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23 de octubre del 2010. Me dirijo a usted de manera respetuosa, con el propósito de manifestarle mi profunda preocupación y la de un sinnúmero de costarricenses, por la salud física y emocional de los tres ayunantes contra Crucitas que hoy cumplen 15 días de huelga de hambre: David Rojas, Rosibel Porras y Andrés Guillén.
Usted ha recibido ya una cantidad suficiente de cartas exponiendo por qué ellos y ella tomaron esta decisión heroica, como última medida después de largas caminatas a la mina, noches de vigilia al calor de velas encendidas, concentraciones, en fin, todas las alternativas pacíficas que estuvieron a su alcance para impedir la destrucción de nuestros bosques y la contaminación de nuestras aguas.
En ningún momento ni ellos ni la multitud de personas que acompañaron cada una de las acciones, recibieron respuesta. La única salida que les quedó a estos (as) amantes de la vida, fue la del ayuno en el que participaron catorce personas. La debilidad física fue minando los organismos y finalmente quedaron tres.
Usted ha recibido ya todas las posibles respuestas al porqué de la oposición a la minería a cielo abierto y al sinsentido del decreto ejecutivo del gobierno anterior, que la consideró “de interés público y conveniencia nacional”. A mí sólo me queda enviarle algunas posibles preguntas:
Las personas que continúan en huelga sólo demandan una firma suya para derogar el decreto ejecutivo 34801 MINAET, es decir, independientemente del juicio del Tribunal Contencioso Administrativo en el caso Crucitas. ¿No cree usted que los desastres ecológicos sufridos recientemente en lndia, Hungría, Argentina, Chile, Ecuador, Colombia… son experiencias suficientes para derogar un decreto a todas luces irresponsable?
La vida de Rosibel, David y Andrés no tiene precio; el idealismo de ellos tan extraordinario como el del Quijote, o tan emblemático como el de Gandhi, es una muestra de que se puede entregar lo más grande que poseemos a una causa justa que beneficiaría no a un grupo, ni a un pueblo ni a un país; probablemente iría en pro de la humanidad, por la calidad de la acción y su entrañable testimonio. ¿Está considerando usted el valor que realmente tiene la vida de estas tres personas a todas luces invaluable, más allá de anteponer intereses políticos o financieros de carácter material?
Durante su toma de posesión, usted habló de diálogo, el cual trató de poner en práctica días después de su ejercicio presidencial. Desde tiempos antiguos esta palabra ha tenido un significado casi sagrado, es el vínculo entre personas, entre ciudadanos, entre el respeto a mí misma y el respeto a los demás.
¿Cómo explicar entonces su actitud –después de doce días de huelga de hambre- de no cruzar los cincuenta pasos que separaban la puerta de entrada de la casa presidencial de los toldos de los ayunantes?
Los diferentes gobiernos han pretendido poner a Costa Rica ante el mundo como ejemplo de sostenibilidad ambiental y de protección a sus recursos naturales. ¿Podríamos seguir utilizando este discurso ante lo que se está convirtiendo (gracias a la prensa internacional, que no a la nacional), en una posible catástrofe ecológica y humana?
Señora Presidenta, tanto usted (por sus declaraciones públicas), como yo, somos respetuosas de la Patrona de Costa Rica; no en vano al bautizarme me pusieron el nombre de Nuestra Señora. ¿No cree que la mejor muestra de humanismo ante la Virgen de los Ángeles, sería evitar todo agravio contra la naturaleza y contra cualquier vida humana en riesgo por amor a la madre tierra?
Quedan preguntas pendientes, pero para esta primera carta creo que son suficientes las anteriores.
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