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Más allá de los despidos

Desde la fundación del Colegio de Abogados en el año de 1881 hasta el día de hoy, ha sido el ejemplo para la sociedad costarricense por su activa participación en la discusión de temas de trascendencia nacional.

Desde la fundación del Colegio de Abogados en el año de 1881 hasta el día de hoy, ha sido el ejemplo para la sociedad costarricense por su activa participación en la discusión de temas de trascendencia nacional.
Su misión y logros durante toda su vida institucional, en mi criterio, no ha sido estudiado con las fuentes históricas idóneas, pertinentes y necesarias que dimensionen su rol dentro del Estado de Derecho costarricense.
Paralelo a su existencia destacan hechos tales como  que es un colegio profesional con una considerable cantidad de profesionales incorporados, la delicada labor que ejerce en la fiscalización sobre la enseñanza del derecho que imparten las universidades (públicas y privadas), y la labor de supervisión y sanción de las conductas de sus agremiados en el ejercicio de su profesión.
 
Toda esta labor delegada por el Estado al Colegio de Abogados, se ha podido lograr con dos herramientas necesarias, a mi manera de ver las cosas: por un lado, con los ingresos que percibe por la venta del timbre y, por otro lado, disponiendo del personal necesario para llevar a cabo sus funciones.
Ha sido una constante histórica a través de su trayectoria, el cambio y despido de personal que opera cuando una nueva Junta Directiva asume sus funciones. No lo digo yo, basta leer sus actas de sesiones, porque nadie que ha regentado el Colegio de Abogados, lo ha realizado y tomado de su tiempo para leerse cada una de las actas de sesiones que celebra el Colegio, para darse cuenta de esta realidad.
Si el recorte de personal que se lleva a cabo en el Colegio de Abogados, es consecuencia directa de la crisis económica en que nos encontramos, claro está, esto ha incidido en proporción directa en la disminución de sus ingresos por concepto de timbre. 
El recurso humano es la parte más sensible dentro de una organización compuesta por individuos. Su cambio debe manejarse con mucha visión y tacto, con planificación estratégica y visión de futuro. En  el nivel del sector privado y es de conocimiento público, existen ejemplos que prueban lo comentado. Y en el sector público, actualmente algunos de sus funcionarios han dado muestras de acogerse a la austeridad aludida.
Parece que se ha olvidado, que la crisis actual, como fenómeno histórico coyuntural, es transitoria, eso es de conocimiento de cualquier persona en nuestro país.
Antes de proceder al recorte de personal en el Colegio de Abogados, su Junta Directiva, con el debido respeto que merecen sus integrantes, podrían plantearse ejecutar algunas de las siguientes medidas que propongo con la idea de someter a esta corporación al clima de austeridad: 
a)  Renunciar a que de los fondos del Colegio de Abogados, cada vez que se celebre sesión de Junta Directiva, se les sufrague los gastos por concepto de cena u otras comidas, arreglos florales, bebidas, y otros.
b)  Eliminar la “pizza” que se les brinda a los integrantes de las diferentes comisiones cada vez que sesionan.
c)  Reducir escalonadamente la subvención con que se contribuye al mantenimiento de las sedes regionales.
d)  Sustituir la edición impresa de la Revista de Ciencias Jurídicas y “El Foro”, por su versión digital; el mejor ejemplo ya lo ha dado la publicación digital de la Revista Judicial de la Corte Suprema de Justicia.
e)  Renunciar a los viáticos que se giran cada vez que un directivo asiste a un evento o actividad fuera del país en representación del Colegio.
f)  Suprimir plazas innecesarias que fueron creadas al inicio de este período de administración con salarios cercanos a los 2 y 3 millones de colones.
g)  Que el cargo de Fiscal en la Junta Directiva sea servido ad-honórem.
h)  Renunciar al alquiler de vehículos, cuando se ha dado esa contratación en la institución.
i)  Replantear el patrocinio y participación del Colegio de Abogados en actividades con otras instituciones privadas y públicas, así como las contribuciones que se giran para la edición de revistas especializadas en nuestro país.
No es mi interés cansar al lector/abogado de estas líneas, ni menos polemizar con los integrantes de la Junta Directiva. Pero sí pongo de manifiesto mi inconformidad y desacuerdo, en mi condición de agremiado, con el proceder de la actual Junta Directiva del Colegio de Abogados. Mientras tanto, si hay algo que aprendí de mis profesores universitarios, es que para actuar en la vida con rectitud y mantener la cabeza en alto, el ejemplo se predica primero y debe empezar en casa.

  • Jorge Sibaja, abogado (Expresidente Asociación Solidarista de Empleados del Colegio de Abogados)
  • Opinión
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