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Las tropas marroquíes redujeron a cenizas, el lunes 8 de noviembre, el campamento saharaui de Gdaim Izik, que desde octubre albergaba a más de 20.000 personas, reunidas ahí para protestar contra las condiciones de vida impuestas por las autoridades de ocupación a los habitantes de la República Árabe Saharaui, un territorio de 266.000 kilómetros cuadrados y de unos 280.000 habitantes, ubicado en la costa occidental de África, entre Marruecos y Mauritania.
El ataque de la semana pasada desató nuevas protestas en la capital saharaui, El Aaiún, luego sometida a un virtual estado de sitio por las autoridades marroquíes, y coincidió con la reanudación, en Nueva York, de las negociaciones entre Marruecos y el Frente Polisario, la organización que gobierna la República Árabe Saharaui. La cita no fue suspendida solo porque el Polisario estimó que eso sería caer en la provocación del gobierno marroquí.
El objetivo de esta nueva reunión era avanzar en la preparación de una quinta ronda del proceso de negociación que se inició en 2007, bajo la supervisión del Consejo de Seguridad de la ONU, pero que desde hace dos años permanece estancado.
El gobierno marroquí con sede en Rabat, no acepta realizar un referendo sobre el destino del Sahara, al que ofrece solo “autonomía”. Los saharauis, que aspiran a la independencia, exigen la realización de la consulta, pero su posición no ha contado con el apoyo de las potencias involucradas en este conflicto, en especial Estados Unidos, Francia y España.
Desde 1976, España –como potencia administradora-, se retiró de este territorio. El Sahara Occidental está dividido por muros de casi 2.800 kilómetros de extensión, y es vigilado por 150.000 soldados del ejército marroquí, por una red de radares y por minas antipersonales y anticarros.
UNIVERSIDAD conversó con el representante saharaui, en las Naciones Unidas, Ahmed Boukhari, sobre la situación en el territorio y los resultados de esta ronda de negociaciones. Boukhari habló de la “masacre” provocada por las tropas marroquíes en el Sahara.
¿Cuál es la situación actual en el Sahara y en su capital, El Aaiún? Se habla de terror, de una represión intensificada y de un número aún no determinado de muertos, heridos, desaparecidos y detenidos. ¿Cuáles son las cifras que ustedes manejan?
-El asalto de las tropas marroquíes ha sido brutal y lo hicieron tras asegurarse de que no habría ningún medio de información internacional presente, y tras cortar las comunicaciones telefónicas para la red celular. Pero van llegando ya noticias sobre la dimensión de la tragedia, que permiten hablar de que estamos ante una masacre. Más de 4.000 heridos, 2.000 detenidos y se habla de decenas de muertos. La gente herida suele no ir a los hospitales, porque allí les espera la policía marroquí. Puede que gente que se le considera muerta esté todavía en las cárceles marroquíes, y no quieren informar a las familias. Marruecos dice que tiene a 165 detenidos saharauis, pero ni habla de heridos ni de muertos en las filas saharauis. Dice que hubo 11 soldados marroquíes muertos y más de 65 heridos. Si estas cifras son ciertas, ello quiere decir que las fuerzas marroquíes, armadas y en gran número, han podido causar una masacre ya que las victimas saharauis eran civiles.
El representante del Polisario en España, Bucharaya Beyún, dijo que “nunca hemos estado más cerca de la guerra, si no hay una intervención internacional para poner fin a esta masacre que está cometiendo Marruecos”. ¿Usted comparte esa apreciación?
-Es correcta la apreciación. Si la ONU no hace nada para parar esto, significa que Marruecos se está arrogando una especie de derecho a la impunidad. Ello implicaría el fin de la vía diplomática en la que hemos creído hasta ahora para resolver el conflicto.
¿Cómo evalúa los resultados de la reunión de ayer (10 de noviembre) en Nueva York y las perspectivas de las negociaciones, que continúan en diciembre?
-Hemos acudido a la ronda negociadora para responder positivamente a los esfuerzos que llevaba a cabo la ONU, para que el proceso de paz pudiese continuar en la dirección correcta. Pero la decisión marroquí de llevar a cabo el asalto contra la población civil saharaui el día preciso en que iba a comenzar la ronda, nos llevó a pensar seriamente en que no valía la pena participar. Aun así, decidimos participar, porque somos gente civilizada, que quiere la paz, rechaza la violencia, la guerra. La ronda no supuso ningún avance substancial porque Marruecos no quiere que esto avance en la dirección correcta y sobre ella planeó el terrible espectro de la brutal intervención de las fuerzas marroquíes, contra nuestra población civil.
¿Qué propuestas están sobre la mesa? ¿Cuál es la posición actual del Frente Polisario en esta etapa de las negociaciones? ¿Sigue defendiendo la opción del referendo?
-El referendo es la única vía posible, practicable y reconocida por la ONU, para preguntar a un pueblo en un proceso de descolonización, sobre qué quiere para su futuro. Este es el significado de la autodeterminación en una cuestión de descolonización. Las opciones son y fueron siempre la de elegir entre la independencia o la integración a la potencia ocupante. No hay otra salida, pacífica por lo menos. Marruecos se opone ahora a esta vía, tras haberla, sin embargo, aceptado por muchos años en el pasado, y se opone a ella porque teme los resultados de un posible referendo, como había reconocido, en su tiempo, el Secretario de Estado norteamericano, James Baker, mediador ente 1997 y 2004 en el conflicto.
Todos sabemos el papel decisivo que juegan Estados Unidos, Francia y España en la solución de este problema. ¿Ha cambiado la posición de Estados Unidos con el gobierno de Obama?
-Hay un cambio respecto a la posición de la administración anterior, pero no basta para que pueda ser visto como un cambio de suficiente peso, para hacer cambiar la posición intransigente de Marruecos. Tenemos contactos regulares con el Departamento de Estado, que nos permiten seguir informándoles de todos los pormenores de este conflicto .
¿Francia sigue apoyando las propuestas de Marruecos?
-Ciegamente. Es una pena que exhiba apoyo a una causa colonial injusta, hasta el límite de ser -en el Consejo de Seguridad- el obstáculo fundamental al establecimiento de un mecanismo de protección de los derechos humanos en el Sahara occidental.
¿Qué se puede esperar de España?
-La opinión pública española, así como sus medios de información y la mayoría de los partidos políticos, son muy solidarios con la causa saharaui. Pero el Gobierno está en una posición bastante rezagada, ante el efecto de la presión que ejerce Marruecos sobre este país.
¿Cuál ha sido la posición de América Latina en estas negociaciones?
-Ha sido muy noble. Coincidimos en que somos la única nación afroárabe que fue colonia española y coincidimos en el valor del derecho de los pueblos colonizados a recuperar su libertad e independencia. La mayoría de las naciones latinoamericanas reconocieron a la República Saharaui. Algunas, tras haberlo hecho, decidieron -no se sabe por qué razón- apoyar a Marruecos, congelando -a petición de este país agresor- la relación diplomática con nuestro país, entre ellos Costa Rica. Es lamentable, pero son hechos. Costa Rica, por historia y por coherencia, debería seguir siendo la fiel hermana de la República Saharaui.
¿Cuánto le cuesta a Marruecos este conflicto? Hace unos años se hablaba ya de $150.000 millones.
-Le cuesta mucho más, porque el presupuesto de la guerra y de todo el esfuerzo propagandístico y diplomático que hacen, es secreto.
¿Cómo vislumbra el futuro y el final de esta disputa?
-La lucha continúa. Llegaremos a lograr nuestro objetivo nacional de paz y libertad tarde o temprano. Nuestros hermanos latinoamericanos, que entienden el costo de ese sacrificio nacional, deben estar más que nunca a nuestro lado.
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