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“No conviene que los que se enriquecen por medios vergonzosos se cieguen, y menos si son viles y feos para mayor vergüenza”. Así termina una fábula de Esopo, la 18.
Pero es necesario asumir el sentido propio de la palabra fábula, que proviene del latín, y recordar que Esopo escribió en griego.‘Fabula’ es la capacidad de hablar y este verbo, hablar, se debe al término ‘fabulare’, también latino. Según lo anterior, podemos entender el tipo de texto llamado fábula como habla.
En cuanto a la cita inicial: “No conviene que los que se enriquecen por medios vergonzosos se cieguen, y menos si son viles y feos para mayor vergüenza”, añadamos que se trata de la moraleja, parte final de la fábula que convendría más llamar hablada, en atención al habla que de por sí es la fábula.
Y bueno, aunque Esopo no imaginó designaciones fabulosas (sus textos se denominan mito y logos indistintamente), tales designaciones resultan ser apropiadas, sobre todo tratándose de animales. En Esopo, bien se sabe, hablan los bichos. Pero no hablan, desde luego, su propia lengua. De ahí que cada fábula tenga serias consecuencias antropológicas.La que aquí nos ocupa, la 18 (que seguimos en la traducción de López Casildo), tiene la particularidad, como pocas en Esopo, de no ponernos a escuchar animales. Sin embargo, sería un error tenerla por menos humana en sus alcances que otras fábulas; hasta puede que lo sea incluso más, por el hecho de que habla una divinidad. La fábula, pues, se llama La esclava fea y Afrodita; dice así:“Un amo amaba apasionadamente a una esclava fea y malvada. Ésta, con el dinero que él le daba, se arreglaba con esplendor y rivalizaba con su propia ama. Continuamente ofrecía sacrificios a Afrodita y se ufanaba porque la había hecho bella. Pero ésta se apareció en un sueño a la esclava y le dijo que no le estuviera agradecida porque la hubiese hecho bella, «sino que estoy enfadada e irritada con aquel a quien tú pareces bella»”.Afrodita, que no es una diosa que defienda matrimonios, tiene motivos para estar molesta: ella misma no tolera el abrazo de un esposo deforme. La esclava es ciertamente fea hasta la repulsión (‘aischrá’ es la palabra utilizada por Esopo), y siendo así de fea, el amo se enardece y la hace su amante.Pero además de ser repulsiva, la esclava es perversa (la palabra de Esopo es ahora ‘kakotrópos’, que podemos entender en el sentido de que la esclava posee malos giros de lenguaje o en la cama); el más malvado de los tropos griegos es, en efecto, la figura o postura cuyo nombre, pasando por la lengua latina, dio la voz perversión.Otra característica de la esclava: no contenta con ser ya repulsiva y perversa, el dinero que obtiene de su comercio con el amo lo invierte en su aspecto para escarnio de la esposa. En efecto, el texto griego no sólo sugiere una mera rivalidad, sino que indica los encontronazos con la esposa (Esopo dice que la esclava le traba combates).A propósito de la guerra tenemos que Ares, el dios que la custodia, es amante de Afrodita, y que la esclava, guerreando con la esposa de su amante, ofrece sacrificios a la diosa, en los cuales se tiene a sí misma por una linda prenda.La intervención de Afrodita, redoblado el encono, a fin de cuentas ocurre. Pero en nada más un término griego (‘phaino’) se guarda la relación que en castellano se reparten dos: aparecer y parecer, como si la palabra de Esopo y la que éste atribuye a la diosa, felizmente anudadas, dijeran a la esclava repulsiva y perversa: del mismo modo en que pareces bella a tu amo, así parece que sueñas con Afrodita y que la diosa confirma tu belleza, pero más bien te declara su odio a través de tu amo.“No conviene que los que se enriquecen por medios vergonzosos se cieguen, y menos si son viles y feos para mayor vergüenza”. La fábula exige iniciar su lectura por los últimos términos. Por consiguiente, la ceguera en cuestión remite al enredo personal del ser y las apariencias. Desde el momento en que siendo físicamente repulsivo y perverso, alguien decide no verse con tales atributos, tampoco verá lo vergonzoso en lo vergonzoso y buscará, como la esclava, el brillo de la riqueza con oprobio.La versión de López Casildo, dado que desatiende lo fundamental, no pasa de la filología. Esopo no está hablando de feos que al mismo tiempo son viles, sino de aquellos feos que son también ‘ageneis’, es decir, de seres repulsivos y perversos que además están ahí sin que se sepa siquiera de dónde salieron.
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