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Primero fue el aumento desmesurado que se recetaron en un santiamén, como para asegurar el trabajo expedito que los caracteriza, con las arcas vacías y frente a un pueblo incrédulo de lo que veía.
Pudo más, no la coherencia, sino la precaución de posibles consecuencias (frente a una ciudadanía tranquila, pero con límite en la paciencia, o en la urgencia) para que la Presidenta lo vetara.
Luego la ley de tránsito, que cada accidente alcoholizado de alguien importante, la devuelve a comisión. El vacilón es largo y algo esconderá (este cristiano se opone a que la conviertan en recolectora de impuestos, a falta de agallas u honestidad, para hacer una reforma tributaria que no sea otro sablazo al pescuezo popular).La otra banderilla del transitado asunto la puso ya el reggaetonero Bantan, con ese picante videoclip, que tanto ha ofuscado la buena imagen del servidor público, y casi se lleva un parte con la segunda parte del video, por actuar en la vía pública; lo salvó el que no sabían qué multa aplicarle. Vaya rigor de autoridad.Y luego, una mente iluminada, de esas que las viene salvando la campana (como decíamos en la escuela), administración tras administración, sale con un domingo siete, de botar el proyecto para declarar a don Juan Rafael Mora Porras héroe nacional, que de por sí ni lo requiere, porque lo es. Ven ustedes en lo que se va el tiempo de nuestros otros próceres, las tonteras enajenantes que nos hacen tragar, porque hay que estar informado. Y para darle creencia al disparate, saca a relucir a la negrita de los Ángeles como única patrona, que es el corte de chaleco de la discusión, cuando escasea el argumento. Sin embargo, hasta las autoridades del Museo Juan Santamaría, lejos del onirismo exacerbado del defensor de la garra manuda, avalan la declaración de héroe nacional para Juan Rafael. La lógica contundente por fin declaró a don Juanra héroe nacional, y el rezagado titulador de héroes, tuvo que gritar: ¡viva Juanes! No para martirio del señor Molina, que desmarca del mito la historia de Juan, corre en la lengua popular algún resquemor de leyenda (no más porque necesitábamos héroes), o aquella otra que alude a un empujón el desempeño del tamborcillo alajuelense. Sin ánimo de quebrantar la cartilla histórica (seguimos fieles al 11 de abril), o desvelar el buen juicio del ciudadano alajuelense, al menos Juan Rafael es real, y su gesta del 56 engloba a Juan Santamaría.Un pueblo puede tener 2, 5, 10 héroes nacionales. Imaginen: tiene 57 diputados. No vaya a ser que el mentao congresista alajuelense prive a la provincia de más diputados en el futuro, en administraciones venideras, porque ya pasó el que era.
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