñar y aplicar políticas con complementariedades y sinergias entre la disminución de la pobreza, la equidad, el desarrollo humano, la sostenibilidad ambiental y la competitividad.
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