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La disposición de contribuir con el ambiente no es cuestión de recursos, es cuestión de actitud.
Según diferentes estudios y publicaciones digitales de organizaciones conservacionistas, se estima que la generación de desechos domésticos en Costa Rica ronda en promedio las 11.000 toneladas métricas diarias. Estos números suenan menos alarmantes si se considera aproximadamente que un 80% de los residuos pueden ser reciclados o procesados, reduciendo el riesgo de acumulación y los problemas de contaminación ambiental.
Los residuos y materiales de desecho son un problema que existe desde las primeras sociedades hasta nuestros días; la gran diferencia es el tipo de basura y materiales con los que se cuenta en la actualidad. El desarrollo de nuevas tecnología permite ofrecer mejores productos en los mercados de bienes. Lo que implica materiales más resistentes, con mayor durabilidad pero menos viables ambientalmente.
La ley de la conservación de la energía constituye el primer principio de la termodinámica, en la que se afirma que la materia no se crea ni se destruye; solo se transforma.
Este enunciado sirve de base para impulsar las ciencias ambientales que pueden causar un efecto positivo en los espacios naturales, como la gestión de residuos, el tratamiento de aguas de desecho, el manejo de recursos naturales y el tratamiento de materiales en descomposición. De esta manera, transformar los desechos en materiales secundarios para la generación de nuevos productos, es toda una realidad.
Sin embargo, este es un dilema que no puede resolver la ciencia sin ayuda de la conciencia ambiental, ya que el primer paso debe comenzar en los hogares. Todos los días empaques, cajas, bolsas y otros tipos de embalajes, salen de nuestro hogares con destino a los rellenos sanitarios, donde antes de ser tratados pasarán meses expuestos al ambiente, contaminando mediante gases, lixiviados o su lenta descomposición. La falta de conocimiento en los hogares es el primer problema a combatir, para mejorar la reutilización de desechos y artículos de segunda mano.
El primer aspecto a tomar en cuenta es la educación, sin hacer distinción del nivel, edad o género, ya que es importante enseñar a las personas sobre los beneficios del reciclaje, la reutilización y la reducción de desechos. El éxito de un sistema de gestión de residuos consta de buena planificación y disposición por parte de las personas. Comunidades, universidades, instituciones públicas y privadas, son ejemplos de cómo un sistema de recolección y clasificación de basura puede generar ventajas, tanto a nivel ecológico como económico. Las comunidades más alejadas de los grandes centros urbanos tienden a ser mas ordenadas en materia ambiental, aun cuando su ubicación geográfica puede ser una limitante para el traslado y manejo de residuos. Lo anterior comprueba que a gran escala, una buena organización en materia de gestión ambiental podría generar a las municipalidades y organizaciones locales, los recursos faltantes para obras pendientes o proyectos de corto plazo, en función del desarrollo comunal.
Se dice popularmente que “la basura de un hombre, es el tesoro de otro”, y en pleno Siglo XXI un país como Costa Rica debe poner en práctica este tipo de acciones, demostrando una vez más, que es posible hacer la diferencia con una manera de pensar verde. La ciencia y la conciencia pueden ir de la mano, haciendo posible realizar una buena administración de los recursos y de los materiales de desecho.
El secreto de este éxito se encuentra en el interés, el trabajo y el grado de conciencia ambiental de la sociedad; si estos tres elementos se logran sincronizar es posible reducir el desgaste a nivel ecológico, proteger la biodiversidad y acercarse cada vez más al balance necesario entre el desarrollo y el ambiente. Con este tipo de acciones nuestra sociedad abre un nuevo conjunto de oportunidades económicas y mejoras sociales.
Así se demuestra que las oportunidades de surgir están al alcance de todos, muchas veces en el lugar menos inesperado, en este caso, en el cesto de la basura.
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