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Puente Tuskegee-Guatemala

El mundo ha recibido la noticia del perdón que pidió Obama al pueblo de Guatemala, a partir del informe de la profesora Susan Reverbery, de Wellesley College.

El mundo ha recibido la noticia del perdón que pidió Obama al pueblo de Guatemala, a partir del informe de la profesora Susan Reverbery, de Wellesley College.
La razón: entre 1946 y 1948 se infectaron intencionalmente con sífilis y gonorrea a 695 guatemaltecos. El objetivo: determinar si la penicilina, utilizada para curar la sífilis, podía además prevenir la enfermedad en las primeras etapas del contagio.La población blanco de experimentadores y seleccionadores: enfermos mentales y  presidiarios, objetos y no propiamente sujetos con autonomía. Consideraciones éticas: nulas, desconocidas totalmente. Método de trabajo: ciencia en manos de quienes por comprobar una hipótesis pasan por encima  de la dignidad de los seres humanos. Tarea asignada: inyectar intencionalmente la bacteria que causa la sífilis y luego aplicar penicilina. Límites: valores éticos eliminados por la ceguera pseudocientífica de comprobar un resultado que llegara a tener éxito.
Alcances: ilimitados, en el tanto hubiera siempre a disposición sujetos pasivos en quienes experimentar. Encargados del proyecto: investigadores del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos.
La infección intencional se realizó sin que los individuos fueran enterados de formar parte de un estudio que comprometía su salud, su vida y la de las personas cercanas a quienes podrían ellos mismos contagiar.
El director de este experimento, el Dr. John Cutler, a su vez participó en el proyecto ‘Tuskegee’, en el cual ciudadanos negros de Alabama que ya estaban contagiados de sífilis, se les negó intencionadamente tratamiento para que experimentadores y seleccionadores pudieran estudiar el desarrollo natural de la enfermedad, desde su inicio hasta tener a la persona sobre la mesa de patología, para los análisis postmórtem.
Por el experimento de Tuskegee, Alabama, Clinton pidió perdón a sus pobladores y a quienes sacrificaron sus vidas en manos de los experimentadores y seleccionadores de pacientes; por el de Guatemala, es Obama quien ahora pide perdón. Tuskegee una comunidad pobre dentro de un país rico; Guatemala, un grupo de personas vulnerables de un país pobre y militarizado.
El puente que une estos experimentos es su coincidencia temporal en su inicio, el experimentador en pacientes que actúa en ambos y el enfoque racista que lleva la selección de los individuos participantes en el estudio. Este enfoque se fundamenta en una teoría del poder económico y en una visión de desprecio a seres humanos, desde una óptica aberrante de dominio étnico, que permite que ciertas poblaciones sean tomadas como conejillos de indias, especialmente aquellas con un alto grado de vulnerabilidad (personas en estado de pobreza, analfabetas, grupos minoritarios, discapacitados mentales o presidiarios).
En este caso, desde su estrecha óptica, individuos de una “banana republic”, poco merecedores de cualquier tipo de consideración impuesta por el método científico.
En ambos experimentos, los conductores de los proyectos se arrogaron grados amplios de libertad para llegar a los resultados esperados, mientras que a su vez anularon la libertad de los individuos seleccionados. Los experimentadores se basaron en que el fin (encontrar una vacuna para enfermedades de transmisión sexual, en el caso de Guatemala; o el conocimiento del desarrollo natural de la sífilis, de Tuskegee), justifica los medios (irrespeto a la autonomía del ser humano que es conducido al experimento sin conocer sus motivos y menos sus alcances. Se suma el desprecio por los mínimos principios éticos que han de orientar a la ciencia en su conjunto).
Es importante ir descorriendo los velos que hay sobre este tipo de acciones por parte de patrocinadores, experimentadores y seleccionadores de pacientes.
El perdón que expresa el Presidente Obama, como lo expresó Clinton en su oportunidad, es otro paso importante para reconocer que, con el pretexto del desarrollo de la ciencia, no es posible someter a las personas a tratos denigrantes que pongan en peligro su salud y su vida. Tratos denigrantes en donde la autonomía de los individuos, su propio conocimiento sobre riesgos y beneficios  y el principio de beneficencia, quedan completamente anulados de frente a patrocinadores con poder político y económico.

  • Carlos Fuentes Bolaños (Profesor )
  • Opinión
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